Un grupo de profesionales busca formar un fideicomiso para construirla. El CO2 se puede usar, entre otros campos, en diversas industrias.
Una novedosa tecnología que logra un triple impacto positivo: económico, social y ambiental, podría llegar próximamente a Mendoza. Ayuda a reducir la concentración del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, principal gas de efecto invernadero, para aplicarlo en diferentes industrias, entre ellas, la petrolera.
Se trata de un proyecto para instalar en la provincia la primera planta de producción de CO2 capturado directamente del aire, de una chimenea o de una combinación de ambas fuentes. Los promotores de la iniciativa conocida como Mallín I son un grupo internacional conformado por el ingeniero Fernando Mestre Sanchís, el biólogo Mario Ruiz González, la economista María Luisa Feijó, el doctor Wilson Montes y el ingeniero José Manuel Peinado.
La idea es generar un fideicomiso para costear la construcción de la planta cuya inversión inicial supera los 5 millones de dólares.
“La clave del proyecto se debe a la utilización de una tecnología puntera a nivel global capaz de producir el CO2 a precios drásticamente inferiores a los que lo obtienen los principales competidores del sector de gases”, comenzó a explicar Mestre Sanchís quien recalcó que sería la primera planta de este tipo en Argentina y hasta en Sudamérica.
El ingeniero enumeró los usos que se le podrían dar al CO2 extraído del ambiente: recuperación terciaria en petróleo, fertilización carbónica en invernaderos, enología, atmósfera modificada en el envasado de alimentos para prolongar su vida comercializable, extintores de incendios, limpieza con hielo seco proyectado, depuración de aguas, inyección en hormigón para aumentar su resistencia, entre otros.
Según explicaron, la elección de Mendoza no sólo se da por el vínculo de los promotores con la provincia. “El principal motivo es la existencia de una importante demanda potencial en los sectores energético, agroindustrial y de la construcción por citar los que absorberán volúmenes más significativos. Sin perjuicio de que durante el desarrollo del proyecto puedan surgir otras demandas debidas a la existencia de una tecnología disruptiva del mercado”, aseguró Mestre Sanchís a la vez que destacó además que Mendoza constituye un ecosistema ideal para interactuar con empresas y centros de investigación con el objetivo de generar el conocimiento necesario que pueda aportar valor añadido al CO2.
Los especialistas explicaron que la inversión para instalar la planta será superior a los 5 millones de dólares. “Esta cantidad podría ser superior en función de los resultados de los estudios que se están haciendo para las necesidades de los yacimientos petroleros y en función de los otros usos directos que irán surgiendo en el desarrollo del proyecto”, aclaró el ingeniero. Si bien ya cuentan con inversores con compromisos de aportación de cifras significativas, les interesa incorporar nuevos inversores.
“La idea es generar una red de inversores que al mismo tiempo sean usuarios de CO2, generado en el fideicomiso, o quieran emprender algún negocio que implique uso de CO2 que haga el proyecto más robusto y resiliente”, remarcó.
En cuanto a los tiempos, Mestre Sanchís precisó que el plazo de ejecución de la instalación será de 18 meses pero previamente se deben concluir los estudios que determinarán la zona idónea para hacer la instalación.
“La localización exacta surgirá de los estudios que se están llevando a cabo y estará determinada por la ubicación de los mayores volúmenes de demanda”, consideró.
Tal como destacó el ingeniero la instalación del proyecto supondrá el inicio de un cambio de la matriz productiva, derivado de los múltiples usos y aplicaciones que tiene el CO2.
“Esto supondrá la incorporación de nuevos sectores productivos al tejido industrial de la provincia”, aseguró.
Particularmente en cuanto al sector petrolero remarcó que supondrá un aumento de las reservas disponibles al producirse un cambio tecnológico que haría factible la extracción de cantidades equivalentes a las ya extraída en yacimientos que con las actuales técnicas de explotación se consideran ya agotados.
Por su parte, Wilson Montes otro miembro del grupo y quien está organizando el taller en Mendoza, aseguró que con esta planta no sólo se beneficia la provincia y los empresarios. “Es un beneficio para el mundo entero porque disminuye el CO2 en el ambiente y disminuye un gran problema que tenemos a nivel mundial como es el calentamiento global”, subrayó el especialista sanjuanino.
A fines de octubre se llevó a cabo el "Taller Internacional de Tecnología de Carbono Negativo" en el salón Fernando Fader del Sheraton Hotel Mendoza. El encuentro tuvo por objetivo, por un lado, proporcionar información de primera mano sobre la tecnología de captura de Global Thermostat, el mercado de carbono y algunos de los principales usos del CO2 y, por el otro, poner marcha el fideicomiso Mallín I que dará lugar a la implementación de la tecnología en el país. Contó con la presencia de la doctora Graciela Chichilnisky, miembro del Grupo Intergubernamental del Cambio Climático, Premio Nobel de la Paz en 2007 y una de las creadoras de Global Thermostat.
La tecnología que se pretende instalar en Mendoza pertenece a la empresa Global Thermostat radicada en el Sillicon Valley de California con sede central en Nueva York y constituida por dos investigadores vinculados al diseño de la arquitectura de los mercados de carbono que dieron lugar al protocolo de Kioto.
La firma se fundó en 2010 con la idea de conseguir una tecnología capaz de revertir el cambio climático para ello esta tecnología debería cumplir dos condiciones: hacerlo de forma muy económica de manera que sea rentable usar el CO2 como materia prima y hacerlo directamente del aire de modo que se pudiera instalar en cualquier sitio. Esta tecnología es además carbono negativo, esto significa que una planta de Termo-eléctrica que emite aproximadamente 1 Kg de CO2/kwh producido, si se acopla a una planta de captura, en lugar de emitir, elimina de la atmósfera 2,5 kg de CO2/Kwh.
