El presidente de la subsidiaria local de la canadiense Neo Lithium habla del plan de negocios de la empresa y de cómo afecta la coyuntura al boom del mineral
El llamado "triángulo del litio" está "en llamas". Es que en esa área que abarca a zonas del norte de Argentina, Chile y Bolivia, está el 60% de las reservas de litio de todo el mundo. El mineral, vital para las baterías tanto de celulares como de autos eléctricos, es la vedette minera del momento: sólo en el país se podrían generar 250.000 toneladas anuales para 2023, según datos de la industria en base a los proyectos actuales. Al precio de la tonelada de estos días, serían unos USD 2.500 millones. Si aumentaran los negocios del sector y el valor del litio, como se espera, las sumas podrían ser muchísimo mayores.
Liex, la subsidiaria local de la canadiense Neo Lithium, es una de las empresas activas en el sector. No está aún en etapa de producción –como la australiana Orocobre, en Jujuy; o la estadounidense, FMC, están Salta, por ejemplo–, pero negocian inversiones de unos USD 500 millones para exportar litio desde Tres Quebradas (3Q), su proyecto en Catamarca, en cinco años. Para entonces, si se cumplen sus planes y expectativas, planean facturar unos USD 420 millones por año (a precios de hoy).
"Estamos justo en el final de la etapa de exploración, terminado el estudio de factibilidad. Lo que sigue es la construcción de la planta y luego viene la parte de la producción final de la salmuera de litio. Queremos lograr 35.000 toneladas para 2023. Con eso llegaríamos a posicionar a la Argentina como número uno del ranking mundial. Tres Quebradas ayudará mucho para acompañar este momento del litio", asegura Tomás de Pablos, el presidente de Liex.
– ¿En qué etapa de la búsqueda de inversores están?
– Ahora estamos cerrando el socio estratégico, además de la parte financiera. Hablamos de USD 400 y 500 millones. El fondeo de la exploración está, son unos USD 60 millones en dos etapas, de lo que ya usamos la mitad, pero para la segunda etapa necesitamos más.
– ¿Quiénes son esos inversores?
– En una primera etapa fueron todos canadienses, y nos siguen acompañando. En la segunda se sumaron JP Morgan, Blackrock y M&G, que son los grupos más grandes que invierten en minería.
– ¿Cómo describen el momento local del litio en la Argentina?
– El mundo quiere baterías de litio. No sólo para los celulares, sino también para los autos eléctricos. El 60% del litio del mundo está en Chile, Bolivia y la Argentina. Chile produce y exporta hace muchos años. Bolivia aún no tiene nada en explotación y el país está en el foco de la atención desde hace unos cinco años. No creo que en estos próximo años el litio reemplazará al gas y a los combustibles tradicionales, van a ir por carriles separados, pero el mundo va hacia productos verdes y renovables. Hay muchos proyectos que están en etapa de exploración avanzada. Si todos llegan a alcanzar un estadio de factibilidad y entran en producción, el país va a abastecer de baterías –de carbonato e hidróxido de litio–, a todo el mundo. Vamos a ser el principal productor y abastecedor.
– ¿Cuánto complica al sector la coyuntura económica?
– Impacta y complica. Las inversiones en minería se ven afectadas cuando las reglas del juego cambian. Las reglas del juego asustan, pero los inversores están tranquilos: hoy las necesidades del mercado van por encima. Vamos a tratar de acompañar las nuevas decisiones políticas que está tomando el Gobierno y creo que el barco se va a encaminar en algún momento.
Queremos lograr 35.000 toneladas para 2023. Con eso llegaríamos a posicionar a la Argentina como número uno del ranking mundial de explotación
– ¿Los inversores lo entienden?
– Ellos empujan y pisan el acelerador. Marcan el ritmo países como Australia, Canadá e Inglaterra, que son predominantes en inversiones mineras. En los últimos años, el Gobierno marcó lineamientos políticos y de seguridad jurídica que no recuerdo antes. En estos momentos eso es crucial para los inversores, más allá de que hoy la necesidad de encontrar y obtener litio va por encima de una retención o una regalía. El margen del litio, comparado con los metalíferos, es mucho más amplio y eso permite sobrellevar este tipo de decisiones por unos años.
– Ahora van a pagar impuesto como todas las exportaciones.
– Hay que mirar las etapas de cada proyecto. El nuestro, según el timeline, no tendría problemas si el impuesto es por dos años, como dice el Gobierno. Otros proyectos que ya están exportando están más comprometidos.
– ¿Chile paga retenciones?
– Allá el mineral es del Estado. El régimen, el cuadro legal y los impuestos son diferentes, pero no son más altos que los de acá.
– ¿Cuánto contamina la minería de litio?
– Se parece más a la industria petrolera y a las petroquímica que a la minería tradicional. Es diferente y mucho más benévola. Yo vengo de familia minera y tengo negocios tradicionales también, pero el litio tiene un impacto más suave. Eso es lo que tratamos de explicarle todo el tiempo a las comunidades cercanas a las plantas.
Vamos a tratar de acompañar las nuevas decisiones políticas que está tomando el Gobierno y creo que el barco se va a encaminar en algún momento
– ¿El sector se siente acompañado por el Gobierno?
– Sí, el Gobierno sabe que dentro de minaría el litio es la vedette de los últimos años y acompañan fuertemente el compromiso de captar inversiones. No hay que perderle pisada al momento, algo que ya pasó en 2007 cuando se vivió una baja en ese consenso. Esto tiene ciclos y aparecen nuevos minerales que reemplaza a otro. Las autoridades saben que el momento es ahora, no sólo en el mundo sino localmente, y hay compromisos de ambas partes, tanto en las empresas como en el sector público.