De profesión, abogado. Su pasión, el arte y la escritura. Su misión, conducir los hilos de un organismo que hace un tiempo quedó inmerso en el escándalo de los cuadernos y que hoy busca recuperar legitimidad y transparencia.
Julio César Crivelli es consciente de que tiene por delante un panorama complejo, agravado por el contexto macroeconómico que pone a la industria de la construcción entre las cuerdas. "El sector es pro cíclico. Cuando hay crisis, somos los primeros en sufrir y cuando la economía se empieza a mover, somos los primeros en salir. En este momento la estamos pasando mal", admite el primer presidente no constructor en la historia de CAMARCO.
¿Qué porcentaje del total de la industria se lleva hoy la obra pública?
Julio César Crivelli: La obra pública es más o menos un 25% del total
-A pesar del contexto, se ve movimiento de obra pública. ¿Están cobrando en término?
No. Hay muchas dificultades de pago. Vialidad está haciendo un esfuerzo para arreglar las cuentas pero al mismo tiempo está paralizando algunas obras y disminuyendo el ritmo de otras.
-¿La construcción privada?
Todos los contratos que estaban en marcha siguen, porque no hay peor negocio que parar una obra, pero lo que estaba en carpeta sigue en carpeta. Frente a cualquier elección, los inversores paran. En nuestro sector, todos están pendientes al resultado de las elecciones. El mercado analiza que es lo mismo empezar ahora que en enero del año que viene. Es clave conocer el nuevo escenario económico y saber para dónde va la Argentina. Tampoco ayuda mucho la tasa de interés.
-Hay zonas en donde la construcción privada se ve muy sólida
Pero es todo Tripla A, donde los inversores se sienten seguros, tranquilos de que van a vender, van a cobrar y todo va a estar bien. Tenemos que generar esas mismas condiciones en la vivienda para la clase media, que es nuestro gran mercado. Ese segmento está sufriendo mucho y no tiene dinero para comprar.
-¿La ciudad de Buenos Aires sigue siendo una isla en relación al interior del país?
El interior está sufriendo mucho más la coyuntura. Es una realidad. Salvo las provincias que tiene actividad económica y que están muy bien administradas, como Córdoba, Santa Fe, Mendoza y algunas otras. Hay lugares en donde realmente están muy complicados.
La Argentina en los años '70 reemplazó la construcción de vivienda social que hacía el Banco Hipotecario y los privados a través de hipotecas por el FONAVI, que nunca construyó más de 34 mil viviendas por año, cuando hay un déficit de 3 millones de viviendas. Es un número irrisorio. No alcanza, ni le rascas la espalda al oso. Nosotros veníamos presionando desde hacía casi 20 años -sin éxito- para que se adopte un sistema hipotecario eficiente. Este Gobierno tomó el toro por las astas y decidió impulsar los créditos UVA, que es moneda corregida, como tiene Chile, Perú o Brasil. Es positivo, pero aún falta.
-¿Que falta?
Mucho incentivo a la inversión y subsidios a la demanda. Argentina tiene un déficit de viviendas tan grande que está en emergencia habitacional. Pasamos de tener el menor déficit habitacional de Latinoamérica a ser fuertemente deficitarios. Cuando uno tiene 3 millones de viviendas que construir, hay que tomar decisiones muy enérgicas. Reitero, el plan de las UVAs está bien, pero no es suficientemente enérgico como para contener semejante problema que tenemos por delante.
-¿Seguimos siendo un país con alta capacidad inversora en términos inmobiliarios?
Sin dudas. La capacidad inversora inmobiliaria de la Argentina todavía es muy poderosa. Un caso es Puerto Madero, tanto en Buenos Aires como en Rosario, para mencionar dos casos. Pero es todo Triple A, donde los inversores se sienten seguros, tranquilos de que van a vender, van a cobrar y todo va a estar bien. Tenemos que generar esas mismas condiciones en la vivienda para la clase media. Hay que definir un producto para que la mayor parte de esa inversión que se dedica al ABC1, baje y entre el los mercados B y C.
-¿Que margen del negocio le queda hoy al desarrollador en una economía muy golpeada?
En estas condiciones el margen es flaco. La demanda cayó, cuando cae la demanda cae el precio. No hay un margen atractivo para los inversores
-¿Hay algún negocio que pueda defenderse hoy sin perder margen?
Los terrenos, por ejemplo. Contrariamente a lo que la gente supone, no bajan de precio. Uno atesora en dólar, otros en oro. Hay gente que le gusta atesorar en terrenos. El dueño no va a bajar el precio nunca, va a esperar. En algún momento, se va a vender al precio que quiere.
-¿Que sucede con las redeterminaciones de precios?
A decir verdad están muy atrasadas. Con la inflación que hemos tenido, la verdad que es un problema serio. Hay obras que se están cobrando con precios de fines de 2018 o anterior. Nosotros hemos presentado un proyecto modificando, automatizando y simplificando este problema de la redeterminación de precios.
-¿En qué estado está?
Lo están estudiando seriamente
-¿Que obras deberían desarrollarse en los próximos años a su criterio?
hay mucho por hacer. Por un lado, la vivienda. Un déficit de tres millones es un pozo negro gigantesco que repercute en la educación, en la salud, en los valores de la sociedad. Si queremos dejar de ser pobres por favor construyamos viviendas urgente. El otro aspecto es la infraestructura. La Argentina ha agotado las posibilidades de inversión que la infraestructura que tiene produce. Para que haya inversión en industria o en comercio, tiene que haber infraestructura. Voy a poner un ejemplo: Martín Fierro llora porque lo mandan a "cruzar el desierto". Treinta años después, con los ferrocarriles, los pueblos, etc... esa zona era una de las cuencas agropecuarias más ricas del mundo. La infraestructura genera inversión privada asociada.
-¿Cómo trabajar entonces para generar ese ecosistema?
Mire, la inversión genera empleo y el empleo disminuye la pobreza. Si no tenemos inversión no tenemos empleo y si no tenemos empleo tenemos pobreza. Y cuando uno genera más personas por año de los empleos que produce, la pobreza se hace estructural. La Argentina tiene pobreza estructural. Lo que tenemos que hacer urgente es la búsqueda de obras de infraestructura que generen inversión privada asociada.
-¿Ejemplos?
La obra de la Panamericana, 430 millones de dólares que venían postergados de la época de Frondizi. Cuando se ejecuta la obra se desarrolla una ciudad lineal que va al borde de la Panamericana, con inversión 100% privada. Se instalaron desde quioscos hasta empresas multinacionales que generaron cientos y cientos de puestos de trabajo. Hay muchas obras parecidas para hacer.
-¿Como cuáles?
Muchas. En temas de transporte; de energía, en donde seguimos siendo muy débiles; en puertos. Tenemos que tener un organismo único, una agencia federal de infraestructura que estudie esto y que fije prioridades. Hay que pensar en proyectos con la inversión privada asociada que sean autosustentables. No es grave endeudarse para construir un ferrocarril, porque esto va a generar una inversión privada asociada, va a generar impuestos y con esos impuestos se va a pagar la deuda contraída. Lo que es muy grave es contraer deuda para pagar sueldos.
-¿Cuáles son los desafíos de su gestión?
Uno es conseguir que la infraestructura se ordene en la Argentina. Esto implica formar un fondo fiduciario intocable que genere un flujo creíble, que haga que nosotros podamos -contra ese flujo- tomar deuda con los bancos multilaterales, por ejemplo, y acelerar la cantidad de infraestructura para saltar este charco de déficit enorme que hoy existe. El otro desafió es tratar de convencer a este gobierno o al que fuere que hay que activar los mecanismos que hagan falta y que sean proporcionales a la crisis que tenemos. El tercer desafío es la administración de los contratos. La Argentina tiene un sistema de administración de contratos de principio del Siglo XX donde hay una enorme discrecionalidad del Estado que se refleja en altos costos, en eventual corrupción, y en una ineficiencia generalizada, que es lo peor de todo.
-¿Cómo se evita esto último que menciona?
J.C.C.: Con sistemas muy simples de administración de contratos donde el objetivo central es quitarle discrecionalidad al funcionario. Cuando una de las partes con la que se tiene que discutir tiene la suma del poder público, puede haber corrupción o malas decisiones. En el mundo se ha corregido con tribunales arbitrales específicos que funcionan muy bien. Cuando la parte pública y privada saben que en 4 meses hay una decisión a nadie se le ocurre hacerse el loco. Los contratos se administran de esta manera en todo el mundo.
-¿Por qué motivo la Argentina es una excepción?
En nuestro país al Estado le gusta mucho el poder. Pero el ejercicio del poder en los contratos no es bueno. Me hace acordar a la revolución industrial, donde el patrón tenía toda la fuerza y el obrero era un esclavo.
-¿Por qué aceptó el desafío de presidir la Cámara en un momento tan complicado?
he vivido de esto toda la vida, tenía un deber con la industria.
-¿Cómo afectó a la institución quedar en centro de la escena con el tema cuadernos?
La cámara no fue la sede de ninguna de las cosas que se están investigando. De todas formas, entramos en un proceso de vigilancia de la integridad. Hemos designado un Consejo Asesor que está integrado por el presidente de Poder Ciudadano, por el ex presidente de la Federación Interamericana de la Industria de la Construcción que es uruguayo, y por un ex presidente de la Confederación Internacional que es de nacionalidad chilena. También hemos contratado una de las (consultoras) Big Four que tienen mucha experiencia en temas de integridad. Además establecimos un código de ética.
-¿Hay actualmente en la comisión directiva miembros involucrados en la causa?
No. Cuando asumí puse como condición que no estuviera presente en el consejo ninguna persona involucrada en ninguna causa.
-¿Cómo ve la actualidad del país?
En este año se ha logrado un equilibrio presupuestario a costo del sector privado. Argentina tiene una gran anormalidad y es que el sector público pesa el 42% del producto. Cuando Néstor Kirchner toma el poder, el sector público pesaba el 27% y ya era alto. Hoy es el 47%. Esa grosera exageración la está sosteniendo el sector privado, porque la Argentina hasta la crisis cambiaria tenía un fuerte desequilibrio presupuestario y lo está emparejando por exigencia del Fondo.
-¿En otras palabras, lo que plantea es una reducción del empleo público?
Exacto. ¿Parece una mala palabra no?. También hay que aflojarle la presión al sector privado para que el sector pueda volver a invertir, porque si todo lo que ganas te lo quitan para bancar al sector público, la inversión se para, el empleo se para y la pobreza sube. hay que reducir el sector público. Va a ser un cambio cultural dificilísimo porque a la sociedad argentina le hablas de esto y entra en pánico.
¿Cómo se sale de un escenario tan crítico?
Para salir solamente veo dos elementos. Uno, generar el ecosistema necesario para que la Argentina sea atractiva para el inversor. No perdamos de vista que los argentinos tenemos un PBI entero ahorrado en el exterior. Hay que traerlo. Nosotros solos podemos salvar al país. Hay que generar las condiciones para que los empresarios quieran traer la plata. El otro elemento es impulsar algunas reformas urgentes como el sistema laboral y tributario. La Argentina independientemente de tener una presión tributaria altísima, tiene un sistema tributario confuso, complicado, lleno de líos. Hace falta siempre un experto para entenderlo. Entiendo que son cambios muy complejos, pero también muy necesarios.