El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está intensicando su polémica estrategia para poner n al robo de combustible en Petróleos Mexicanos después de que una explosión en un ducto causada por una toma ilegal provocara la muerte de al menos 85 personas y numerosos heridos. López Obrador se suma a una larga lista de presidentes que han tratado de enderezar a la productora de petróleo estatal de México, con escasos resultados.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está intensificando su polémica estrategia para poner fin al robo de combustible en Petróleos Mexicanos después de que una explosión en un ducto causada por una toma ilegal provocara la muerte de al menos 85 personas y numerosos heridos. López Obrador se suma a una larga lista de presidentes que han tratado de enderezar a la productora de petróleo estatal de México, con escasos resultados.
El líder de izquierda, que asumió el cargo el 1 de diciembre, está tratando de combatir el comercio ilícito de combustible de US$3.500 millones mediante una mayor vigilancia de los ductos, una mejora de la tecnología y el uso de más camiones cisterna para transportar gasolina. López Obrador dijo que la explosión no lo hará cambiar de estrategia para acabar con el robo de combustible.
El presidente, conocido como AMLO, dijo a los medios después del suceso que en lugar de cambiar la estrategia, se fortalecerá la lucha contra la ilegalidad y el robo de combustible. Cientos de personas ignoraron las órdenes de soldados y se reunieron en Tlahuelilpan, en el estado central de Hidalgo, para robar gasolina de una fuga en un ducto, cuando se incendió el viernes. La explosión es la más reciente de una serie de problemas a los que se enfrenta Pemex, cuya producción de petróleo ha disminuido todos los años desde 2004 y es el prestatario más endeudado de América Latina.
Modelo ’roto’ Pemex ha informado de hasta 41 tomas ilegales de ductos diarias. El hecho de que la explosión ocurriese a pesar de la represión gubernamental al robo de combustible "sigue mostrando que el modelo está roto", dijo John Padilla, director gerente de la consultora de energía IPD Latin America LLC. "Todas las administraciones vienen con su varita mágica y todas han fallado sistemáticamente", dijo. López Obrador no es el primer presidente acusado de subestimar las dificultades para enderezar a Pemex, la mayor compañía del país.
Las estrategias han ido desde la propuesta fallida de Vicente Fox de integrar la junta de Pemex con la élite empresarial, entre ellos el magnate de los medios Carlos Slim, a las inversiones de Felipe Calderón tanto en el campo de Chicontepec como en la española Repsol que terminaron en conflictos políticos y en un despilfarro del gasto. Su antecesor en el cargo, Enrique Peña Nieto, quien llegó a cambiar la Constitución de México y acabar con el monopolio petrolero de Pemex después de casi ocho décadas de nacionalismo, no fue la excepción.
El expresidente allanó el camino para la victoria electoral de López Obrador el 1 de julio después de que los mexicanos culparan las reformas energéticas de elevar los precios de la gasolina. Preocupación de los inversores Las recientes medidas del nuevo presidente han hecho poco para persuadir a los inversores de que sus planes para Pemex tendrán mejores resultados. Convencido de que la erradicación de la corrupción curará los problemas de la gigante estatal, López Obrador nombró a un aliado político sin experiencia en el sector del petróleo, Octavio Romero, su máximo responsable.
La propuesta del presidente de construir una refinería de US$8.000 millones en su estado natal de Tabasco se hace eco de la iniciativa fallida de Calderón de instalar una refinería de US$12.000 millones en Hidalgo. Después de acumular millones de dólares en gastos, el proyecto fue finalmente descartado durante la Administración de Peña Nieto. La decisión de López Obrador de cancelar el proyecto estrella de su predecesor, el aeropuerto de la Ciudad de México -que generó gastos y tasas de cancelación por casi US$5.000 millones- es otro ejemplo del pensamiento político a corto plazo que ahora amenaza a su propio Gobierno.
El coste de mantener los ductos cerrados y gastar en recursos para comprar camiones cisterna y desplegar el Ejército es muy difícil de mantener a largo plazo, advierte Padilla de IPD. "Si hay algo que muestra esta tragedia, es que se trata de un problema muy complicado y con múltiples frentes que no se va a resolver de la noche a la mañana"