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ESCENARIO
Vaca Muerta y su ambicioso plan de inversiones. Jorge Sapag: La llave del desarrollo argentino
24/07/2019

Una propuesta para modificar definitivamente la producción energética de la Argentina

ENERNEWS / Ámbito
Guillermo Gammacurta

La explotación de Vaca Muerta, segunda reserva mundial de gas no convencional y cuarta de petróleo no convencional, ya es una realidad. Algunos datos confirman que el desarrollo del yacimiento de shale va en serio: están todos los grandes jugadores de la industria, ya se invirtieron u$s20 mil millones y hay 1.000 pozos perforados, en 7 áreas en desarrollo. Sin embargo, esta actividad supone el aprovechamiento de apenas el 5% de la superficie del yacimiento. 

El potencial de Vaca Muerta es indudable, pero alcanzar un desarrollo masivo supone el despliegue de un plan de acción para modificar definitivamente la producción energética de la Argentina. Mientras que hasta 2015 el objetivo era conseguir el autoabastecimiento, en los últimos tres años y medio se logró producir para exportar los excedentes. Ahora, en la propia industria plantean que la meta debe ser producir para exportar.

Fuentes de la petrolera Pan American Energy sostienen que “debemos ir a un nuevo paradigma y pasar de lo que hoy tenemos, que es exportar el excedente de la producción, a producir para exportar”. Lo que parece una sutil diferencia semántica, es en realidad un cambio que supone la diferencia entre seguir subexplotando Vaca Muerta o definitivamente avanzar en un desarrollo intenso del shale que ponga a la Argentina en el sitial de los grandes proveedores del mercado internacional. 

Etapas 

En mayo, la producción de gas creció un 7,6% con respecto al mismo mes del año anterior, alcanzando el nivel más alto desde julio de 2009. En el caso del petróleo, la producción creció un 4,2%, y acumuló 15 meses de crecimiento interanual ininterrumpido, según los datos de la Secretaría de Energía. Estos aumentos se explican por el crecimiento de la producción del no convencional de Vaca Muerta. 

El crecimiento de la producción, apuntalado por el shale, permitió retomar la exportación de gas a Chile a fines de 2018, algo que no ocurría desde 2007. Bajo la modalidad de contratos “interrumpibles”, en los primeros tres meses de este año la Argentina exportó un promedio de casi 6 millones de m3/día, que en marzo llegaron a un máximo de 9,6 millones en un día. 

Fuentes de la industria petrolera explicaron que “el próximo paso es ir a los contratos en ‘firme’ en el periodo no invernal para darle más certidumbre a la producción”. En este sentido, desde la Secretaría de Energía avanzan con un mecanismo que permita a las empresas suscribir contratos de venta en firme entre el 15 septiembre y el 15 de mayo, garantizando el abastecimiento doméstico mediante combustibles alternativos durante los días de mayor consumo. El objetivo para el período 2019/2020, es ofrecer 7 millones de m3/día, volumen que se irán ajustando en forma anual. Desde la Secretaría de Energía que conduce Gustavo Lopetegui consideran que tener más demanda de gas en los 8 meses de “no invierno” posibilita aumentar la producción, además de ir reduciendo las necesidades de recurrir a la importación en invierno. Es decir, la mayor producción permite exportar y a su vez disminuir la importación, lo que redunda definitivamente en la balanza comercial del país. Un dato no menor, si se tiene en cuenta que entre 2006 y 2013 la Argentina pasó de tener un superávit comercial energético de u$s 6.100 millones a un déficit de u$s 6.900 millones. 

El año pasado, el rojo fue de u$s 2.300 millones, y este año el Gobierno proyecta estar cerca del equilibrio. Una vez consolidado el país como abastecedor de gas para Chile y países de la región, en la Secretaría de Energía y el sector privado plantean como segunda fase lograr exportaciones en firme durante todo el año. 

Salir al mundo 

Conseguida la cobertura del mercado interno y el abastecimiento de los países de la región, el tercer paso de la Argentina es la provisión al mercado mundial de Gas Natural Licuado (GNL). Es que el mundo avanza hacía las energías renovables, y en la discusión por el cambio climático, el GNL aparece como la energía más limpia para ser usada como el puente entre las energías no renovables y las renovables. 

En tal sentido, la Argentina ya tiene un potencial mercado en Asia. Primero por la complementariedad que supone estar en el hemisferio opuesto a los países asiáticos en términos de las estaciones climáticas. Segundo, China se encuentra en una fase de sustitución del carbón por el gas, lo que supone una enorme demanda. 

En la actualidad, el selecto club de los productores de GNL está formado por apenas 20 países. Para poder ingresar en el mercado internacional del GNL, es necesaria la construcción de una planta de licuefacción que permite mediante un proceso de enfriamiento a –161° convertir el gas natural a estado líquido para poder transportarlo en buques especialmente preparados. Luego en el destino debe pasar por una planta de regasificación en donde es calentado para volverlo a su estado natural para ser distribuido. Con un costo de u$s 4.000 millones, la construcción no puede ser encarada por una sola empresa. 

El primer paso, lo dio la petrolera estatal YPF que instaló una barcaza en Bahía Blanca que realiza el proceso de licuefacción y tiene una capacidad de procesamiento de 2,5 Mm3/día. La petrolera ya hizo una primera exportación de GNL con un embarque que compró un trader internacional. La intención es empezar a partir de septiembre, cuando termina el pico de consumo de invierno de la Argentina, con una producción sistemática y exportación de GNL al mundo, aunque en estos pequeños volúmenes. 

Los tiempos corren contra reloj. Hay 5 proyectos en el mundo que sumados exceden en 5 veces la futura demanda de gas mundial, y la construcción de una planta de licuefacción lleva unos 4 años desde el momento de la adjudicación. Es decir, si se adjudicara en 2020, recién en 2024 podría entrar en producción. Entre el Gobierno y el sector privado hay consenso en que hay que exportar el GNL al mundo. “Muchas economías van a dejar de consumir carbón y van a empezar a consumir gas, con lo cual hay una oportunidad histórica de que aumente mucho la demanda de gas. No se puede esperar 20 años, si no se hace en los próximos 5 años, el tren pasó y ya va a haber molinos de viento”, analizó un ejecutivo de la industria. 

Como parte de este plan de acción, en YPF ya se encuentran trabajando en la ingeniería de proyecto de una planta de licuefacción en el puerto de Bahía Blanca. Fuentes de YPF explicaron que “la planta de licuefacción a gran escala, podría construirse de forma modular para poder ir ampliándola con el tiempo y que vaya sumando capacidad de producción”. La idea de una planta ampliable implicaría una etapa intermedia de producción de GNL antes de llegar a una capacidad del 100%. 

En YPF confían en que, para fin de año o bien a principios de 2020, ya podrán presentar el proyecto a toda la industria para buscar socios interesados en unirse al nuevo negocio de exportación de GNL. 

Claro que para que el proyecto pueda ser exitoso, no basta con la construcción de la planta. Un aspecto central es la competitividad en el precio. Estimaciones del mercado sostienen que para ser viable la Argentina debe llegar a un precio venta de u$s3 el millón de BTU. Una fuente de la industria sostuvo que “la construcción de una planta de licuefacción de 5 millones de toneladas por año, que implicaría unos 18,5 MMm3 por día de producción, debería ser encarada por varios jugadores de la industria. Para que esto prospere, debería estar acompañado de una serie de inversiones que permitan a la Argentina seguir incrementando su producción propia de gas y la capacidad de transporte”. En tanto que desde Pan American Energy indicaron que “se necesita mejorar los costos. Vamos a un modelo exportador y para esto debemos competir con el mundo. El desafío que tiene Vaca Muerta es poder desarrollar sus recursos a gran escala, en forma continua y a largo plazo y, para ello, debemos ser competitivos”. 

En esa línea, la industria tomó como una gran noticia el llamado a licitación que hizo el Gobierno para la construcción de un gasoducto desde la Cuenca Neuquina hasta el Gran Buenos Aires y el Litoral. La construcción de la primera etapa del gasoducto permitirá aumentar la capacidad de evacuación del gas producido en Vaca Muerta en inicialmente 15 millones de m3 diarios. El objetivo del Gobierno es que la construcción de la primera etapa del gasoducto esté completa para el invierno de 2021, lo que permitirá reemplazar Gas Natural Licuado (GNL), que aún ingresa por el puerto de Escobar, por producción doméstica por unos u$s240 millones anuales. 

Fuentes de la industria consideraron que “el proyecto del GNL debe ser una cuestión de Estado que no esté atado a un resultado electoral. Las petroleras realizamos inversiones de millones de dólares y necesitamos previsibilidad porque son proyectos de mediano y largo plazo”. 

Para que Vaca Muerta se convierta definitivamente en un “proyecto país”, deberán seguir creciendo las inversiones en upstream, y conseguir que más empresas de servicios, infraestructura y logística se sumen, para hacer más eficiente la cadena de suministros y lograr precios de producción que compitan a nivel internacional. 

Una vez más la Argentina está ante una oportunidad histórica. El tiempo dirá si la política, el Gobierno nacional y los provinciales, el sector privado y los sindicatos estuvieron a la altura para cambiar para siempre el futuro del país.

La llave del desarrollo

ENERNEWS / La Nación
Jorge Sapag

Vaca Muerta es hoy una política de Estado de la Argentina. Y eso es un logro de muchos, no tan solo de los que confiamos en este proyecto desde el primer minuto, allá por 2007, sino también de aquellos que se han ido sumando, aun habiendo sido opositores en el comienzo. 

Vaca Muerta es un proyecto que diseñó e impulsó Neuquén, una provincia gobernada por un partido provincial. Fue acompañado por un gobierno nacional de un signo político y continuó siendo apoyado por otro gobierno nacional de un signo político distinto. 

Los resultados están a la vista. Vaca Muerta comienza a convertirse en una de las herramientas para la generación de divisas, para resolver el "talón de Aquiles" de nuestra economía nacional, que subyace en los constantes ciclos de crecimiento y crisis que abruman a nuestro país. 

Actualmente se producen cerca de 85.000 barriles diarios de petróleo no convencional y nuestro objetivo es llegar a 500.000 barriles diarios en 5 años. Este invierno nos acercaremos al récord histórico en producción de gas natural. Ya somos exportadores, abasteciendo el 40 por ciento de la demanda chilena. Y en los próximos meses seremos exportadores regulares de petróleo liviano. 

Entre este año y el próximo se van a exportar desde Vaca Muerta petróleo y gas por más de US$ 2.100 millones. Este año, entre las inversiones extranjeras directas, las exportaciones, las sustituciones de importaciones energéticas y la disminución de los subsidios, Vaca Muerta va a generar US$ 10.000 millones en divisas. Esa cifra crecerá año a año. 

La Nación -vía impuestos y derechos de exportación-, la provincia del Neuquén -a través de las regalías e impuestos provinciales- y las demás provincias argentinas -por medio de la coparticipación federal de impuestos- ya perciben una nueva renta, que es de más del 50% de la facturación bruta del gas y del petróleo de Vaca Muerta, para ser invertidos en educación, salud, seguridad y obras públicas. Hoy Vaca Muerta ya está caminando, pero necesitamos que vaya más rápido y para eso aún nos quedan tareas por delante. 

Cuando una operadora decide invertir en Vaca Muerta, lo hace luego de haber comparado la rentabilidad que le va a brindar esa inversión respecto de otras cuencas. Con esa finalidad se evalúan los costos, la productividad de los pozos, los riesgos, la seguridad jurídica. La posibilidad de acelerar el desarrollo de Vaca Muerta depende de la capacidad que tengamos de atraer nuevos inversores que aporten capital para invertir, y para eso es imprescindible que les abramos las puertas y brindemos estabilidad jurídica y económica, que bajemos el costo de este capital disminuyendo el riesgo de invertir en la Argentina. Una ley nacional que brinde estas seguridades se hace imprescindible. 

Debemos seguir trabajando para lograr una mejora permanente en la productividad y ampliar la demanda llegando a nuevos mercados. Es imprescindible en el corto plazo continuar ganando mercados regionales para nuestro gas y, en el mediano plazo, construir plantas de LNG que nos permitan abastecer a mercados lejanos como China, sudeste asiático y la India. 

El desarrollo de Vaca Muerta requiere de fuertes inversiones en materia de infraestructura vinculada a la logística (vial, ferroviaria) y social (viviendas, escuelas, hospitales), para atender la fuerte afluencia de migrantes que estamos viviendo en Neuquén. Es imposible que esto pueda hacerlo por sí solo el Estado provincial con su presupuesto. Es necesario el concurso del Estado nacional y de inversores privados. 

El cuidado del medio ambiente es irrenunciable para la provincia del Neuquén. Esto, junto con el desarrollo de una cadena regional de proveedores y la consigna de ganar -ganar para el Estado nacional, el provincial, los municipios, los trabajadores y las empresas-, son las llaves del éxito de este proyecto de desarrollo. Haber conseguido que Vaca Muerta sea posible y rentable en la Argentina es prácticamente un milagro. Hace diez años en Neuquén no había un solo pozo shale. Hoy estamos frente a una potencial revolución energética, fundamental para cambiar nuestra historia. Pero también tenemos nuevos sueños: industrializar en origen nuestro gas y petróleo y potenciar las inversiones en energías limpias. El desarrollo de Vaca Muerta no tiene un límite y es irreversible, pero es fundamental la voluntad que tengamos como sociedad, sin distinción de banderías políticas, de llevarlo adelante. No podemos permitirnos fracasar.


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