El Medanito, que se comercializa a valores del Brent, tiene una composición de unos 33/34 grados API, lo que lo hace atrayente para producir tanto naftas como gasoil. Es homogéneo, “sale” igual en casi toda la cuenca neuquina, y por eso es una marca.
Pero el petróleo de la cuenca neuquina está mutando. Y esa mutación, la marca de un origen geológico diferente, implica una variación molecular, orgánica, que lo hace más liviano. Pero no es homogéneo. Casi que se puede decir que en Vaca Muerta hay tantos crudos como áreas de donde se lo extrae.
“Las refinadoras lo que hacen es destilar una parte de shale con otro crudo más denso”, describe el ex secretario de Energía José Luis Sureda, quien pondera que el Medanito permite “hacer una diferencia muy importante en la producción de gasoil y nafta, ya que tiene unas características fantásticas”.
El caso del shale, ese crudo de Vaca Muerta que es más liviano, y diverso según el lugar de donde se extraiga, implica que por sí solo las refinerías obtienen más nafta que gasoil, además de imponerles la necesidad a mediano plazo de invertir sumas varias veces millonarias para obtener mejores rendimientos.
Al mismo tiempo, quizás encierre alguna clave futura, ya que podría estar indicando un mercado al que acudir para las exportaciones a gran escala y el trazado de los oleoductos que se necesitarán para transportarlo.
En esa línea, están los que sostienen que la salida al Pacífico sería lo más adecuado. Singapur y China son dos destinos con las tecnologías de refinación que se adecuarían sin sobresaltos al shale neuquino. “Las inversiones necesarias en las refinerías argentinas varían de acuerdo con la magnitud. Pero hablamos de cientos de millones de dólares”, afirmó Sureda ante una consulta.
Consideró que, “al final del día, quizás en el futuro lo que haya que evaluar es una segmentación” con “el Medanito por un oleoducto y los crudos de Vaca Muerta por otro”. Esto, al evaluar los posibles destinos de exportación, por el Atlántico o por el Pacífico, en ese mejor escenario que muchos prefiguran para Vaca Muerta, cuarta reserva mundial de petróleo de esquisto.
Es que el frente externo comenzó a ganar terreno. La producción de gas iba a toda máquina con el empuje de la resolución 46 (el subsidio a operadoras que extraen el fluido de la cuenca neuquina), pero la caída parcial de ese aporte estatal, sumada a la necesidad de mercados y el déficit estacional del consumo y del transporte, viraron los planes de negocios de las petroleras.
Con el Brent en la brecha de los 70/75 dólares, el shale oil ganó terreno. Tanto es así, que el gobierno neuquino vaticina las primeras ventas por 500 millones de dólares para este año, con una progresión en aumento para los próximos meses.
Pero volviendo a la característica del “nuevo” petróleo neuquino, hay que señalar que se da en un contexto mundial de creciente incidencia del shale en las refinadoras. Y esto se debe a la mayor preponderancia de formaciones como Permian (Estados Unidos) en el mapa mundial del petróleo, con la potencia norteamericana como nuevo gran jugador de peso fijando condiciones.
“En la refinación se está dando algo que se conoce como revamping. Esto pasa en Estados Unidos y parte de Europa, donde las refinerías se ponen a punto para tratar el crudo de no convencional, son mercados que pueden ir a disputar Vaca Merta”, afirmó Sureda.
La incidencia del crudo de Vaca Muerta, al mismo tiempo, parece darle un nuevo aire al petróleo Escalante, proveniente del Golfo San Jorge (Comodoro Rivadavia), necesario para garantizar el mercado interno, ante el declino de la proporción del Medanito.