JULIO VILLALONGA
Las consecuencias en las dirigencias política y empresaria de los llamados "cuadernos de la corrupción" operan como una suerte de aluvión que todo lo arrasa. No hablaremos hoy de las primeras sino de las segundas, menos difundidas, las que se discuten en cenas, cafés y asados en los fines de semana, en countries muy exclusivos o en edificios "premium" de la Ciudad Autónoma.
Apenas se conocieron los primeros procesamientos para Paolo Rocca y otros importantes empresarios quedó en claro que, a pesar del lobby desplegado por los involucrados más poderosos de la Argentina, algunas cosas no iban del todo bien para aquellos que aún detentan el verdadero poder. Sucede que no les gusta para nada verse expuestos.
Los suspicaces apuntan que la llamada a indagatoria de Franco Macri se parece más a una vacuna que a un virus: está claro que ni él ni su hijo Gianfranco tenían capacidad de decisión en el directorio de Autopistas del Sol cuando, a mediados de los 2000, su controlante, la española Abertis, mantenía un fluido contacto con la cúpula del kirchnerismo. Ponemos en duda el enojo del presidente Mauricio Macri por esa citación de Claudio Bonadio. Como con el tero, pareciera que la Justicia grita en un lado para defender su nido, que está en otro. Lo mismo estaría haciendo la política. Las causas judiciales complicadas para el ocupante de la Casa Rosada son otras, no esta. Y ésta le sirve para mostrarse completamente ajeno a una presión sobre la Justicia. Los macristas no presionan, no es su estilo, tratan de persuadir, como se ve que hizo en estos días el ministro Germán Garavano con la jueza de la Suprema Corte Elena Highton de Nolasco en el caso del índice del Anses.
No obstante, decíamos, apenas las balas comenzaron a picar cerca, en una reunión de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), numen del poder local, sorprendió la actitud de uno de sus socios, el empresario Carlos Miguens Bemberg, con fuertes inversiones en Energía y Minería durante el kirchnerismo.
En una reunión donde se evaluaba qué debían hacer los empresarios involucrados en la causa de Bonadio, Miguens expresó su convencimiento de que debían ser expulsados de AEA. No tuvo eco alguno: era como asumir una culpabilidad anticipada sin siquiera defenderse, cada uno, donde debían hacerlo. Pero la actitud del exCEO de Quilmes provocó estupor, primero, y luego un incipiente resentimiento entre sus (¿ex?) colegas. Uno de ellos deslizó ante este cronista que "no había manera de hacer negocios en Argentina, durante el kirchnerismo, sin mantener una estrecha relación con (Julio) De Vido".
El enojo empresario se extiende a los dueños de los grandes medios, tanto a Héctor Magnetto del Grupo Clarín como a Julio Saguier de La Nación. Al menos tres fuentes empresarias nos aseguraron que se enteraron del caso del chofer Oscar Centeno cuando leyeron la primera nota en el diario fundado por Bartolomé Mitre.
En relación a Magnetto, una de ellas consideró que su odio hacia Cristina Kirchner "hizo que, con tal de hundirla, no se fijara que estaba arrastrando a gran parte del empresariado".
En rigor, es muy difícil para la conducción de las empresas asociadas a la obra pública, la energía y la infraestructura en general moderar el impacto de una investigación judicial como el Lava Jato argentino. Bonadio, como Magnetto, tiene un objetivo que es ver presa aunque se un fin de semana a la expresidenta. Mientras, su investigación llevada a juicio oral el año próximo debería obturar su regreso al poder, estiman.
El procesamiento con prisión preventiva decidido hoy por la Cámara Federal habilita ese escenario futuro.
En AEA decidieron que lo mejor era que los directamente involucrados se tomaran licencia de sus cargos ejecutivos mientras se sustanciaba la causa. Lo que solo atempera el daño público a la imagen de los involucrados y evita en alguna medida que es escarnio golpee todavía más a las compañías. Por caso, la caída de las PPP para hacer rutas por unos 4.500 millones de dólares comenzó con el caso de los cuadernos. Ahora, el golpe definitivo se lo dio el contexto macroeconómico derivado de la crisis cambiaria de mayo. Todo se conecta con todo, al final del día.
Tampoco Macri se salva de la furia empresaria, que venía cocinándose a fuego lento desde antes de que irrumpiera el caso de los cuadernos. Aunque valoraban algunas decisiones del mandatario en favor del libre mercado, consideraban que el gradualismo aplicado por el gobierno era un grave error. La crisis de mayo, más allá de la "mala praxis" del equipo económico, consideran que les dio la razón. Aquí la grieta se abre decididamente: desde Balcarce 50 acusan a los empresarios de ceguera política. Recitando a Nicolás Dujovne, señalan, nunca un gobierno democrático pudo llevar adelante un ajuste como el actual sin caer en el intento.
El ajuste tuvo dos tiempos: uno, ralentizado, hasta mayo pasado; otro, acelerado por la crisis cambiaria y el acuerdo con el FMI (ya dijimos que nos parecía que la ofensiva contra los derechos previsionales y laborales estaban desde el comienzo en la cabeza de Macri y que la debacle le abrió la puerta a su inevitabilidad).
Ahora, la inquina empresaria contra el primer mandatario tiene razones personales, no sistémicas. No les preocupa la marcha futura del país, su perfil productivo. Les preocupa cómo quedará dibujado el mapa del poder después de esta tormenta. Y qué rol le cabrá a cada uno.
Este miércoles allanaron la casa de Eduardo Eurnekian en Martínez. Otra orden de Bonadio en la causa de los cuadernos. Son balas de salva pero al octogenario dueño de Aeropuertos Argentina 2000 no le preocupa este expediente sino otras investigaciones que podrían derivarse de él. La ampliación de la concesión de las 33 terminales aéreas del país se hizo con Cristina Kirchner en la Casa de Gobierno a cambio de la capitalización estatal en acciones por los cientos de millones de dólares de inversión que Eurnekian nunca hizo, aunque a eso se había comprometido en el pliego licitatorio. Un truco digno de "Las manos mágicas".
En realidad, la causa de los cuadernos recién se inició pero lo que los hombres de negocios solo quieren escuchar que terminó. Una investigación prolongada "sine die", advierten, terminará por derrumbar la economía con una recesión eterna. "Habrá miles de fuentes de trabajo menos", casi amenazan. Y dan el ejemplo de los tres años de recesión de Brasil por el Lava Jato.
Esto complica el clima de negocios pero más que el tiempo de lo que hablan es de su paraguas.
DIEGO CABOT
Dos cosas se desprenden principalmente de la resolución de la Cámara de Apelaciones en el caso de los cuadernos de las coimas .
La primera es que la Justicia ha decidido que la expresidenta Cristina Kirchner pase las Fiestas presa. No lo sucederá, porque la política la sostiene.
La segunda es que pese a que gran parte de los empresarios pusieron su compañía al servicio de la coima, el sobreprecio y la cartelización, el tribunal consideró que son simples pagadores pero que no formaron parte de un sistema que se sirvió del Estado para enriquecerse. Alarmante.
Un Estado paralelo organizado para recaudar sobornos Se esperaba con apuro la resolución de la Cámara. Si bien prácticamente todos irán a Casación, este esquema seguramente será el que termine por elevarse a juicio oral. La confirmación del procesamiento de Cristina Kirchner disparó el pedido de desafuero y detención de la expresidenta.
El juez Claudio Bonadio ya había fallado, pero dejó a resueltas del fallo del tribunal de alzada la decisión de hacer o no efectiva la presión. La libertad de Cristina ya no es un tema judicial sino legislativo. La justicia decidió que sea detenida, pero la política la sostiene con brazos férreos. Pocos de los que conocían el expediente a fondo imaginaban un fallo como el que se conoció hoy.
Pero quizás el aporte más importante de la Cámara fue definir cuál considera que fue el rol de los empresarios en este esquema de corrupción y dinero negro que caracterizó al kirchnerismo y al mundo de la construcción durante más de una década.
Bonadio consideró que los empresarios fueron parte de una maniobra para esquilmar dinero del Estado. A diferencia de los ruegos de los hombres de negocios para que los vean como simples víctimas de un esquema en el que no pusieron las reglas, el magistrado concluyó que las empresas fueron algo más que simples víctimas de los funcionarios.
El esquema que estableció el juez consideró que las compañías fueron un elemento necesario para que el dinero público se convierta en privado a través de contratos. Y entonces sí, una vez que abandonó el Tesoro y ya está en manos de los empresarios, se reparta entre empresarios funcionarios y el resto en el proyecto.
No sólo eso. Las empresas ponían precios superiores a los de marcado para devolver el anticipo. Se repartían las obras, como declaró el expresidente de la Cámara de la Construcción, Carlos Wagner, y le ponían precios superiores para devolver el soborno.
Luego buscaban la manera de dibujar sus números contables para entregar bolsos llenos de dólares o euros en pleno cepo cambiario. Ese fue el esquema con el que trabajó Bonadio: las compañías no sólo eran presionadas por los funcionarios sino que además prestaban la complicidad de sus empresas en el inicio mismo de la maniobra.
Cuando resolvió no estableció demasiados matices en esa asociación ilícita. Salvo cuatro jefes, Cristina y Néstor Kirchner,Julio De Vido y Daniel Muñoz , todos los demás fueron considerados miembros de esa organización delictiva. Le tocaba la Cámara decidir finalmente Si todos tenían el mismo grado de implicancia dentro de la red o algunos eran más periféricos que otros. Pero el Tribunal fue más allá. Les cantó la música que los empresarios esperaban. Consideró que no estaban implicados en maniobra alguna más que en pagar.
Obvió que sus compañías fueron puestas a merced del sistema durante décadas. Optó por calificar su conducta de cohecho, el delito que el código penal estableció para los que pagan coimas.
Dentro del esquema de la asociación ilícita quedaron los exfuncionarios y un par de empresarios como Wagner y Gerardo Ferreyra, socio de Electroingeniería. Los demás fueron más bien víctimas que culpables, según el fallo
La Cámara dejó en claro la importancia de los cuadernos que escribió Oscar Centeno. "Los ocho cuadernos (...) son testimonio de la realidad; el más detallado que se pueda tener sobre una práctica de corrupción enquistada en el corazón del gobierno de la última década". Lapidario, para quienes piensan en la relativa prueba que acumula el expediente.
Algo sí queda claro: los confesos, que apostaron siempre por el cohecho como delito, caminan mansos a un juicio oral donde tendrán condenas. Claro, eso hasta que se empiecen a investigar los números de sus empresas. Las inconsistencias de los balances pueden hacer aparecer otros delitos como lavado de dinero o evasión tributaria. Pero eso será en otro momento. Por ahora, respiran aliviados.