José Narosky
En los primeros años del siglo XX llegó a un pueblito de la Provincia de Chubut, en plena Patagonia, un hombre de empresa.
Deseaba instalar un hotel.
Comodoro Rivadavia –así se llamaba el pueblo- constaba de algunas docenas de casas bajas, y un almacén de ramos generales.
Pero no tenía un solo hotel, para alojar a los viajantes que se animaban a viajar a esas alejadas zonas de la Patagonia.
Pero el empresario se encontró con un problema serio. En el pueblo no había agua.
Trabajaban allí perforando la tierra, cuadrillas de obreros dirigidos por ingenieros. Pero el agua no aparecía.
El gobierno de la Pcia. de Chubut propuso que se instalasen cañerías para traer agua, de un manantial, distante cientos de kilómetros. Remedio provisorio, pero indispensable.
Se seguiría perforando por 20 días más y hasta un máximo de 500 metros. Si no se lograban resultados, se daría por finalizada la tarea.
Pero un ingeniero, José Fuchs seguía teniendo fe..
Y un 13 de diciembre de 1907 la perforadora, desobedeciendo la orden de los 500m llegó a los 540 m de profundidad.
De pronto, salió al aire un líquido oscuro que no era agua. Era petróleo, que surgía casi refinado.
Claro que esta riqueza no fue simultánea con el descubrimiento del petróleo.
Hacía falta también un impulsor, un visionario tan inteligente como honesto.
Y apareció el General Enrique Mosconi, que también era ingeniero.
Agosto de 1922 -nueve años después del descubrimiento de un petróleo que no se explotaba- el ingeniero Mosconi se propuso explotar a fondo nuestro propio petróleo.
Pocos meses después –octubre de 1922- fue nombrado Director General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF).
En 1930, cuando la Revolución de Uriburu lo desplazó del puesto, había casi 2.500 surtidores, -y uno solo cuando asumió-; también una monumental destilería de petróleo en La Plata.
Comodoro Rivadavia estaba electrificada.
A los 55 años un ataque cardíaco, le produjo una grave invalidez que lo llevaría finalmente a la muerte un 4 de junio de 1940, a los 63 años.
Y un af. final para el General Enrique Mosconi, que ganó la batalla del patriotismo y de la honestidad.
“Los principios sanos resisten todas las enfermedades”