NATALIO COSOY
El litio es el metal más liviano del mundo. Sus usos van desde la industria aeronáutica al tratamiento de psicopatologías. Se ha vuelto indispensable en las baterías de los dispositivos móviles y baterías de autos eléctricos, cuyo desarrollo se ha acelerado en los últimos años. Las principales reservas de litio se encuentran en Argentina, Chile y Bolivia. Chile, junto con Australia, son líderes del mercado. Argentina desarrolla proyectos para tratar de ponerse al frente en esta carrera regional.
El litio argentino se encuentra en salares en la región de la Puna, en Los Andes del noroeste del país, a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar, en un paisaje que podría ser el de Marte, una zona de vastas planicies rojizas rodeadas por hermosos cerros redondeados. Allí, algo más de 50 emprendimientos, en general de inversores internacionales, están en diferentes etapas, que van desde la prospección hasta la extracción. Apenas un puñado han comenzado a producir.
Es un negocio multimillonario, en el que cada tonelada de carbonato de litio (un polvo blanco que queda tras un primer proceso de depuración y secado del material que sale de las minas) se paga entre US$15.000 y 20.000, aproximadamente. De todos modos, el precio depende mucho de los acuerdos entre compradores y vendedores, ya que aún no hay un referente global que lo fije (aunque existe el proyecto de crear una bolsa del metal).
Las inversiones también son multimillonarias, por eso las mineras de litio hacen un estudio detallado antes de iniciar operaciones que demandarán un costo de extracción de entre US$2.500 y 4.000 por tonelada.
"Al principio no hay nada, salvo arena y salar", le explica a France 24 en Español Christophe Thillier, para dar cuenta de cómo es el proceso hasta comenzar la exploración y posterior explotación. Thillier es gerente general de Eramine, que opera en la provincia de Salta. Eramine es filial local de la francesa Eramet, compañía que se dedica a la minería de metales de nicho desde hace más de 120 años y que está incursionando en el litio en Argentina.
"En el salar empezamos", continúa Thillier, "ahí es donde vas a encontrar ocurrencias de salmueras y ver si estas salmueras tienen trazas de litio; y si te dan resultados empiezas a realizar geofísica que te permite leer las estructuras a profundidad sin tener que perforar".
Si todo es favorable, se quedan y empiezan a avanzar con pozos de exploración y de producción. Los pozos extraen salmueras de una especie de lagos subterráneos. Esa salmuera es luego procesada para producir el carbonato de litio.
Eramine prevé invertir en torno a US$500 millones para poner en producción las 55.500 hectáreas de salar que tienen en concesión.
La forma convencional para lograrlo es depositar la salmuera en enormes piletones al aire libre, del tamaño de 50 canchas de fútbol, en los que se deja que el sol y el viento vayan evaporando la mayor parte del agua, para luego enviar lo que queda a una planta en la que se termina de hacer el filtrado y secado. Es un proceso que demora algo más de un año y medio.
Es lo que hace la empresa Exar, de propiedad compartida entre compañías canadiense-estadounidense, china y argentina. Tiene una concesión de 80.000 hectáreas en la puna de la provincia de Jujuy, en el salar Cauchari, a 3.900 metros sobre el nivel del mar.
En una primera instancia prevén alcanzar las 25.000 toneladas anuales, pero, dice Franco Mignacco, presidente de la compañía: "La idea es poder producir 50.000 toneladas adicionales en los próximos cinco años, que es un número muy importante en el mercado del carbonato de litio si tenemos en cuenta que hoy el mercado total ronda las 220.000 toneladas globales".
Al salir de los piletones, la salmuera viajará por kilómetros de caños de goma negra hasta una planta en la que se le quitará todo lo que no sea el carbonato de litio, hasta que se llegue al secado final y el producto definitivo.
La francesa Eramine va a intentar un proceso nuevo, desarrollado por sus técnicos, que no utiliza los piletones, sino un sistema de depuración que, dice Thillier, ofrece una recuperación más alta, se demora tan solo entre 48 y 72 horas y, además, ofrece un mejor manejo del agua y de los otros materiales que se encuentran en la salmuera, algunos con valor comercial. Con él, esperan producir 24.000 toneladas anuales de carbonato de litio.
Pero faltan al menos dos años todavía para que este sistema se ponga en funcionamiento y logre demostrar si realmente es eficiente.
No son los únicos que quieren modificar el proceso convencional por uno más eficiente.
En Palpalá, localidad vecina de la ciudad de Jujuy, en un predio en el que en el pasado funcionó una siderúrgica, se encuentra el Centro de Desarrollo Tecnológico "General Savio", perteneciente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), una institución pública.
En uno de sus laboratorios, de guardapolvo blanco, Victoria Flexer, directora del grupo de investigación en litio que tienen aquí el Conicet y la Universidad de Jujuy, explica a France 24 en Español que ellos también buscan mejorar el proceso: "Nuestra idea, nuestro santo grial, nuestra meca potencial, sería poder bombear la salmuera y extraer todas las sales que existen en la salmuera individualmente, en estado de una pureza relativamente elevada, de manera tal que cada uno de los componentes que uno extrae tenga un valor agregado por sí mismo (como magnesio y calcio), aunque ese valor agregado sea más bajo que el del litio".
No solo se trata de dejar de descartar otros materiales, sino también de obtener agua dulce al final del proceso que podría, argumenta la científica, resolver "el problema actual de evaporar agua y de eventualmente producir un estrés hídrico en el medio del desierto en conseguir volúmenes muy importantes de agua que podrían tener uso en las poblaciones aledañas, en usos industriales o, eventualmente, como irrigación para ampliar las potenciales áreas de riego".
Porque, aunque no hay información definitiva respecto al impacto de esta minería, por ser bastante reciente, ella señala que es algo que hay que estudiar y tratar con precaución, ya que es una práctica que requiere bombear y extraer grandes cantidades de líquido de los acuíferos de agua salada en una región desértica con un ecosistema muy delicado: se necesita evaporar el agua de más de medio millón de litros de salmuera para obtener una tonelada de carbonato de litio. "Hay que hacer balances muy cuidadosos de lo que pasa con el agua en estas zonas", advierte.
Más allá del cuidado respecto del medioambiente, los trabajos que llevan adelante en el laboratorio de Palpalá tienen como objetivo que en Argentina pueda agregarse valor al litio, que el país no sea simplemente un proveedor de la materia.
Por eso también están buscando desarrollar nuevas tecnologías de baterías que ofrezcan mayor autonomía con la misma mas a y volumen a las de hoy. Sin embargo, es algo que se está investigando en muchos otros lugares del mundo y es posible que otro equipo científico encuentre una solución antes, algo que saben aquí.
La minería de litio ha traído empleo e inversiones a las zonas donde opera, pero la preocupación por el uso del agua ha llevado a que existan posiciones encontradas respecto a su impacto en las poblaciones de la región.
"Hay gente que está a favor y gente que no. Nunca se tiene el 100% del sentimiento de las comunidades", le dice a France 24 en Español Miguel Díaz, habitante de la comunidad de Susques, en la Puna jujeña, mientras un viento árido recorre las calles de tierra del lugar.
La principal preocupación la tienen quienes se dedican a la ganadería, porque temen que pueda reducirse la disponibilidad de agua.
En la capital provincial, el secretario de minería de Jujuy, Miguel Mauricio Soler, responde que las empresas nunca alcanzan los volúmenes máximos de extracción comprometidos en los acuerdos con el Estado. Y agrega: "De todos modos, como a la gente de la zona le preocupa y nosotros queremos que estén bien protegidos, la actividad la estamos monitoreando a través de pozos piezométricos, que están controlando los niveles de agua de extracción, los niveles freáticos, y cada tres meses estamos juntando esa información". Asegura que si llegan a identificar alguna merma en los niveles tomarán medidas para que haya una compensación.
Esos controles son una de las pocas responsabilidades que asume el Estado en el modelo argentino de minería de litio. Aquí esencialmente se le cede al sector privado la tarea de identificar los yacimientos, hacer prospección y luego explotar el litio, a cambio de 3% de regalías a las provincias en las que operan y de pagar un pequeño canon por el uso de las tierras; además de comprometerse a honrar los planes de inversión y presentar periódicamente estudios de impacto ambiental.
Según Soler, si Jujuy alcanza las 70.000 toneladas de litio por año de producción, a las arcas provinciales le entrarían 30-40 millones de pesos en regalías (entre US$800.000 y 1 millón al cambio actual). Además, dice, cada mes la industria distribuye hasta unos 100 millones de pesos entre contratistas locales (US$2,7 millones).
A pesar de que parecen cifras grandes, se trata de condiciones favorables desde el punto de vista de los privados, aunque siempre mencionan el riesgo que implica invertir en Argentina por la imprevisibilidad normativa, la inestabilidad económica, y la consecuente dificultad de conseguir crédito accesible en el mundo.
Miguel Mauricio Soler: "No es oro blanco (...) no abarca el mismo mercado"
Soler, además, advierte que no es apropiado llamarlo oro blanco, como se lo ha llegado a conocer, "porque genera un mito que realmente hace daño a la industria, porque la actividad minera del litio, si bien el litio hoy es clave y fundamental para el desarrollo de las baterías, no abarca el mismo mercado, el mismo tamaño de mercado, ni la producción minera anual, que implica el oro".
Además, asegura, existe también la competencia con Chile y Bolivia, y el riesgo de que China, que tiene reservas del metal, las empiece a explotar en forma masiva.
De todos modos, el litio de Argentina tiene suficiente valor como para que en la zona se sigan desarrollándose proyectos. No solo en las provincias de Jujuy y Salta, sino también en la de Catamarca.
Si avanzan las inversiones, y a medida que aumente la producción argentina, el futuro litio que aquí se obtenga saldrá por estos caminos remotos para alimentar los celulares, automóviles eléctricos y otros artefactos que se produzcan en el mundo.
Y si al menos una parte de todos los proyectos en danza, que superan el medio centenar, logran entrar en producción, es posible que Argentina se convierta en líder regional de producción de litio.