Mike Pompeo se paseó por las cortes amigas de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos con el propósito de ensamblar una "coalición global" contra Irán, una idea que Washington ha barruntado en público desde que los sabotajes contra petroleros pusieran en jaque el tránsito de crudo por el estratégico estrecho de Ormuz.
El secretario de Estado estadounidense, un halcón de la Administración Trump que desempeñó un papel protagonista en el ataque contra Teherán abortado 'in extremis', inauguró en la península arábiga una semana de intensos contactos diplomáticos para impulsar la creación de una fuerza de protección marítima internacional en los confines del Golfo Pérsico.
"Arabia Saudí y Emiratos son dos grandes aliados en el desafío que representa Irán. Hablaremos de cómo garantizar que permanecemos estratégicamente alineados y cómo construir una coalición global, no sólo entre los países del Golfo sino también en Asia y Europa que comprenda este reto y esté preparada para confrontar al mayor patrocinador estatal de terrorismo en el mundo", declaró el jefe de la diplomacia estadounidense antes de emprender el periplo.
Pompeo -como el propio Trump y su yerno Jared Kushner- ha cultivado una estrecha relación con saudíes y emiratíes, defensores de una línea dura contra Teherán que Barack Obama ignoró. Unos lazos que han superado incluso el bloqueo de la multimillonaria venta de armamento aprobada por el Senado con el trasfondo de los bombardeos sobre Yemen, que han hundido al país en la mayor crisis humanitaria del planeta, y el intento del Congreso de castigar al príncipe heredero Mohamed bin Salman por su implicación en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
Sin ambos asuntos en el orden del día, Pompeo aterrizó ayer en Yeda, a orillas del mar Rojo, para abordar con Salman la escalada. "Productivo encuentro con el rey Salman para discutir el aumento de las tensiones en la región y la necesidad de promover la seguridad marítima en el estrecho de Ormuz. La libertad de navegación es primordial",tuiteó el estadounidense. Poco después, Bin Salman le agasajó con un almuerzo. "Durante la reunión, departieron de los desarrollos en la región y afirmaron la posición de ambos países de enfrentarse a las actividades hostiles iraníes y combatir el extremismo y el terrorismo", esbozó escuetamente una nota de la agencia de noticias estatal Spa.
Tras su encuentro en Yeda, Pompeo prosiguió su periplo hacia Abu Dabi, la capital desde la que se diseña la estrategia de intransigencia hacia la República de los Ayatolás, la que secunda Washington desde que en mayo del pasado año abandonara el pacto nuclear firmado en 2015. En los pasillos de la corte, Pompeo se reunió con Mohamed bin Zayed, el príncipe heredero de Abu Dabi y principal hacedor de los cambios que recorren la región. Su llegada estuvo precedida por el enésimo ataque del grupo rebelde chií yemení de los hutíes contra el aeropuerto civil de Abha, en el sur de Arabia Saudí. Una persona murió y otras 21 resultaron heridas en la arremetida.
"Los países del Golfo están experimentando una profunda sensación de riesgo. Irán es una amenaza directa y los hutíes en Yemen han demostrado que tienen capacidad para atacar objetivos blandos con precisión y con un efecto mortífero. Pompeo tratará de garantizar a Arabia Saudí y Emiratos que EEUU es un socio competente en materia de seguridad", señala a EL MUNDO Karen Young, analista del centro de estudios American Enterprise Institute.
Más allá de exhibir el evidente apoyo a sus compañeros en la batalla contra Irán, la diplomacia estadounidense persigue forjar una alianza que gestione un servicio de escolta a las embarcaciones que transitan el estrecho de Ormuz, por el transita el 40% del transporte de petróleo por mar del planeta. Un proyecto basado en la convicción de Washington de que los ataques contra petroleros volverán a producirse como represalia a las nuevas sanciones contra Teherán, que niega cualquier conexión con los sabotajes.
En busca del ensamblaje de la coalición, el enviado de EEUU para Irán, Brian Hook, visitó ayer Omán -el sultanato que ha servido de pacificador regional- y emprendió el camino hacia Europa. "Irán puede acudir a la mesa de negociaciones o ver cómo su economía continúa desmoronándose", amenazó quien tiene la misión de persuadir a unos socios europeos convencidos de que la confrontación de Washington refuerza a los sectores más recalcitrantes del régimen iraní. "Ha habido ya demasiados ataques. Podríamos haber tenido un desastre ambiental y una gran pérdida de vidas por las imprudentes provocaciones iraníes", arguyó tras recalcar la necesidad apremiante de un coalición global para proteger el transporte marítimo, publicó El Mundo.
Hasta 17 países se han visto perjudicados por los ataques en el golfo de Omán, ya sea por la propiedad de los buques, su tripulación, los seguros o los contratos de suministro. A juicio de Hook, la rúbrica de la alianza podría incrementar el aislamiento de Irán y sus aliados. La alianza, denominada 'Programa Centinela', buscar "tener ojos en todo el transporte" a través de medidas disuasorias, avanzaron fuentes del Departamento de Estado estadounidense.
"Este movimiento es parte de una fotografía mayor de una nueva arquitectura de seguridad", apunta a este diario Theodore Karasik, experto del Gulf State Analytics, con sede en Washington. "La idea de la coalición global de incluir a los países del Este asiático es un importante paso de la próxima fase de presión extrema contra Irán. La única manera de que Pompeo tenga éxito es si cuenta con Emiratos y Arabia Saudí para ejercer su influencia en Asia y unir a todos los jugadores contra Teherán", agrega. Para cerrar lealtades, EEUU confía en la cumbre del G20 que acoge Japón a finales de esta semana y el viaje de Pompeo a India y Corea del Sur. En un tuit, Trump advirtió: "China obtiene el 91% de crudo a través del Estrecho; Japón el 62% y muchos otros países también. ¿Por qué hemos protegido durante muchos años las rutas de navegación para otros países por 'compensación cero'?".
Antes de desembarcar en Asia, Pompeo anunciará el bautizado como "pacto del siglo" para israelíes y palestinos desde Bahréin. Otro de los retazos de una fotografía de Oriente Próximo en la que Trump ansía dejar huella. "Cuando la coalición global se combina con la conferencia de Jerusalén entre Rusia, EEUU e Israel, emerge una imagen estratégica sobre cómo el paisaje de la región podría lucir en los próximos meses. En otras palabras, se está produciendo un nuevo nexo que podría remodelar la región. O tal vez no", concluye Karasik.
Tarde o temprano, la «máxima presión» de los Estados Unidos sobre Irán se alcanzará inevitablemente con la «contrapresión máxima». Las chispas están obligadas a volar.
Durante los últimos días, los círculos de inteligencia de Eurasia han estado incitando a Teherán a considerar un escenario bastante sencillo. No habría necesidad de cerrar el Estrecho de Ormuz si el comandante de la Fuerza Quds, el General Qasem Soleimani, el último Pentecente bête noire, explicara en detalle, en los medios globales, que Washington simplemente no tiene la capacidad militar para mantener abierto el Estrecho.
BIS solo se comprometerá, oficialmente, a indicar que el monto nocional total pendiente para los contratos en marcadores derivados es un estimado de $ 542.4 billones. Pero esto es sólo una estimación.
La fuente bancaria agrega: “Incluso aquí es lo nocional lo que tiene sentido. Importes enormes son derivados de tasas de interés. La mayoría son nocionales, pero si el petróleo llega a mil dólares por barril, esto afectará las tasas de interés si el 45% del PIB mundial es petróleo. Esto es lo que se denomina en el negocio un pasivo contingente «.
Goldman Sachs ha proyectado un posible, $ 1,000 por barril unas pocas semanas después del cierre del Estrecho de Ormuz. Esta cifra, multiplicada por 100 millones de barriles de petróleo producidos por día, nos lleva al 45% del PIB global de $ 80 billones. Es evidente que la economía mundial colapsaría solo por eso.
Barcos petroleros que se incendian cerca del estrecho de Ormuz. Buques de guerra de Estados Unidos que responden a llamadas de emergencia. Un discurso belicoso que enciende los temores de un conflicto amplio.
Ya hemos estado aquí antes: hace 28 años, Estados Unidos e Irán tuvieron un grave enfrentamiento en estas mismas aguas. Hubo barcos que fueron atacados y tripulantes que resultaron muertos y heridos.
Antes de que todo acabara, un avión de pasajeros de Irán había sido derribado en pleno vuelo por error.
La "guerra de los petroleros" fue un momento de alta tensión internacional que se produjo al final del conflicto bélico entre el Irán revolucionario y el Irak de Saddam Hussei
Ambas partes habían intercambiado ataques contra sus instalaciones petroleras respectivas desde mediados de la década de 1980.
Pronto, barcos neutrales también empezaron a ser atacados, mientras los países en conflicto intentaban ejercer presión económica sobre el otro lado. Los petroleros de Kuwait, que transportaban crudo iraquí, eran especialmente vulnerables.
Estados Unidos, bajo el mandato de Ronald Reagan, era reacio a participar. Pero la situación en el Golfo se volvía cada vez más peligrosa, algo que se hizo evidente cuando un buque de guerra de Estados Unidos, el USS Stark, fue golpeado por misiles Exocet disparados de un jet iraquí
Funcionarios iraquíes luego dijeron que el suceso había sido un accidente.
Para julio de 1987, barcos petroleros kuwaitíes que habían sido matriculados de nuevo y entonces ondeaban la bandera de Estados Unidos, eran escoltados a través del Golfo por buques de guerra estadounidenses.
A la larga, se convirtió en la operación de convoy naval más grande desde la II Guerra Mundial.
Entonces, igual que ahora, Estados Unidos e Irán estaban enfrentados.
El líder supremo de Irán, ayatolá Jomeini, había estado llamando a Estados Unidos "el Gran Satán" desde la Revolución Islámica de 1979.
Washington aún estaba resentido por la humillación de ver cómo 52 de sus diplomáticos estuvieron atrapados como rehenes en Teherán durante 444 días, entre 1979 y 1981.
Entonces, aunque Irán e Irak eran ambos responsables de la crisis, la guerra de los petroleros pronto se convirtió en parte de la enemistad que se venía cocinando a fuego lento entre Teherán y Washington.
Se trata de un pleito que nunca ha desaparecido y que ha resurgido una vez más con la decisión del presidente de EE.UU., Donald Trump, de aplicar la "máxima presión" después de haberse retirado del acuerdo nuclear con Irán de 2015.
Una vez más, las aguas a ambos lados del estrecho de Ormuz se han convertido en el campo en el que este enfrentamiento casi patológico se desarrolla.
Pero ¿ha cambiado alguna cosa desde entonces?
"Ambas partes han expandido sus capacidades", apunta Martin Navias, autor de un libro sobre la "guerra de los petroleros".
El experto afirma que Irán tiene más capacidad que nunca de usar minas, submarinos y lanchas rápidas para atacar y dañar barcos comerciales y militares.
Y no es solamente una confrontación en el mar: el hecho de que Irán haya derribado un sofisticado dron de vigilancia de Estados Unidos apunta hacia otra batalla, arriba en el cielo.
Si los ataques sobre los buques petroleros escalan, podríamos ver otra operación en la que haya tanqueros cambiando de bandera y siendo escoltados por naves de Estados Unidos.
El 24 de julio de 1987, un barco kuwaití que había sido vuelto a matricular como estadounidense chocó contra una mina iraní durante la primera misión de convoy.
Estados Unidos desplegó más fuerzas y barcos. Ambas partes se encontraban en rumbo de colisión.
En septiembre, helicópteros estadounidenses atacaron un barco iraní luego de verlo colocando minas durante la noche.
En los meses siguientes, más petroleros y una fragata estadounidenses sufrieron daños. Las fuerzas de Estados Unidos respondieron con aún más poder de fuego, destruyendo bases de la Guardia Revolucionaria y atacando barcos de guerra iraníes.
Al final todo acabó, pero no antes de que el crucero lanzamisiles USS Vincennes confundiera un Airbus A300 iraní con un avión de ataque y lo derribara, causando la muerte de los 290 pasajeros y de la tripulación a bordo.
El informe oficial sobre el incidente decía que el "estrés, la fijación con las tareas y una distorsión inconsciente de los datos podía haber tenido un papel central" en lo ocurrido.
La Armada estadounidense invirtió grandes cantidades en tecnología y formación para evitar este tipo de errores catastróficos en el futuro.
Pero Nick Childs, un analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés), señala que el ambiente actual, con rivales que además intercambian disparos de salva en redes sociales, genera una atmósfera febril.
"El espacio informativo ha cambiado. La gente se pone nerviosa. El peligro es que cada lado esté interpretando equivocadamente al otro", señala.
Tanto Donald Trump y Hassan Rohani dicen que no quieren una guerra. Los "halcones", en ambos lados, son un poco más ambiguos.
Navias considera que aún no estamos encaminados hacia otra guerra de los petroleros.
"No estamos viendo una campaña contra barcos, sino una campaña de señales", dice. "Los iraníes le están indicando a Estados Unidos que ellos podrían escalar".
Pese a todo el drama de esos meses entre 1987 y 1988, en realidad muy pocos petroleros fueron hundidos y el transporte a través del estrecho de Ormuz nunca estuvo afectado de forma importante.
Ahora, 30 años más tarde, Estados Unidos es mucho menos dependiente del petróleo de Medio Oriente. Irán tiene mucho más que perder, en términos de importaciones y exportaciones, si se cierra el estrecho de Ormuz.
Por lo pronto, otra guerra de los petroleros parece improbable. Pero el hecho de que ninguna de las partes realmente quiera una confrontación abierta no significa que no vaya a ocurrir.
Navias afirma que los peligros son reales. "Este tipo de ambiente está cargado de posibilidades", advierte.