El impacto podría ser mucho mayor del que tuvo el SARS
La inactividad y la incertidumbre dan estos días a China un extraño aire sonámbulo. Apenas circulan vehículos o pasea gente por las calles. Más de 46 millones de personas están bloqueadas por la cuarentena. Muchos transportes, suspendidos. Las clases en los centros de enseñanza, canceladas hasta nueva orden. Los comercios, cerrados. El coronavirus de Wuhan, que ya ha matado a 170 personas e infectado a más de 7.800, amenaza con dejar, al menos a corto plazo, profundos efectos en la economía del país, que ya afrontaba su menor crecimiento en décadas, el 6,1%.
Junto al consumo, el sector más afectado por las medidas de contención ha sido el transporte. Al bloqueo de buena parte de Hubei, la provincia donde se encuentra Wuhan —el foco de la infección—, se suma la recomendación de evitar los desplazamientos en la medida de lo posible. Los aeropuertos, en la que debía ser su época de mayor actividad del año, están semivacíos. Se han paralizado rutas de autobús de larga distancia y de tren de alta velocidad. Los viajes al exterior con touroperadores se han suspendido. Según los datos oficiales del Gobierno, el transporte ha caído con respecto a las fechas de Año Nuevo lunar de 2019 en un 28,8%. En el sector ferroviario, el descenso llega al 41,5%. En el aéreo, el 41,6%.
La situación no podía llegar en peor momento. El Año Nuevo chino es, como las Navidades o el Black Friday en Occidente, el momento de mayor gasto en el consumo, un sector de cada vez más peso en el PIB chino. Una demanda débil y los sobresaltos causados por la guerra comercial entre Estados Unidos y China habían dejado el crecimiento económico en el 6,1%, su nivel más bajo en tres décadas.
“El impacto del coronavirus en la economía china puede ser mucho más importante que el que tuvo el SARS”, explica Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia del banco de inversión Natixis. García-Herrero alude al síndrome que, provocado también por un coronavirus de la misma familia que el de Wuhan, surgió en 2003 en un mercado de Cantón (sur de China) para dejar casi 800 víctimas mortales en todo el mundo.
Entonces, aquella epidemia restó un punto porcentual al crecimiento chino durante el segundo trimestre del año, que se situó en el 9,1%. Las ventas al por menor cayeron a la mitad. Aunque el golpe a la economía fue solo temporal, y en trimestres posteriores el crecimiento recuperó sus niveles previos por encima del 10%.
Pero ahora, apunta García-Herrero, “China depende mucho más del consumo de lo que dependía en 2003, y el consumo se va a desacelerar sin ninguna duda”. A los bienes de lujo y duraderos hay que sumarles el sector de la hostelería. “Son muchos sectores que se van a ver afectados, y que son mucho más importantes para el crecimiento chino de lo que eran en 2003, cuando la demanda externa era la clave”, señala.
“En China durante 2019, el consumo contribuyó cerca de 3,5 puntos porcentuales al crecimiento real total de un 6,1% del PIB. Un cálculo rápido apunta a que si el gasto en esos servicios cayera en un 10%, el crecimiento total del PIB caería en cerca de 1,2 puntos porcentuales”, apunta la consultora S&P Global Ratings en una nota.
Los primeros indicios no son alentadores. En su reapertura tras las vacaciones, las acciones en la Bolsa de Hong Kong han retrocedido un 2,4%. Debido al cierre de las principales cadenas y la suspensión de los grandes estrenos, en Año Nuevo, cuando se suelen romper récords de taquilla, la recaudación en los cines fue de solo 1,81 millones de yuanes, o unos 250.000 euros, según la compañía de venta de entradas Maoyan. Es una caída del 99% con respecto al año anterior.
“Es una certeza que el brote de coronavirus tendrá un impacto en el crecimiento económico de este trimestre”, considera Mark Williams, de Capital Economics, en una nota. En comparación con el SARS, “mientras esta vez la respuesta oficial más transparente y activa puede demostrarse más efectiva en la contención del virus, también puede hacer mayor el perjuicio económico inicial”.
Buena parte de estos daños podrían corresponder al amplio sector de la economía sumergida china, el representado por los migrantes a zonas urbanas. De regreso en el campo para pasar las festividades con sus familiares, muchos se han visto sorprendidos por la cuarentena o han visto alterados sus planes de viaje. El prolongado parón de sus puestos de trabajo puede dejarles sin ingresos mientras dure.
“Después del SARS, China adoptó una política fiscal expansiva, incluidos recortes de impuestos, para ayudar a la recuperación de los sectores más afectados”, apunta Tianlei Huang, del Instituto Internacional de Economía Peterson (PIIE). “Esta vez, China cuenta con grandes déficit fiscales y, por tanto, tiene menos espacio para aplicar estímulos fiscales que entonces. En la política monetaria, el banco central puede aumentar un apoyo de liquidez, pero no habrá un estímulo impulsado por el crédito”.
La clave, apuntan los analistas, estará en la rapidez con la que se resuelva la crisis. “Dependiendo de cómo se reduzca la crisis, y especialmente cómo lo gestione el Gobierno chino —no en poca medida lo transparente que sea—, el coste podría agravar la disminución del crecimiento chino”, apunta Huang.
Infobae
Que las desgracias nunca vienen solas es un dicho popular. Pero, para la Argentina, esa es una máxima ineludible. Al menos en los últimos años. A la sequía que se inició en abril de 2018 se sumó la suba de tasas en Estados Unidos, disparadores una crisis financiera y económica en la que todavía el país está sumido. El inicio, meses más tarde, de la guerra comercial entre China y Estados Unidos no hizo más que complicar un fallido intento de recuperación. Ahora, una nueva amenaza se cierne sobre la economía local: el coronavirus.
La expansión y prolongación en el tiempo de la enfermedad no sólo podría afectar el volumen de las exportaciones argentinas sino también los precios, lo cual terminaría mermando el indispensable ingreso de divisas que la Argentina necesita para crecer. Y también para pagar su deuda.
Si bien parece prematuro pronosticar el impacto sin conocer aún los alcances que tendrá la expansión de la enfermedad, que mantiene a ciudades chinas en la cuarentena más grande de la historia, lo cierto es que los mercados vivieron un lunes negro al que la Argentina estuvo lejos de ser inmune y, tras el contagio financiero, la preocupación se traslada a la economía real. Se descuenta una desaceleración de la economía china que disminuiría su demanda, lo que afectará, en principio, a sus países vecinos. Pero también estarán entre los primeros afectados los exportadores de productos básicos, según un informe de Bloomberg Economics.
Esto enciende todas las alarmas para la economía argentina, que en los últimos tres años logró aumentar 52% las ventas al gigante asiático, al llevarlas de USD 4.600 millones en 2016 a USD 7.000 millones en 2019. Así, las exportaciones a China representan hoy el 11% de las ventas externas totales y, más allá del complejo sojero, el golpe podría sentirse en un mercado que está en plena expansión: la carne. Las exportaciones de carne vacuna a China se cuadriplicaron en el mismo período y ese destino ya representa más de 60% de las ventas medido en dólares y el 73% en cantidades.
“Lo primera que va a estar afectada es, obviamente, la economía china, que se va a desacelerar. Si lo que se ve hoy se extiende en el tiempo, va a afectar la demanda doméstica de los exportadores hacia China. Y eso nos podría afectar, por el lado de la demanda y también por el lado de los precios, que podrían caer”, advirtió Marcelo Elizondo, economista especializado en comercio exterior, director de la consultora DNI. Como economía relevante el mundo –explica 15% del producto bruto global– China es formadora de precios de aquellos productos que produce y consume, por lo cual una menor demanda implicaría al menos volatilidad en los precios.
“El impacto sería directo, por una menor demanda de lo que le vendemos, e indirecto porque esa menor demanda haga caer los precios de los commodities a nivel internacional”, explicó Elizondo. Ese escenario, está claro, configuraría el peor de los contextos para el Gobierno argentino, ávido de los dólares que genera el sector agropecuario.
Una caída en el precio de los commodities no sólo expondría a la Argentina a nuevas turbulencias cambiarias sino que tendría un impacto sobre los ingresos fiscales ya que sería menor a lo previsto la recaudación prevista por la suba de retenciones que rige desde diciembre pasado. A ese combo, además, habría que agregar la pérdida de competitividad del campo, lo que ralentizaría uno de los pocos motores disponibles hoy para hacer crecer la economía.
La proyección de una situación semejante, sin embargo, es todavía aventurada. Por el momento, el peligro de shock externo viene dado por el canal financiero, en el que eventualmente podría generarse un ruido adicional para la renegociación de la deuda. Martín Vauthier, economista de la consultora EcoGo, considera que el impacto en principio luce acotado aunque advierte que cuanto más se dilate la discusión con los acreedores, más expuesta va a quedar la posición argentina a eventos negativos en el contexto internacional. Para Vauthier, aun cuando la expansión del coronavirus sea equivalente a la que tuvo en su momento la Gripe A, “puede haber algún impacto en el comercio por el lado de las exportaciones, pero limitado en el tiempo”.
El de la Gripe A, en 2009, es precisamente el antecedente más cercano y, tal vez, comparable. A diferencia de lo ocurrido hasta el momento, el virus llegó a la Argentina y tuvo impacto en el consumo doméstico.
Sin embargo, resulta difícil cuantificar su impacto en el desempeño económico de ese año, que fue muy malo, porque también en aquella oportunidad se conjugaron todos los males. En ese año, los coletazos de la crisis internacional de las hipotecas, más una sequía de magnitud similar a la de 2018 y también el virus chino hicieron caer la economía nada menos que 6% contra el año anterior y las exportaciones sufrieron una caída de 20% en ese período. Con dificultad para aislar el impacto de cada fenómeno, los expertos calculaban en ese momento que entre 1 y 1,5 punto de caída se correspondía con la gripe.
En cualquier caso, para 2020 se espera una caída de 1,5% a 1,7% de la actividad. Claro, sin contar con el coronavirus.
DF
Una jornada de pánico vivieron este lunes los mercados del mundo ante la incertidumbre del avance del coronavirus. Las bolsas globales y el cobre se desplomaron en la sesión, mientras que el dólar se disparó ante el peso chileno.
La situación no dejó indiferente al ministro de Hacienda, Ignacio Briones, quien reconoció la preocupación por el posible contagio en la economía chilena, principalmente a través de un menor dinamismo de China, nuestro principal socio comercial.
“Evidentemente es un tema que nos preocupa por la caída del precio del cobre. China es nuestro principal comprador de cobre, en consecuencia lo que pase con las perspectivas de crecimiento económico de ese país son relevantes, y ante los ruidos del coronavirus y un eventual impacto en la actividad económica, evidentemente se hace sentir en los mercados”, señaló.
Inquietud compartida por los analistas, quienes prevén que la incertidumbre global impactará las expectativas de recuperación local, ya golpeadas por los efectos de la crisis social del 18 de octubre y el incierto escenario constitucional.
El economista jefe de BCI Estudios, Sergio Lehmann, cree que “ciertamente” la recuperación de la actividad podría continuar postergándose, ya que hasta antes de estos eventos “se veía un escenario externo más favorable tras el acuerdo entre EEUU y China”.
También enfatiza que la demanda interna estará “muy debilitada este año”, por lo que “buena parte de la recuperación descansa en el desempeño de la economía mundial”.
Para la economista de Banco Santander, Sindy Olea, si el virus se sigue expandiendo y las autoridades demoran en controlar la emergencia “es probable que la economía china se vea afectada de manera más persistente”, lo que impactaría el valor del cobre e implicaría un escenario internacional “más adverso para nuestra economía, que ya tiene una frágil base para este año”.
El economista senior de Libertad y Desarrollo (LyD), Tomás Flores, advierte que el cambio en las perspectivas de la economía global afectará “sustancialmente” a la actividad local, “ya que tenía cifrada la recuperación en el mejor desempeño de nuestra exportaciones”.
Agustín García, economista de Banchile Inversiones, considera que la magnitud del impacto dependerá de que se logre controlar “con éxito” la expansión del virus, aunque cree que la recuperación está “principalmente sujeta a la disipación de una incertidumbre vinculada exclusivamente a factores internos”, como el debate constituyente.
Ante este agitado escenario internacional, ayer el Grupo de Política Monetaria (GPM) recomendó al Banco Central mantener la tasa de interés en 1,75% en la reunión que finaliza mañana
Este lunes la libra de cobre mantuvo por séptimo día consecutivo su racha bajista. Mientras que los futuros del metal llegaron a caer más de 3% en la jornada, el precio spot del commodity cayó un 3,17% en la Bolsa de Metales de Londres, a US$ 2,6213 por libra. Esto representa no sólo su menor nivel en poco más de tres meses, sino que también su mayor caída diaria desde agosto de 2018. Los inversionistas recuerdan el relevante efecto que tuvo en la economía asiática el brote de SARS en 2003 y miran con preocupación que se pueda repetir. Desde el mercado aseguran que es difícil saber cuánto más podría caer el precio de la materia prima, antes de tener una visión clara de la magnitud completa del brote, pero prevén que la volatilidad en la cotización continuar.
El temor por la situación en China volvió a impactar a las bolsas, especialmente en Asia. Sumándose a las abultadas contracciones que registraron los principales índices de ese continente, Europa y América, el S&P IPSA chileno se acopló a la oleada internacional de venta de activos riesgosos, con una caída de 1,71% que lo llevó a 4.561,60 puntos. Si bien las bajas fueron bastante transversales –con las 30 acciones que componen la nómina del selectivo terminando el día en rojo–, dentro de los peores resultados se ubicaron las compañías nacionales más expuestas a China: la metalúrgica CAP cayó 4,81%, acompañada por una baja de más de 3% de la Compañía Sudamericana de Vapores y CMPC, y una contracción de 1,93% en SQM. En las mesas de dinero no descartan que la volatilidad siga, pero prevén que si el riesgo del brote sigue escalando, se vería un impacto más marcado en los papeles más ligados al gigante asiático.
Los activos de riesgo en general tuvieron una difícil jornada ante la aversión al riesgo que generó el aumento de incertidumbre a raíz del brote viral, y el peso chileno no se salvó. Además de verse presionado por una baja generalizada en la cotización de las divisas emergentes, que cayeron en bloque ante el dólar ayer, la divisa nacional se vio impactada por la agresiva caída en el precio del cobre, principal producto de exportación en el país. Ayer, el tipo de cambio se ubicó en $ 791,70, su mayor valor desde principios de diciembre, lo que representa una subida de más de $ 13. Operadores del mercado señalan que es difícil predecir la evolución que pueda tener en el corto plazo el tipo de cambio, pero que una mayor expansión de la enfermedad podría empujar el dólar sobre $ 800.
Uno de los principales canales de contagio de la incertidumbre global a la economía chilena sería a través de las exportaciones. China es el principal destino de los envíos chilenos, con un 31,3% del total de 2019 y más de US$ 22 mil millones, según Aduanas. Desde ProChile señalaron que están monitoreando el desarrollo de este caso, aprovechando la presencia y contactos de sus oficinas comerciales en la zona, levantando alertas y coordinando las acciones necesarias para mitigar al máximo el impacto en la actividad comercial chilena. El subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, Rodrigo Yáñez, señaló que “estamos atentos al resto de los productos que componen la canasta de bienes exportados a China, donde figuran celulosa, salmones, papel prensa, vinos, ciruelas frescas y lácteos”. Desde la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) no visualizan algún riesgo comercial en la agricultura, ya que todavía -dicen- las preferencias de consumo chinas permanecen intactas. El gerente general de Gemines, Tomás Izquierdo, prevé un impacto en las exportaciones chilenas si el virus continúa desarrollándose, lo que “significa afectar la actividad económica en China y en los países exportadores de commodities”.