La cuenca shale neuquina ha desarrollado en estos años sus propias reglas de juego, en base a pruebas y errores, desde 2013, cuando empezó fuerte la carrera de los no convencionales. Pero hoy, ante el estancamiento de la economía nacional y el círculo vicioso del sistema financiero, todos empiezan a mirar a Vaca Muerta como un modelo económico a seguir.
El economista y consultor Ricardo Arriazu disertó en el Precoloquio de IDEA en Neuquén sobre qué hacer con Vaca Muerta y si es posible tomar un camino para revertir el rumbo económico negativo de Argentina a largo plazo.
Cree que el desarrollo de la cuenca neuquina llegó en un momento en que el país tiene serios inconvenientes económicos que pueden revertirse (déficit, estancamiento del PBI) si se empieza a acelerar la producción junto con las inversiones.
El escenario tiene un círculo virtuoso pero también limitaciones, y un factor fundamental para que las operadoras empiecen a invertir está relacionado con la “tasa de descuento” de los proyectos hidrocarburíferos, algo así como lo que se pretende ganar en un futuro, traducido a porcentajes. Mientras más alta esté la tasa, más inviables se tornan los proyectos. La tasa es uno de los factores, sumado al contexto político y la posibilidad de no caer en un default, de la conformación del riesgo país.
De acuerdo con lo explicado por Arriazu, Argentina hoy se ubica en tasas de hasta el 20% que hacen que Vaca Muerta solo sea viable en cálculos, con un barril a 57 dólares para los proyectos petroleros y con un valor de 4,5 dólares el millón de BTU para el gas. Para producir dentro de ese rango de precios, las operadoras tuvieron que bajar fuertemente los costos, desarrollar tecnología y aplicar otras técnicas para ser productivas.
Más allá del contexto, las operadoras se empezaron a mover en la cuenca con los anuncios de pasar a fase de desarrollo masivo, como lo hicieron ExxonMobil la semana pasada y Shell hace un par de meses.
Arriazu explica en la disertación que con tasas de descuento menores al 10%, el flujo de inversiones podría ser otro en Vaca Muerta y podría empezar la aceleración de la actividad, que implica elegir un camino con el menor riesgo posible.
El aumento de la actividad del shale en la cuenca neuquina, sumado a otros factores en el país, hizo que la balanza energética empiece a estabilizarse, según entiende el economista. Después de haber generado un déficit de 7500 millones de dólares en 2013 (se compraba gas caro a Bolivia), la ecuación energética parece revertirse a cero en 2019. Y la proyección, de acuerdo con los niveles de producción en Vaca Muerta, es que el superávit energético sea de unos 30.000 millones de dólares en 2030, si empiezan a entrar más áreas a desarrollo masivo.
Cuatro escenarios
Arriazu plantea cuatro escenarios posibles en la producción de petróleo y gas en Vaca Muerta a 10 años, más allá del contexto. El primero, más positivo, implica un crecimiento exponencial a partir de 2018, que sugiere pasar de una producción de 75 millones de toneladas de petróleo equivalentes (TEP) a casi 250 en 2030. En una hipótesis de crecimiento base, el segundo escenario, la producción llegaría a 175 TEP; mientras que la tercera hipótesis, trazada por una estimación de la Secretaría de energía de la Nación, llega a unas 200 toneladas. El cuarto escenario, en un contexto más negativo, la producción alcanzaría unos 100 TEP, un 40% de las expectativas. De cualquier manera, Vaca Muerta seguirá creciendo.
El economista, además, puntualizó sobre los riesgos que existen en desarrollar el sector energético (donde se necesita importar insumos) sin que eso afecte a las cuentas externas ni dañe las variables de las demás economías, como por ejemplo la agricultura. Desarrollar el sector energético y revertir el déficit general de la economía implica también que otros sectores puedan entrar en déficit, con el “modelo Vaca Muerta” (ver gráfico).
En seis años, la industria del shale ha tenido una curva de aprendizaje, a base de prueba y error, que hoy empieza a dar sus frutos en la ecuación de rendimiento en cada pozo. De acuerdo con el informe de Arriazu, basado en datos de la cartera energética nacional, el nivel de producción en cada pozo subió de 100 barriles diarios en 2012 a 650 en la actualidad. Se logró aplicando mejor tecnología, diseño de fractura y baja de costos.
No obstante, el desafío que propone es no detener la carrera de Vaca Muerta, ya que, a diferencia del viejo petróleo convencional, el shale tiene una rápida tasa de declinación, por lo que exige una actividad permanente.
Vaca Muerta está ahí. Tiene las condiciones de la mejor roca del mundo. Depende de qué manejos y decisiones se tomen para que los números bajo tierra emerjan a la realidad.