En los Alpes, las estructuras de hielo son protegidas de una curiosa forma para atenuar su desaparición.
Desde hace años (por no decir siglos) el deterioro que sufre nuestro ambiente requiere de nuevas soluciones y proyectos capaces de lograr su preservación. En especial, ante las consecuencias irreversibles del cambio climático y el aumento de las temperaturas promedio en el mundo. Acá es donde la ciencia y el ingenio deben convertirse en aliados.
Conscientes de la problemática del deshielo, hace nueve años que los habitantes de la zona de Obergoms (Suiza) protegen los glaciares con una especie de cobertor térmico gigante. Especialmente, el glaciar del Ródano, una de las piezas de hielo de mayor envergadura para la comuna y generador de turismo constante.
A simple vista este “edredón” parece un telón de teatro, pero el material con que está hecho es diferente de cualquier textil ya que tiene filtros UV para reflejar los rayos solares. Cómo resultado, estas mantas pueden retrasar un 70% del descongelamiento estacional de la masa de hielo. No obstante, los especialistas en glaciología no dudan en recalcar que se trata de una solución paliativa.
A futuro, los datos son alarmantes. Acorde al Instituto de Estudios para el Clima de Suiza, en los últimos 10 años se derritieron más de 30 metros lineales de acumulación de nieve en los Alpes. Y, de continuar este proceso, se estima que, en 2100, el 60% de los mantos blancos podrían volver meras costras de hielo.
A la lista de pérdidas también se suma el recuerdo del glaciar Pizol (en Mels), otra víctima del cambio climático que tuvo su propia “marcha fúnebre”. “Desde el 2006, este glaciar perdió un 90% de su extensión. Desde el punto de vista científico ya no puede usarse ese término para nombrarlo porque ahora solo cuenta con 26.000 metros cuadrados (la proporción de unas tres canchas de fútbol)”, detalló la ONG Asociación Suiza por la Protección del Clima en un comunicado que publicó la agencia de noticias Reuters.
Parches en el mundo
Como método de protección ante regresiones, la idea de envolver los glaciares con mantas también se replica desde hace seis años en Islandia y en Alemania. Por ejemplo, en los meses de verano, los extranjeros pueden ver el glaciar Schneeferner cubierto con seis mil metros cuadrados de tela.
Otra de las cicatrices ecológicas está en Italia y la muestra representativa son las dos grietas de 20 metros que fracturaron en tres pedazos al glaciar Planpincieux (en Mont Blanc).