Dicen que al Presidente Sebastián Piñera le preocupa particularmente el tema y que en medio de sus giras ha manifestado, en privado, que le convoca incluso más que otras paralizaciones del país, pues afecta la productividad y la imagen de Chile. No solo eso, no hay que olvidar que el crecimiento económico es el gran flanco de su administración y que lo ha llevado a bajar más allá del umbral sicológico del 30% de aprobación ciudadana, por lo que cualquier hecho que lo ponga en jaque entra inmediatamente en su radar.
Que sería algo corto, que los niveles de producción no afectarían demasiado el mercado del cobre, pues ya se encontraban bajos, que parecía lógico que con una votación a ciegas se "descolgara" una parte de los trabajadores, que los mismos entenderían que el país y particularmente el cobre atraviesan por un ciclo complicado y que el esfuerzo era el máximo que se podía hacer. Todo lo anterior fue parte de las premisas con que La Moneda ha tratado durante 12 días de sortear la huelga de tres sindicatos de Codelco en Chuquicamata, y todas hasta ahora le han fallado, a la luz de los resultados, pues la movilización sigue en pie.
De hecho, minimizar sus efectos habría sido parte del mal diseño del Gobierno, el que –de manera indirecta– le había señalado al vicepresidente ejecutivo de la Codelco, Nelson Pizarro, que considerando lo ocurrido en los años 2009-2010, la huelga en esta ocasión repetiría el mismo patrón de entonces, por lo que no duraría más de 4 o 5 días. En ese contexto, se planteó que la oferta de la estatal, que ha señalado estar haciendo su "máximo esfuerzo", sería un mensaje acogido por los trabajadores. El nivel de producción de la mina, de unas 160 mil toneladas anuales, se ha visto mermado hace ya varios años por los cambios en la competitividad del mercado. Así, la que fuera en los años noventa la mina de cobre más grande del mundo, hoy es por lejos superada por Escondida, la operación controlada por BHP.
La menor competitividad de "Chuqui" se explica, también, por las paralizaciones que han experimentado algunas de sus fundiciones, con miras a adecuarse a la nueva normativa ambiental. Estimaciones de mercado indican que, a abril de este año, Chuquicamata y Salvador han dejado de producir por esta razón del orden de casi 400 mil toneladas. De allí que el precio del cobre no se haya visto afectado por la paralización de la faena, lo que parece no preocupar demasiado en el concierto internacional. Pero a nivel local, lo que pareció partir como un bemol propio de este tipo de negociaciones, se ha vuelto cuesta arriba para el Gobierno con el correr de los días. En la agenda de
La Moneda está anotado el corte de cinta de Chuqui subterránea, la nueva etapa productiva de la mina, que en lo inmediato es solo un hito para la foto, pues, si bien marca un nuevo ciclo para la estatal, la operación estará en régimen total recién en unos siete años. El proyecto le ha costado a Codelco del orden de US$ 5 mil millones. Dicen que al Presidente Sebastián Piñera le preocupa particularmente el tema y que en medio de sus giras ha manifestado, en privado, que le convoca incluso más que otras paralizaciones del país, pues afecta la productividad y la imagen de Chile.
No solo eso, no hay que olvidar que el crecimiento económico es el gran flanco de su administración y que lo ha llevado a bajar más allá del umbral sicológico del 30% de aprobación ciudadana, por lo que cualquier hecho que lo ponga en jaque entra inmediatamente en su radar. La última oferta de la firma, que por ley establecía que debía ser votada en urna y no a mano alzada, entregaba –entre otros beneficios– un bono de término de conflicto de $14 millones 100 mil pesos, un reajuste de 1,2% y planes de salud de por vida.
Este último era un punto que preocupaba a los sindicatos, debido a la alta reincidencia de enfermedades laborales que tienen los trabajadores de la mina. Con ese punto resuelto, las autoridades apostaban casi como algo cierto que con la votación del sábado 23 la huelga se bajaba. Los cálculos, otra vez, fallaron. El lunes por la tarde y según detalló La Tercera, comenzaron las primeras luces de un eventual descuelgue. En las últimas 48 horas, la movilización ha sufrido una fractura, toda vez que el sindicato 1 llamó a que cada uno vote a discreción, algo que para el ala más radicalizada del movimiento es un llamado a descolgarse.
El punto de quiebre en la relación se dio porque los presidentes de los sindicatos habían llegado a un acuerdo previo con Codelco en relación con la última oferta, pero luego las bases rechazaron la propuesta en la votación del sábado.
De acuerdo al documento "Acta de Acuerdo Reanudación de Negociaciones", que los presidentes de los tres sindicatos –Rolando Milla, Liliana Ugarte y Cecilia González– firmaron, implicaba que, de no aprobarse esa última oferta, se darían por concluidas las negociaciones. Por eso, desde el rechazo en la votación del sábado las conversaciones entre la empresa y la compañía están en punto muerto. "Ni un puto peso" Es habitual que en este tipo de procesos de negociación, equipos profesionales y legales se hagan cargo en representación de todas las partes involucradas. Pese a ello y tímidamente –como ha sido la tónica de su liderazgo en la cartera– el ministro de Minería, Baldo Prokurica, se limitó a intervenir respecto al conflicto señalando que "esta es una división de Codelco que está pasando por un momento especial, que se transforma de una mina a rajo abierto a una mina subterránea y en donde no hay mucho más que poder ofrecer, es imposible el planteamiento de algunos de igualar las remuneraciones y los beneficios de los trabajadores nuevos con los antiguos".
Este último punto es el que entrampó la votación del pasado sábado. Eso sí, la intervención del ministro pareció, en todo caso, no mover ni un hilo entre los trabajadores. Prokurica se advierte bastante invisible, no solo entre los trabajadores de la mina sino también en la opinión pública en general, a pesar de su condición de secretario de Estado. De acuerdo a la última Cadem y pese a llevar ya quince meses de gestión, Prokurica se ubica junto a los ministros nuevos del gabinete como Teodoro Ribera y Sebastián Sichel, que no superan el umbral del 40% de conocimiento, con solo un 33%.
Más allá de la irrelevancia del titular de Minería en el conflicto, lo cierto es que la negociación de "Chuqui" se da en un momento particular: el escenario internacional ha hecho que el cobre retroceda a mínimos históricos. De allí que algunas voces traigan a colación la frase del propio Nelson Pizarro cuando, en agosto de 2016, se filtró un audio donde señalaba: "No hay plata, viejo, entiéndeme, no hay un puto peso”, para ejemplificar que la estatal atravesaba años complejos.
El experto y académico Gustavo Lagos explicó que, efectivamente, parece muy relevante que se explique por parte de actores independientes que el momento de la negociación es uno de estrechos márgenes para el negocio. Algo que hasta ahora el Gobierno no ha dicho con toda claridad. Codelco, por su parte, no se encuentra en nuevas conversaciones con los trabajadores. Lo que quedaría ahora es que los sindicatos, antes que se cumpla el día 14 de huelga efectiva, soliciten que se presente nuevamente la oferta, tomando en consideración que a partir de ese día es legal descolgarse y que se retrotrae la negociación a la primera oferta antes de la paralización. Así, La Moneda deberá seguir a la espera por un par días a ver qué sucede, si efectivamente se termina una huelga que no solo le preocupa, sino que también ha durado más de lo presupuestado.