Alvaro Rios Roca*
En julio de 2019, Bolivia y Brasil habrán concluido un contrato de compra venta de gas natural por 20 años. Ha sido uno de los proyectos más transcendentales en la historia de integración energética de toda América Latina y altamente ventajoso para ambos países.
Brasil pudo empezar a suplantar un más costoso y sucio fuel oil y otros derivados de petróleo por un energético más económico y limpio en generación térmica e industrias principalmente, empezando así un enérgico cambio en su matriz energética. Bolivia vivió una época de mucha bonanza de elevados ingresos rentistas de las ventas del energético, que le dieron mucho oxígeno a su economía incluso hasta nuestros días.
Hasta hace una década, el gas natural boliviano era básicamente imprescindible en Brasil, hasta que el país de la samba comenzó a importar GNL y sobre todo incrementar nueva producción costa afuera, principalmente asociada al petróleo en la camada del Presal. Sin duda que la incertidumbre de futuro suministro a partir de los drásticos cambios en Bolivia aceleraron estas decisiones. Podemos manifestar que el gas de Bolivia ya no es más imprescindible en el mercado de Brasil pero si juega un papel muy relevante. Expliquemos porque.
Bolivia tiene aún reservas probadas y capacidad de producción competitiva para continuar atendiendo al mercado de Brasil pero bajo una nueva modalidad. Se ha generado una especie de competencia de gas con gas donde GNL importado, gas de Bolivia y gas producido en Brasil deben competir y donde la infraestructura desarrollada desde Bolivia es vital. Para esto es muy importante que Petrobras vaya dejando el monopolio de la industria, que aun en cierta manera sustenta y donde varias empresas privadas desean entrar a competir.
Se imaginan estimados lectores que pasaría si el gas de Bolivia no existiera o fuera privado de ingresar a Brasil? Los precios treparían porque se privaría al mercado de una fuente competitiva y con infraestructura desplegada y depreciada. El gas de Bolivia para Brasil es por esta razón fundamental. YPFB, por lo tanto debe apuntar a negociar directamente con los consumidores y no con traders o intermediarios como es el caso de Petrobras post 2019.
Básicamente algo similar ocurre en el otro mercado que tiene Bolivia que es Argentina. Merced a sus vaivenes económicos y altos subsidios, el país del tango se fue quedando sin reservas ni producción de gas natural y allá por el 2002/2003 tuvo que comenzar a buscar importar de emergencia y comenzó con el GNL (2008) y también después a un firmar un contrato de largo plazo con Bolivia (2010) que va hasta el año 2026. Los incumplimientos desde ambos lados de la frontera se fueron suscitando en este contrato, hasta llegar al presente, donde se ha planteado una renegociación del contrato que veremos en que termina este 2019.
Lo cierto es que una década atrás, al igual que en el caso de Brasil, el gas de Bolivia le resultaba básicamente imprescindible a Argentina para evitar cortes y racionamientos y dejar de importar mayores volúmenes de mucho más costoso GNL y ni que decir de aun mucho más costoso y contaminante fuel oil y otros derivados de petróleo. Recordemos que estas importaciones sangran su economía y dejan salir dólares que son lo más preciado que tiene el país.
Con el desarrollo en USA del shale (técnica del fracking), hace ya casi dos décadas, los argentinos tuvieron la suerte de contar en su subsuelo con un muy prolijo shale llamado Vaca Muerta. Par darles un ejemplo, si Vaca Muerta estuviera en Canadá, Australia, Noruega u otro país estable, el Cono Sur estuviera inundado de muy competitivo gas natural y se estuvieran gestando proyectos de exportación de GNL a Asia. Empero Vaca Muerta esta en Argentina, país donde “pasa todo y nada pasa nada al mismo tiempo”.
Las empresas que producen en Vaca Muerta recibieron incentivos y la producción de shale aumento notablemente y se están dando exportaciones a Chile y posiblemente a Brasil y Uruguay y de GNL. Esto produjo el recorte de gas de Bolivia y el planteamiento de una renegociación. Ahora recientemente se han cambiado los incentivos y nadie sabe que va a pasar.
Sintetizando, el gas de Bolivia, si bien ya no es imprescindible para Argentina, si es una fuente de energía competitiva en ese mercado, que de otra manera quedaría expuesto a lo que decidan las empresas que importan GNL /o producen gas natural.
La competencia de gas con gas: GNL importado, de gas de Bolivia y de gas producido localmente debería ser la nueva dinámica en el Cono Sur. El gas de Bolivia es más que importante por esta razón.
* Ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia. Socio de Gas Energy Latín América