Noah Smith
En un foro sobre cambio climático, el senador Bernie Sanders y la candidata presidencial Kamala Harris hicieron un llamado solicitando la prohibición total del fracking (o fractura hidráulica), bajo el argumento de que perjudica al medio ambiente en diversas maneras.
El senador Bernie Sanders lidera los esfuerzos dirigidos a una moratoria nacional sobre fractura hidráulica, el método de extracción de petróleo o gas a través de la fractura de la roca del subsuelo. Infortunadamente, esta prohibición dificultaría el logro de otro de sus objetivos: el cambio a la energía verde.
En un foro reciente sobre cambio climático, Sanders y Kamala Harris, la candidata presidencial del partido demócrata, hicieron un llamado solicitando la prohibición total del fracking (como se le conoce comúnmente a la fractura hidráulica), bajo el argumento de que perjudica al medio ambiente en diversas maneras. Sus productos, petróleo y gas natural, agregan carbono a la atmósfera cuando se queman. Pueden emitir varios contaminantes que llegan hasta suministros cercanos de agua potable. El fracking para gas también genera metano, lo que aporta al calentamiento global. Muchos votantes apoyan la prohibición, lo que sugiere que tienen conocimiento sobre estos problemas.
Así, a Estados Unidos le iría mejor sin el fracking y, debido al cambio hacia fuentes de energía renovable como la solar y la eólica, esto sucederá eventualmente. Optimistas consideran que se puede lograr para el 2050; por su parte, Sanders ha definido una ambiciosa meta de descarbonización de la electricidad y el transporte para el 2030. Sin embargo, una descarbonización muy rápida podría perjudicar esta crucial transición.
¿Por qué? Porque el cambio a la energía renovable requiere mucha energía. Es necesario fabricar paneles solares, turbinas eólicas, baterías y automóviles eléctricos en enormes cantidades, y modernizar edificios con nuevo cableado eléctrico y tecnologías de eficiencia de energía. Millones de vehículos tendrán que transportar trabajadores y materiales a casas y plantas eléctricas para instalar las tecnologías. Se necesitarán redes eléctricas inteligentes y espacios de almacenamiento para superar la intermitencia de la energía solar y eólica.
Todo esto requerirá enormes cantidades de energía, electricidad y gasolina. ¿De dónde provendrán? Actualmente, las fuentes renovables representan únicamente 11% del consumo principal de energía de EE.UU. Los vehículos eléctricos ganan participación de mercado pero solo constituyen menos de 1% de la flota de transporte del país. No se puede utilizar la energía solar y eólica para crear la capacidad de generación de más energía solar y eólica hasta que se tenga una gran cantidad de la misma. EE.UU. simplemente no ha llegado a ese punto; no cuenta con suficiente energía verde para impulsar la transición.
En cambio, si se prohíbe inmediatamente el fracking, EE.UU. probablemente volverá al uso del carbón y el petróleo importado (Sanders también propuso prohibir la otra opción —la energía nuclear). Esto significará muchas más emisiones de carbono y contaminación mortal del aire por el carbón. De igual manera, aumentaría los precios globales del petróleo, lo que beneficiaría a líderes como Vladimir Putin, presidente de Rusia, y Mohammed Bin Salman, de Arabia Saudita.
Este giro sería una lástima. En años recientes, la energía por carbón se ha desplomado, como resultado del fracking y el auge del gas natural.
Entretanto, el auge del fracking ha permitido a EE.UU. pasar de ser el mayor importador de petróleo del mundo a un exportador potencial neto de petróleo en el 2020.
La prohibición inmediata de fósiles, como algunos de izquierda sugieren, solo empeoraría las cosas. Si se eliminara la fuente de 83% de la generación de electricidad y más de 99% de su energía para vehículos, EE.UU. se vería reducido rápidamente a estándares de vida preindustriales.
En lugar de rechazar el fracking, EE.UU. debería buscar la manera de mitigar sus problemas ambientales a la vez que hace la transición y se aleja del petróleo y el gas cuanto antes. Las tecnologías disponibles pueden reducir la polución y las fugas de metano. El tratamiento de aguas residuales, el uso de agua reciclada y el fracking sin agua pueden mitigar la contaminación de aguas superficiales. Entretanto, se puede abordar las fugas de metano con una actualización o reemplazo de equipos viejos, con la captura de gas emitido en la fuente y la prohibición de la práctica de quemado en antorcha.
Estas medidas serían, por supuesto, pasos temporales. Los combustibles fósiles se eliminarán gradualmente. No obstante, irónicamente, para lograr una eliminación rápida se requiere un mayor uso en el corto plazo. Por otra parte, el petróleo y gas producidos a nivel nacional —bajo las protecciones ambientales pertinentes— son los menos malos. El fracking es un puente hacia un futuro con energía renovable. No debemos explotarlo antes de haber cruzado al otro lado.