HUGO DEL GRANADO COSIO
La relación comercial Bolivia/Argentina referida al gas, ha cambiado en los últimos años. La posición boliviana se encuentra muy deteriorada debido a la imposibilidad continua y creciente, de entregar los volúmenes acordados y el torpe relacionamiento de las autoridades del sector con nuestro cliente. La posición argentina se encuentra fortalecida por los resultados en Vaca Muerta.
La exportación del gas a la Argentina se inició en 1972 y concluyó en 1992. En abril de 2004, el gobierno de Carlos Mesa reinicio las exportaciones con un volumen de 2,6 MMM3/D y posteriormente las amplió a 7,7 MMM3/D. Ya en esa oportunidad, Evo Morales, (siendo diputado) amenazó a Carlos Mesa con un Juicio de Responsabilidades por “traición a los muertos de octubre”, porque, él entendía que era una venta encubierta de gas a Chile a través de Argentina. No obstante, el 14 de octubre del mismo año, Néstor Kirchner y Carlos Mesa firmaron una Carta de Intenciones para, nuevamente, ampliar el volumen de venta hasta 27,7 MMM3/D y Argentina se comprometió a construir el gasoducto GNEA para transportar esos volúmenes.
En octubre de 2006 se firmó el contrato de exportación con ENARSA, en el que se mencionan obligaciones mutuas, Bolivia debía adoptar las medidas necesarias para el desarrollo de las reservas y la producción; y Argentina debía construir el GNEA y notificar mensualmente sobre el avance de dicha obra.
En marzo de 2010 se firmó la Primera Adenda a este contrato, motivada especialmente por la imposibilidad boliviana de cumplir, a partir de ese año, con los 27,7 MMM3/D. La entrega de los 27,7 MMM3/D fue postergada hasta el año 2021.
El 18 de julio de 2012, en ocasión de la reunión de los presidentes Morales y Cristina Fernández, Enarsa e YPFB firmaron otro contrato de compra–venta de gas de carácter interrumpible e independiente del firmado el 2010 por un volumen de 3 MMM3/D con vigencia hasta el 31 de diciembre de 2026 para aprovechar volúmenes disponibles y sin mercados asignados. El volumen de ese contrato podía incrementarse hasta 3,3 MMM3/D el 2013. En la oportunidad el Ministro de Planificación de Argentina De Vido (ahora preso por corrupto) sostuvo que había: “(…) un adelanto en las obras del gasoducto que va desde Salta hasta Buenos Aires (…)” (L.R. 19 07 2012).
Con este volumen interrumpible y el volumen del contrato suscrito el 19 de octubre de 2006, a partir del 1 de mayo de 2021, YPFB aspiraba a enviar al mercado argentino un volumen total de 30 MMM3/D.
YPFB nunca informó de los volúmenes que bajo este último contrato se habrían exportado, al contrario, el ex ministro argentino de Energía Aranguren dio a conocer el 2016 una comunicación de su homólogo boliviano que señalaba la imposibilidad de cumplir con los volúmenes comprometidos, lo que obligó a Argentina a importar gas de Chile. Con Vaca Muerta la crisis argentina es ya historia. Ahora la crisis está en Bolivia.
Las posibilidades de exportar gas argentino a Chile son amplias por la red de ductos existentes entre ambos países. Los ductos del centro y del norte de Chile son 3: Gas Atacama, NorAndino y Gas Andes. Todos ellos se construyeron para exportar gas argentino, pero revirtieron el sentido del bombeo del gas en el período de la crisis argentina. GasAtacama une Salta con Mejillones y el NorAndino Salta con Antofagasta. El Gas Andes transporta gas desde los yacimientos del sur argentino hasta Mendoza y Santiago.
Esto significa que Argentina puede entregar gas de Neuquén en Santiago y recibir gas chileno como “swap” en Salta para abastecer su mercado del norte. Las palabras del Ministro Iguacel tienen sentido cuando dice que “En dos años no vamos a necesitar el gas de Bolivia”. En realidad, lo que manifiesta es que no quiere tener a Bolivia como proveedor porque el gas lo necesitan, pero mejor si viene de otro lado.
Vistos los hechos dramáticos para el país, sería un desacierto sostener posturas como las del pasado que planteaban que el gas importado de Bolivia no sea desviado a terceros países o firmar contratos improvisados de volúmenes adicionales sin sustento real.
¿Cómo llegamos a esta situación? Lo cierto es que las autoridades del sector en Bolivia no cumplen con los volúmenes acordados y se muestran como proveedores conflictivos e incapaces de aceptar sus deficiencias, pero, muy hábiles para endilgar los problemas al cliente cerrando los espacios para un dialogo inteligente.
El tratamiento que dio el Ministro de Hidrocarburos al pedido argentino de ampliar los volúmenes para el invierno pasado fue torpe, negativo y extemporáneo. Pocos días después, se recibió la noticia del desistimiento argentino de la construcción del GNEA.
Dados los antecedentes solo queda la renegociación del contrato, ojalá que sea únicamente de volúmenes y no de precios.
*Ingeniero químico y petroquímico