La dictadura venezolana parece haber entrado en un estado de definiciones. En algún momento, Nicolás Maduro deberá abandonar el poder y tal vez irse del rico país en busca de cobijo en el exterior y con él "sus cómplices".

También tendrán que regresar a sus naciones aquellos aliados que conquistaron resortes del Estado y lo sostuvieron en contra de las denuncias de la comunidad internacional: Cuba, Irán, China y Rusia ya imaginan su futuro. Pero negocios e injerencia política contrastan.

Es por eso que Rusia, Irán y China miran el porvenir y el mapa de toda América latina. Sobre todo dónde podrían obtener facilidades como las que consiguieron en tiempos de Hugo Chávez y Maduro. En ese contexto la mira está puesta en Bolivia, otro país riquísimo en recursos minerales, que pareciera ser el nuevo foco de atención de esas potencias, por necesidades políticas.

Es la nueva perla a (terminar de) conquistar. En las últimas semanas quedó de manifiesto la alianza que Evo Morales les propone y las facilidades que les tiende a su paso. Imperialismo, pero de amigos.


Las imágenes de Evo con Vladimir Putin y el canciller iraní, Mohammad Javad Zarif, encendieron alguna alarma. ¿Conoce Morales algo acerca de la vinculación de la teocracia en los ataques terroristas en Buenos Aires en 1992 y 1994? ¿Hasta dónde les facilitará el acceso a sus bienes minerales estratégicos? Bolivia representa un atractivo para Rusia, China e Irán, como para cientos de empresas de otras latitudes, pero también por una cuestión institucional. La fragilidad republicana que padece es alarmante, aunque la mayoría de América latina prefiera desentenderse. 

Putin, presidente de Rusia, depositó sus ojos en el altiplano. Rubricó junto a Morales convenios que facilitan la provisión de energía para Rusia. Litio y uranio figuran entre lo más requerido. Pero más: la construcción de un megaproyecto nuclear enigmático. Será alzado en la ciudad de El Alto, cercana a La Paz y a unos 4 mil metros sobre el nivel del mar. El intercambio comenzó en 2018. En junio viajó el último contingente de 10 científicos boliviano. ¿Para qué se necesita una planta nuclear a semejante altura? Misterio.

Mientras, los tentáculos de China van más allá de los generosos préstamos. Lo hace sobre una economía que se muestra sólida, pero que evidencia desgaste en los últimos semestres. A cambio, Beijing consigue también el litio, que es fundamental en las aspiraciones orientales. Bolivia eligió a un consorcio chino para que sea su socio en nuevos proyectos por 2.300 millones de dólares. 

Por su parte, Irán, desde hace tiempo cumple con el reglamento del manual del populista latinoamericano. Evo debería saber que uno de los objetivos de la Revolución de 1979 -la cual abraza-, es la exportación de su ideología a todo el planeta. Pero a Morales tampoco le preocupa la incomodidad que genera este vínculo con la teocracia iraní en el resto de la región. Brasil, Paraguay, Colombia, Chile y Argentina -entre otros-, tratan de contener la presencia de Hezbollah en América latina. ¿Bolivia continúa suministrándole uranio para su programa nuclear? El canal está abierto desde hace 10 años, tal como lo reportara entonces el diario The New York Times.