FLORENCIA BALESTRO Y EVELIN GOLDSTEIN*
El desarrollo de las energías renovables en la Argentina ha cobrado impulso con la sanción de la Ley de Energías Renovables (Ley 27.191) a fines de 2015. A partir de allí, se celebraron licitaciones (RENOVAR) y contratos entre privados a través del Mercado a Término de Energías Renovables (MATER) que podrían impulsar la construcción de más de 6.000 MW, lo que significa 10 veces la potencia instalada a inicios de 2016.
Asimismo, la Ley de Generación Distribuida (Ley 27.424) posibilita que tanto empresas como familias puedan generar su propia energía e incluso inyectar a la red. De esta manera, quienes instalen un sistema de generación renovable, podrán vender la energía a la distribuidora. Se espera que en los próximos 10 años se incorporen 1.000 MW bajo esta modalidad.
En este contexto, cabe preguntarse: ¿hay medidas para fomentar que los sistemas de generación renovable utilicen componentes de origen nacional? El marco normativo para los proyectos centralizados (RENOVAR y MATER) contempla el otorgamiento de certificados fiscales. Por su parte, los proyectos descentralizados o de generación distribuida, la ley establece que se brindarán exenciones impositivas y financiamiento subsidiado. Sin embargo, todavía no se han puesto en vigencia estas herramientas y aún existen puntos oscuros que deberán ser reglamentados.
A pesar de ello, por el momento la incidencia de bienes producidos localmente en los proyectos de energía renovable de gran escala no ha sido relevante, rondando el 10% o 20%, dependiendo la tecnología. En los proyectos de generación distribuida, de menor escala, todavía no se cuenta con información disponible y, además, se han construido solo un puñado de parques.
Entonces, ¿dónde hacer foco? En los parques eólicos un primer paso fue incorporar componentes que son de gran tamaño y peso – como la góndola y la torre – que por cuestiones de volumen y logística suelen producirse en el país donde el tamaño de mercado lo justifique. Aproximadamente, estos componentes representan el 30% del aerogenerador, lo que podría motorizar cerca de U$S 172 millones en los próximos 2 años si se construyeran todos los parques adjudicados restantes (Renovar + MATER). La obra civil y la logística es provista en la mayoría de los casos por proveedores nacionales y resulta importante avanzar en la consolidación de empresas de servicios que comiencen a operar en la etapa de ingeniería y construcción y posterior mantenimiento, tanto para proyectos solares como eólicos.
Gráfico: La Nación
En referencia a solar, es la tecnología más usada en el segmento de generación distribuida, por su posibilidad de modulación. Aquí, gran parte de las empresas que realizan instalaciones son PyMEs nacionales siendo éstas más proclives que las empresas grandes a utilizar componentes fabricados localmente, por lo cual resulta factible imponerse metas más ambiciosas. Si bien existe capacidad de aprovisionamiento en el país de la mayoría de los componentes requeridos – incluso hay una fábrica de paneles solares - debe hacerse foco en aquello en lo que las empresas proveedoras puedan ofrecer – aunque sea a mediano plazo - precios competitivos, productos de calidad y capacidad de abastecer la demanda. En particular, podría comenzarse con los tableros, cables y las estructuras. Aproximadamente, estos componentes representan el 25% del valor total de la inversión lo que podría impulsar U$S 325 millones en ventas si se integraran localmente los 1000MW proyectados de generación distribuida.
El potencial de las energías renovables para el país no sólo está vinculado al abastecimiento de energía más limpia y la posibilidad de su federalización, sino porque abre la oportunidad de consolidar un nuevo sector industrial que traccione un tejido productivo nacional, sobre la base tanto de capacidad instalada ya existente como de nuevos nichos. Lo que queda claro es que no debe analizarse a la industria como un todo, ya que en su desglose es en donde es factible reconocer sus potencialidades.
La eólica de gran escala presenta mejores oportunidades que grandes parques solares, mientras que la generación distribuida probablemente sea el espacio para pymes nacionales. Las externalidades positivas no sólo tienen que ver con el ahorro de divisas que implica el aprovisionamiento local, sino que se traducen en empleo, apropiación del conocimiento y tecnología y acompañan las acciones vinculadas con el cambio climático. Su consolidación en el largo plazo tiene como condición sine qua non un marco normativo que le otorgue previsibilidad y condiciones de acceso al financiamiento competitivas.
*Economistas UBA