A la crisis del coronavirus se suman factores como el Brexit del Reino Unido y las elecciones de EE.UU.
MARCOS BUSCAGLIA
La economía global está en vilo por el coronavirus (2019-nCov), una forma de gripe surgida en China, pero ya extendida a gran parte del planeta. Si bien se espera que tenga un costo humano y económico relevante en las próximas semanas, lo más probable es que no sea el principal riesgo que enfrente la economía global en el resto del 2020.
El jueves pasado, el número de infectados en China continental ya había superado el número de casos de SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome), la epidemia que acosó al mundo en 2003. Con casi 8200 casos en China continental, más de 100 en el resto del mundo y 171 muertos en solo unos pocos días, la preocupación fue creciendo rápidamente y la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia pública internacional. Según los expertos, el coronavirus se transmitiría más fácilmente entre humanos que el SARS, pero sería mucho menos letal.
El costo económico dependerá de cuánto se tarde en controlar la expansión del virus, y de cuál sea su avance geográfico. Los primeros sectores afectados son los del turismo y el comercio en China. La reacción inicial fue limitar los viajes hacia y desde la zona afectada, y evitar lugares de contagio como shoppings o restaurants. El sector manufacturero y otros servicios también comienzan a sentir el rigor.
El gobierno de China extendió el Año Nuevo Lunar desde el jueves último, 30 de enero, hasta hoy, 2 de febrero y en algunas regiones las empresas permanecerán cerradas al menos hasta el 10 de este mes. Dado que China juega un rol crucial en las cadenas de producción global, esto puede afectar la producción de otros países también. Por último, el evento puede afectar la inversión, al impactar negativamente sobre el sentimiento global.
Si tomamos el caso del SARS como ejemplo, la contracción del consumo y del PBI se limitó a un trimestre, más que nada en China, con un costo para la economía global de cerca de US$40.000 millones, luego del cual la actividad se recuperó rápidamente. En 2003, sin embargo, China representaba 4% de la economía global, lo que se compara con un 17% en 2020. Y todavía no sabemos cuánto durará esta epidemia.
Sin embargo, si la historia sirve de guía, lo más probable es que la epidemia de coronavirus tendrá solo un efecto limitado en el tiempo y en profundidad sobre la economía global. Las medidas de control y prevención, que son las que tienen un impacto económico negativo en el corto plazo, son justamente las que limitan la expansión geográfica y temporal de este tipo de epidemias. Además, el gobierno de China dio esta vez una respuesta mucho más rápida y decisiva que en el caso del SARS.
Con la crisis del coronavirus todavía en desarrollo, la atención global se desviará también al Reino Unido y a los Estados Unidos.
El Reino Unido o, a los efectos formales, dejó de ser parte de la Unión Europea (UE) desde ayer. Inicialmente, poco cambiará. Si bien el Reino Unido no formará más parte de los organismos de decisión de la UE, seguirá sujeto a sus leyes hasta fin de año. También continuará vigente el libre tránsito de bienes y personas con la UE. Pero un divorcio así nunca resulta fácil. Durante este período de transición de 11 meses persistirán las dudas sobre cómo será a partir de 2021 tanto la relación entre ambas partes, como entre el Reino Unido y el resto del mundo.
Para el país saliente se abren varios frentes políticos, económicos y financieros. En cuanto a lo político, el principal foco estará en la relación entre Irlanda del Norte (parte del Reino Unido) y la República de Irlanda. La salida de la UE puede también reavivar las presiones de Escocia para dejar el Reino Unido. En términos económicos, el llamado Brexit puede afectar varios de sus sectores industriales, ya que Europa es el destino del 45% de sus exportaciones. Lo mismo ocurre con los mercados, dado que reinará la incertidumbre sobre el rol que tendrá el poderoso sector financiero de Londres.
El Brexit no es inocuo para Europa tampoco. Al final de cuentas, está perdiendo un miembro que representa cerca del 15% del valor de su PBI. El impacto sobre el euro, la moneda regional, es por lo tanto incierto. En principio, el Brexit apunta a no tener consecuencias importantes sobre la economía global, a menos justamente que lleve a la debilidad del euro y/o que las negociaciones sobre la integración post-Brexit no lleguen a buen puerto.
Mientras el Brexit y el coronavirus siguen su curso, comenzaremos a tener novedades acerca del riesgo más importante que enfrenta la economía global en 2020: las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. Los comicios tendrán lugar el 3 de noviembre, con un sistema de colegio electoral como el que regía en la Argentina antes de la reforma constitucional de 1994, pero las elecciones primarias para elegir los candidatos comienzan en febrero. Largan en el estado de Iowa este lunes y tendrán un pico de emoción en el "super martes" 3 de marzo, donde 15 de los 50 Estados eligen candidatos.
La principal acción estará del lado del Partido Demócrata, donde compiten 12 candidatos, de los cuales al menos cuatro tienen posibilidades reales de quedarse con la nominación. Del lado republicano el candidato seguramente será Donald Trump, suponiendo que el proceso de destitución ( impeachment), que se está llevando a cabo en estos momentos en su contra, no será exitoso.
Sea cual fuere el resultado de la elección, es posible que traiga consecuencias negativas para la economía global. En ese sentido, me recuerda a una tira de Mafalda donde la protagonista le pregunta a su amiga Libertad a quién tenía pensado votar su papá en las próximas elecciones. Ella responde: "¡Callate, anda con una cara, pobre!", a lo que Mafalda repregunta "Ah, ¿todavía no se decidió por ningún candidato?". Libertad dice: "Sí, se decidió, ¡y anda con una cara, pobre!", a lo que Mafalda retruca: "¿Por qué?, ¿piensa que ese candidato va a perder?". Y Libertad insiste: "No; piensa que va a ganar, ¡y anda con una cara, pobre!".
Si Trump es reelecto, es posible que reanude sus agresivas renegociaciones comerciales internacionales, las que han tenido un fuerte impacto en la economía global en 2019, habiendo entrado en un impasse solo recientemente (quizás como consecuencia del inicio del período electoral).
Adicionalmente, está el problema del déficit fiscal. Según la Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO) de los Estados Unidos, el déficit fiscal de ese país será de un billón de dólares en 2020 (más del doble del PBI de la Argentina), un 4,6% del tamaño de la economía del país del norte. Según el CBO, si no hay cambios en impuestos ni gastos con respecto a la legislación actual, el déficit aumentará hasta llegar al 5,4% del PBI en 2030. La deuda pública, en tanto, pasaría de un 79% del PBI en 2019 a casi el 100% en 2030. Pero esto no es todo porque, en caso de ganar, Trump tiene pensado implementar recortes impositivos adicionales, lo que aumentaría aún más el déficit fiscal.
Como los argentinos experimentamos en carne propia, los déficits fiscales elevados por mucho tiempo no suelen terminar bien. Como también experimentamos varias veces, recortar dichos déficits fiscales suele tener un impacto negativo en la actividad. Aquí es donde entran en escena los candidatos del Partido Demócrata. Históricamente, los presidentes de este partido suelen ser quienes vienen a ajustar las cuentas públicas, como fueron los casos de Clinton y Obama. Esta vez, de todas maneras, no queda claro qué harán, ya que varios de ellos tienen planes de fuerte expansión del gasto en salud pública, sin quedar claro si subirán los ingresos fiscales de manera correspondiente. El mayor impacto en la economía de los Estados Unidos y, por lo tanto, en la economía global, en el caso de que ganen candidatos como Elizabeth Warren o Bernie Sanders, se daría por el potencial aumento de las regulaciones y los impuestos corporativos, los que pueden tener un fuerte impacto en el crecimiento.
Otros riesgos para monitorear serán los potenciales conflictos en Irán o, más genéricamente, en Medio Oriente, los que siempre impactan en el precio del petróleo. Más cerca nuestro, las protestas podrían recrudecer en Chile y Colombia, y/o expandirse a otros países de la región. Comienza así un año lleno de actuales y potenciales riesgos para la economía global. Como siempre, los más interesantes serán los que todavía no vemos venir.