El Salar de Uyuni, en el departamento boliviano de Potosí, es el mayor desierto de sal a mayor altura del mundo y la “Mejor Atracción Turística Natural de Sudamérica” en los World Travel Awards 2019 (una estrella indiscutible en Instagram). Se considera, además, la mayor reserva de litio del mundo: con 21 millones de toneladas del llamado “oro blanco”, probablemente más del 50% de la reserva global. Y la industrialización del litio es una de las principales apuestas del gobierno de Evo Morales.
Como socio estratégico para Uyuni, la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) eligió, en octubre de 2018, a la alemana ACI Systems. Ya entonces, el Comité Cívico Potosinista (Comcipo) marchó, exigiendo detalles del contrato. Y la prensa boliviana cuestionó “la capacidad técnica” de la parte alemana “para desarrollar e implementar un proyecto minero de litio complejo como el del Salar de Uyuni y mucho menos un proyecto de fabricación de material catódico y baterías de litio con tecnología de punta”.
Un año después, Marco Pumari, líder del comité potosino ha iniciado, junto a otra activista, una huelga de hambre por la anulación del contrato con ACI Systems, además de otro con una empresa china. “La empresa alemana se dedicaba a comercializar paneles y, lo peor, ni siquiera tiene plata, porque de manera conjunta, el Estado boliviano y la empresa van a buscar financiamiento”, se quejó Pumari al diario La Razón
En la realización del proyecto para la “Recuperación de hidróxido de litio de salmuera residual” en el Salar de Uyuni, ACI Systems Alemania (ACISA), subsidiaria del Grupo ACI “cuenta con el respaldo de una sólida red de expertos internos y externos, empresas e instituciones como K-UTEC Salt Technologies, Fraunhofer Gesellschaft y VDMA (la Asociación Alemana de la Industria de Ingeniería Mecánica)”, reaccionó por escrito Wolfgang Schmutz, director ejecutivo de esta empresa alemana, consultado por DW a través de su oficina de prensa.
“La minería no funciona en solitario, justo entre las empresas alemanas”, explica a DW por otra parte Hubertus Bardt, jefe del departamento de Investigaciones del Instituto de la Economía Alemana (IW), en Colonia. Empresas de desarrollo de proyectos como ACISA, buscan fuera las competencias de las que no disponen ellas mismas.
En Potosí, la huelga de hambre de Pumari y su compañera se vio apoyada este lunes 7, por marchas y bloqueos de calles. Exigen la derogación del decreto que sustenta esta sociedad mixta. Y mayores regalías por la explotación del litio en Uyuni, aunque la ley sobre minería y metalurgia fija una regalía del 3% para la región, por la explotación de carbonato de litio, cloruro de potasio y otros minerales.
“Desconocemos hasta qué punto el estado boliviano involucra a la población en las ganancias del proyecto”, reconoce el director ejecutivo de la subsidiaria alemana. Sin embargo, afirma haber desarrollado, junto a sus socios, un proceso de producción “nuevo a nivel mundial”, que permite “recuperar eficientemente litio de alta calidad y cantidad, a partir de la salmuera residual derivada de la producción de cloruro de potasio de YLB.” Esta salmuera, de la que ahora se extraerá hidróxido de litio, era antes desechada, insiste.
“La empresa mixta brinda a Alemania y Europa acceso directo a la materia prima litio”, concede Schmutz. Alemania necesita grandes cantidades de litio “para la industria automovilística, si queremos hablar con más fuerza de electromovilidad”, abunda el economista Bardt, del IW colonés.
Pero, a su vez, Bolivia accede a la tecnología para la extracción e industrialización de esta materia prima, a partir de esos residuos. “Dos socios están creando lo que uno solo no puede”, subraya. Schmutz. Esta vía, agrega Bardt, abre a Bolivia las puertas del éxito “como exportador” en el mercado internacional.
Las inversiones necesarias para que ACISA y YLB produzcan hidróxido de litio ascienden actualmente, según los estudios de factibilidad, a unos 300 millones de euros, que se financian de acuerdo con la participación de cada socio en el joint venture (YLB, 51%, y ACI Systems, 49), precisa Schmutz a DW. Además, el acuerdo firmado estipula que “parte del litio obtenido permanecerá en Bolivia”, señala el directivo alemán, sin precisar cuánto.
Además, según el directivo de ACISA, el contrato con YLB incluye “la posterior creación de otra empresa conjunta para la producción de material catódico y sistemas de baterías en Bolivia”. Algo para lo que la empresa alemana apuesta igualmente por “contactos con (otras) empresas alemanas y europeas, interesadas en participar como socios tecnológicos”.
En el plano social, la creación de hasta 1.000 empleos directos y 10.000 indirectos; la cualificación de empleados y la transferencia de tecnologías punteras a la sociedad boliviana; así como la entrega de parte de los beneficios a una fundación para la capacitación de jóvenes bolivianos, forman parte de la promesa de ACISA para la región. Para comunicarlo a la población local, la empresa dice haber estado trabajando con oenegés como Brot für die Welt y Misereor (obras sociales de las iglesias evangélica y católica en Alemania, respectivamente) en la coordinación de futuros eventos informativos.
En el plano ambiental, el director de ACISA presume de haber reducido “a la mitad” el consumo de agua usual para producir hidróxido de litio; así como de que entre el 20 y el 30 por ciento de la demanda energética se cubrirá con energía renovable local, “para reducir la huella de carbono”.
Las empresas alemanas se consideran “probablemente más sometidas que sus homólogas chinas a la presión de la opinión pública nacional” para cumplir determinados estándares sociales y ambientales, sugiere el analista del IW alemán, Hubertus Bardt. Alemania ganaría “demostrando que la extracción de materias primas puede ser social y ambientalmente respetuosa”, sostiene.
No obstante, advierte Bardt, “eso es algo por demostrar”. Y dependerá del compromiso de las empresas involucradas, de las condiciones que les haya impuesto el Estado boliviano y, no menos importante: de las exigencias de reconocidas marcas de la industria automovilística alemana, cuya imagen pudiera sufrir si sus suministradores de litio o bateras de litio no cumplen los estándares.