VICTORIA TERZAGHI
El congelamiento del valor del barril dictaminado por Nación pone en jaque la actividad en la llamada "segunda Pampa Húmeda". Las operadoras reconocen que viven un momento de incertidumbre y esperan cambios en la norma.
La publicación y el sostenimiento del Decreto de Necesidad y Urgencia 566/19 que instauró un barril congelado para el petróleo argentino sumió a las operadoras de Vaca Muerta en una incertidumbre que se extiende mucho más allá de los 90 días de vida de la medida.
Desde el mismo gobierno nacional se pregonó la idea de que Vaca Muerta es la segunda Pampa Húmeda del país, por el potencial que posee para generar el ingreso de divisas contantes y sonantes. Siguiendo esa imagen, el congelamiento del barril lo que está generando una sequía en esta segunda Pampa Húmeda.
Para las primeras operadoras en apostar al shale neuquino la crisis que se vive primero con la corrida cambiaria y luego con el cepo al precio del crudo, es en realidad la segunda sequía que experimenta Vaca Muerta.
La primera temporada de malas cosechas ocurrió desde fines de 2015 y se extendió durante casi todo el 2016. En esa oportunidad la causa fue la estrepitosa caída del precio del Brent, el crudo de referencia para el mercado argentino que pasó en pocos meses de cotizar a 80 dólares para caer hasta los 30 dólares.
Esa primera sequía dejó un tendal de efectos colaterales y sus consecuencias negativas se extendieron por más de un año y llevaron a que el entonces ministro de Economía, Axel Kicillof, instaurara el Barril Criollo, que creaba un precio interno superior al que cotizaba cruzando la frontera.
Esta primera sequía llevó a que YPF resolviera la baja de 33 equipos petroleros, entre torres de perforación, pulling y workover en todo el país, y unos 11 en Vaca Muerta. En las filas de los afiliados al sindicato petrolero se contabilizaron 1.700 suspensiones, la mayoría de las cuales con el paso de los meses terminaron convirtiéndose en despidos.
La actividad en Vaca Muerta se frenó abruptamente y la fiebre que se vivía desde 2014 se borró dando lugar a una batería de medidas para achicar los costos, entre ellas la adenda laboral de los no convencionales.
La segunda sequía sobre Vaca Muerta acaba de comenzar y si bien lleva la cotización del barril nuevamente al rango de los 40 dólares, sus efectos aún son inciertos pues los costos actuales no son los mismos que en 2015.
Algunas operadoras como Vista Oil&Gas y Tecpetrol ya bajaron equipos que no estaban en actividad, mientras que desde otras firmas se postergó el cierre de licitaciones para nuevas obras a la espera de un panorama un poco más certero.
La fotografía de Vaca Muerta entre esa primera sequía y la actual es muy distinta. La nueva crisis encuentra a un mayor números de operadoras en actividad, con desarrollos mucho más avanzados y con la ventaja que da haber avanzado rápidamente en la curva de aprendizaje.
Son muchas las firmas que ya hicieron inversiones fuertes en el shale y que cuentan además con compromisos de desarrollo firmados. Es por esto que desde las operadoras se asegura que se sostendrán todos los trabajos en marcha, aunque siempre con la aclaración de que ese análisis es “por ahora”.
Esto se debe a que el congelamiento del precio del barril –en 59 dólares y del tipo de cambio en 45,19 pesos– impactarán mucho más allá de los 90 días que marca el decreto nacional. Las operadoras coinciden en que si no se instrumentan modificaciones en la norma, el día 91, es decir el día siguiente a la finalización del plan, será imposible para el sector actualizar todo el desfase generado.
Es que además de la crisis macroeconómica que llevó al dictado del congelamiento de los combustibles, el escenario político también aporta una incertidumbre adicional pues si el DNU rige hasta el 15 de noviembre, es muy posible que el gobierno de turno se extienda sólo hasta el 10 de diciembre y quede en manos de una nueva gestión la definición de las políticas energéticas.
Para algunas operadoras en esta segunda sequía, “hay que aguantar, achicar gastos y esperar a que pase”, mientras que para otras como Vista Oil&Gas la estrategia ha sido exigir cambios e incluso acudir a la justicia con una medida cautelar para frenar el congelamiento del barril.
En este escenario de incertidumbre las operadoras, los gobernadores de las provincias productoras de hidrocarburos y el gobierno nacional volverán a reunirse la semana que viene para analizar las propuestas presentadas para cambiar el eje del problema que es quién paga el costo del congelamiento de los surtidores.
Las operadoras creen que aún pueden hacerse modificaciones que, sin alterar los surtidores, liberen el precio del barril y mitiguen el impacto de una nueva sequía sobre Vaca Muerta que, a diferencia de la primera, esta vez fue instaurada por un decreto del gobierno nacional.
A diferencia del escenario que había hace pocas semanas, de un salto en la producción de cara al mercado exportador, desde la mayoría de las operadoras consultadas se advirtió que es posible que la producción de petróleo de Vaca Muerta caiga a raíz del congelamiento del barril.
Desde algunas firmas se indicó que continuarán perforando y fracturando pozos pero que es muy posible que no los conecten mientras el precio no sea bueno. En tanto que otras compañías también confiaron que es posible que regulen la producción (choke) a la baja dado que no es clara la obligatoriedad de aprovisionamiento que incluye el decreto.
En ambos casos la consecuencia sería una caída en la producción del shale oil, dado que aún sin una regulación de los pozos en marcha, la declinación de los existentes es más rápida que en los convencionales y podría afectar la producción final.
Este escenario fue el que se buscó evitar con las propuestas alternativas que presentaron tanto la provincia de Neuquén como el presidente de YPF, Miguel Gutiérrez en el encuentro que el martes mantuvieron con el gobierno nacional.
Todas las propuestas buscaron conducir a una liberación gradual del precio del crudo a sus valores internacionales. En el caso de Neuquén se propuso compensar buena parte de ese incremento con impuestos nacionales como el ICL entendiendo que en el congelamiento de los surtidores Nación no aporta ni un peso.
Desde YPF en tanto se presentaron varias propuestas por escrito entre ellas una que consiste en que las petroleras adquieran bonos argentinos, hoy devaluados por la corrida cambiaria, y que desde el gobierno nacional se reconozca por ellos el valor nominal. De esta forma ingresaría dinero al Estado y las firmas tendrían una diferencia para cubrir parte del congelamiento.