Durante el programa RTV Economía, dos expertos debatieron sobre la importancia que representa la minería en la economía peruana, además de los diversos retos que tiene pendiente el sector.
Jorge Manco Zaconetti*
Si hablamos del impacto del sector minero en la economía, diría que es el más importante. No por el empleo que ocupa que puede ser de 1,5% de la PEA, sino por la capacidad de generación de atracción de inversiones en el país y sobre todo en el poder de compra.
La minería peruana no es como en Chile, pero sin duda es importante porque gracias a las divisas se pueden comprar alimentos, medicinas, fertilizantes, maquinarias, insumos y otras cosas más. Entonces, por ese lado el sector minero es tal vez el más importante además por las ventajas comparativas que tenemos, que a pesar de los conflictos sociales es el sector que atrae la inversión extranjera.
Ante los conflictos sociales tenemos que redistribuir mejor el excedente minero y por eso debe haber algunos cambios tributarios para que la minería tribute al fisco. Si nos comparamos con otros países, lo que captura el Estado entre el 2003 al 2012, periodo del boom de las materias primas, de cada US$ 100 de exportación el Estado peruano captó US$ 12 y en Chile capta el doble por la experiencia que tiene con Codelco. Entonces si queremos un Estado que redistribuya el excedente, tiene que haber mejor redistribución en esa riqueza.
El problema fundamental en el caso del oro y la minería es la informalidad, que la permite el Estado. Y es que no tiene una estrategia global para enfrentar los conflictos.
* Investigador de la UNMSM
Carlos Adrianzén*
Sobre el sector minero se dicen muchas cosas, pero no algunas como que está en declive. En primer lugar la minería metálicacomo porcentaje del PBI peruano ha bajado 2 puntos en los últimos 6 años.
No es el sector dinámico de antes si bien su escala sigue subiendo como porción de la economía, pero como pedazo de la torta es menor y eso explica que entendamos que por ejemplo en términos de la producción minera metálica por habitante esta se ha mantenido estancada en los últimos 20 años.
Ya no existe el cuento del boom minero porque ha habido muchos retrocesos en política económica. El primero del cual nadie habla es la tolerancia con la minería ilegal, llamada informal por intereses privados pero que es altamente destructiva, que no paga impuestos, no respeta reglas laborales. Ecológicamente, altamente destructivo.
El segundo, la inoperancia de la burocracia peruana que es incapaz hasta de hacer creíble un Estudio de Impacto Ambiental (EIA) para que la población no se enerve con este tipo de proyectos. Como resultado de esto tenemos el fracaso de Conga, Tía María.
El Gobierno debe permitir condiciones para que la inversión en todos los sectores florezca y no solamente trabar. No solo no garantizar el orden público porque en el Perú hay leyes y debemos cumplirlas. Los servidores públicos deben ser capaces de confiar en su gobierno.
*Decano de la Facultad de Economía de la UPC
Las protestas ininterrumpidas en el distrito de Cocachacra contra el proyecto minero Tía María han cumplido ya cinco semanas, y en la ciudad de Arequipa, diferentes gremios vienen protestando hace 15 días. El anuncio del Consejo de Minería de suspender la licencia del proyecto Tía María no convenció a los indignados en la ciudad. Ellos abogan por la cancelación definitiva del proyecto. Este clima beligerante nos ha revelado una serie de situaciones que estaban pasando desapercibidas o, simplemente, no se querían ver.
A nivel nacional, este conflicto ha sido el detonante para que el Ejecutivo proponga revisar la Ley de Minería que tiene 27 años de vigencia. Pero no lo ha hecho per se, sino por un pedido expreso de los siete gobernadores que conforman la Mancomunidad del Sur, cuyos territorios son el foco de la inversión minera. El presidente Martín Vizcarra hizo el anuncio de la reforma en el último mensaje presidencial, para beneplácito de los gobernadores y molestia de la CONFIEP. La reforma solicitada, entre otras cosas, propone la revisión de la tributación minera y el otorgamiento de concesiones.
Por otro lado, se ha conocido que la autorización a Southern Perú para la etapa de construcción de la concesión del proyecto Tía María, se efectuó pese a que faltaba levantar algunas observaciones y presentar otros tantos requisitos, como el estudio hidrológico de la zona del proyecto que sirvió como base del Estudio de Impacto Ambiental de Tía María. La celeridad de la aprobación de este permiso y la congelación del mismo hasta que el Consejo de Minería resuelva el recurso de revisión presentado por el Gobierno Regional de Arequipa, motivaron al Congreso a solicitar la presencia de los ministros de Economía y Finanzas, Carlos Oliva, y de Energía y Minas, Francisco Ísmodes, para que expliquen cuál es la situación administrativa del proyecto minero.
A nivel regional, se ha percibido la fragilidad de nuestras autoridades locales. Por un lado, el gobernador regional Elmer Cáceres Llica ha aprovechado esta situación para levantar su capital político, pues su gestión presenta serias deficiencias: ha cambiado su personal de confianza repetidas veces, no ha podido cumplir con su promesa de culminar la Variante de Uchumayo —una de las obras más emblemáticas de la ciudad—, y ha sido cuestionado por realizar gastos superfluos. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es la dirección de su gestión, pues todos estos meses no ha logrado comunicar qué persigue su gobierno, fuera de su reivindicación como provinciano. Asimismo, ha quedado en evidencia la pésima relación de Cáceres Llica con su vicegobernador, Walter Gutiérrez, quien contradictoriamente lo acusó de aprovecharse de los paros y después fue a negociar personalmente con Martín Vizcarra a la capital.
A nivel social la protesta contra Tía María ha dejado al descubierto la fractura que hay en la sociedad arequipeña, que va más allá de si hay un bando prominero y otro antiminero, sino que incide en la creencia de que hay ciudadanos que están a favor del desarrollo y otros que están en contra; estos últimos no serían arequipeños de cepa, revelando así un imaginario retrógrado y chauvinista que persiste en un sector de la sociedad, en el que los migrantes altoandinos y su descendencia, son culpables de los problemas de la ciudad.
La protesta también ha servido para conocer de propia boca de los pobladores de la provincia de Islay —donde está ubicado el proyecto—, cuáles consideran que son sus principales problemas. La encuesta realizada a la población por la Universidad Católica Santa María y la Universidad Católica San Pablo, ha identificado cuatro problemas: la mala calidad del agua (para riego y consumo), la escasez de este recurso, la pésima calidad de la salud, y la pobre calidad educativa.
La encuesta también revela que el 70% opositor considera a la minería como una amenaza por la contaminación, problemas con el agua, perjuicio a la agricultura, etc. Un reporte periodístico dio a conocer que la empresa minera y el Gobierno Nacional estaban al tanto de esta situación, pues fue el propio Ministerio de Energía y Minas quien contrató los servicios de ambas universidades. Aun así, otorgaron la licencia de construcción.
El tema del agua y los efectos ambientales del proyecto son los dos asuntos críticos en este problema, y no han sido atendidos adecuadamente en todos los años que tiene el conflicto. Recientemente, el Estado ha firmado el contrato para la realización de los estudios de la represa de Yanapujio para proveer de agua al valle.
Así, la evaluación de los impactos ambientales sobre la puesta en marcha del proyecto Tía María aún no resulta clara para la mayoría de la población y para opiniones de especialistas. Y como cereza del pastel, la reputación de la empresa que impulsa el proyecto tiene serios cuestionamientos. En estas condiciones, la suspensión de la licencia por 120 días resulta claramente insuficiente.
No hay mal que por bien no venga, reza el dicho. Y en el caso de este conflicto, por lo menos está sirviendo para cuestionar algunas cosas que se creían inamovibles dentro de la estructura económica del país, para sopesar el poder en el sur y reflexionar sobre las taras que aún carga la sociedad arequipeña.