Según un estudio de Cochilco, la gran minería privada del cobre fue responsable de dos tercios del total del consumo energético del sector, tanto de electricidad como de combustibles, durante 2018. En tanto, Codelco representó el 28% y 27% del consumo de combustibles y electricidad respectivamente.
El uso de energía en la industria minera está en plena transformación, tanto por la renovación tecnológica como por el auge de la generación renovable, que ha reducido fuertemente su costo. A esto se añaden otros elementos como el envejecimiento de las minas, la caída de las leyes y la escasez de agua.
Como resultado de todos estos elementos, la incidencia que tiene la energía en los costos de producción de cobre ha caído 11,4% en los últimos años, lo que constituye una buena noticia para una industria que enfrentó bruscas alzas de precio de la electricidad y de los combustibles en años pasados.
Así lo muestra el Informe de Consumo Energético de la Minería del Cobre al año 2018, elaborado por la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco) y que da cuenta de estos cambios. Del documento se desprende que en las dos fuentes de gasto energético, es decir electricidad y combustibles, el consumo eléctrico constituye la principal fuente de gasto.
Medido en centavos de dólar por libra, el costo de la energía en 2018 fue de 28,3 centavos de dólar, 11,4% menos que los 31,9 centavos de 2015.
Esto obedece a la reducción de los costos de electricidad, a lo que se suman otros elementos, como el tipo de cambio.
“La irrupción de las energías renovables juega un rol, pero aún no es tan gravitante, ya que intervienen factores cambiarios que han influido significativamente en dicha caída”, aseguró el vicepresidente ejecutivo (s) de Cochilco, Jorge Cantallopts.
El personero destacó que cerca de un tercio del costo de la energía para la minería del cobre en el país se explica por los precios del diésel y otros combustibles fósiles. “Obviamente, esa ponderación varía significativamente en el tiempo a partir de cambios en los precios internacionales del diésel. En ese sentido, reducir su consumo no sólo contribuiría a bajar la emisión de gases de efecto invernadero, sino que también a una menor volatilidad en los costos energéticos de la industria”, agregó el ejecutivo.
Si bien, a nivel general los consumos de electricidad y combustibles son similares, a nivel de procesos la variación es importante. En este sentido, los tres más intensos en demanda energética son la mina rajo, que representó 40% del consumo total, seguido del proceso de concentración, con 30% y lixiviación, con 13%.
En el caso del consumo de combustibles, la mina rajo lideró con 79% del total, seguido de las fundiciones, con 9%. Para el consumo eléctrico en cambio, el proceso de concentradora fue dominante con 55%, seguido de la electro-obtención con 21%.
Todo esto abre espacios para ir reduciendo ese consumo y reemplazar el diésel por otras fuentes como la electricidad, sobre todo teniendo en mente las distintas iniciativas para reducir la huella de carbono en que están embarcadas algunas compañías.
Sin embargo, se trata de una evolución que recién está partiendo.
Al respecto, Cantallopts dijo que “en general no es directo sustituir combustibles fósiles por energía eléctrica, dado que ambas fuentes de energía se emplean con diferentes intensidades en diferentes procesos de la industria”.
A futuro, añadió, podrían surgir opciones interesantes. “Existen proyectos piloto para introducir camiones a hidrógeno a la industria minera a nivel de las principales mineras privadas y también iniciativas público-privadas”, indicó, agregando que a comienzos de 2018 Corfo adjudicó fondos a dos consorcios tecnológicos internacionales para el desarrollo de Camiones de Extracción Mineros (CAEX), que operen con sistemas de propulsión de los camiones de extracción por uno de combustión dual de hidrógeno y diésel.
“De materializarse y lograr la introducción de este tipo de camiones a la industria minera, se lograría disminuir emisiones directas de gases de efecto invernadero”, concluyó.