MARCELO BONELLI
La aceleración de los precios que informó el INDEC se mezcla con una clara caída en la actividad y ya hay estancamiento. La última corrida cambiaria aceleró las remarcaciones.
La economía ingresó ayer en una fase peligrosa: la “stagflation”. La aceleración de los precios que informó el INDEC, se mezcla con una clara caída en la actividad y ya hay estancamiento, con inflación.
Un ex ministro de Finanzas de Inglaterra acuñó ese término económico. Fue Ian McLead, a mediados de la década del ’60. Así lo dijo: “Ahora tenemos lo peor de ambos mundos. No sólo inflación, o el estancamiento, sino ambos juntos”. La economía comenzó a caer aquí por la --inmanejable-- sequía. Pero la actividad se desplomó desde junio. La propia corrida cambiaria aceleró las remarcaciones: el índice pasó de un nivel del 2% mensual a otro del 4%. En septiembre llegaría al 5%. Así el propio INDEC confirmó el diagnóstico: inflación y recesión, la temible “estanflación”.
El Gobierno quiso combatir los precios con mucho voluntarismo. Ahora --y por las urgencias-- intenta equilibrar la macroeconomía. Hubo anuncios, pero aún no se aplicaron las medidas. También subestimó el impacto de la inflación de costos y no le presta atención a algo clave: las expectativas inflacionarias y la indexación.
Así, la inflación se convirtió en el principal problema de la Argentina. Carcome los salarios, deprime el consumo y aumenta la marginalidad. La tensión reavivó disputas internas. María Eugenia Vidal es una de las más preocupadas: la inflación en el GBA fue 4,1% y complica al Conurbano.
La Casa Rosada insiste en que no habrá más modificaciones en el Gabinete. Pero el ala política de Cambiemos dice que podría haber retoques cuando se cierre con el FMI. Para los que propician cambios existe un problema a solucionar: oxigenar al Gobierno y relanzar el último tramo de mandato de Macri. La cuestión está presente en las negociaciones reservadas con elFondo y el Tesoro de los Estados Unidos.
Para el FMI, la crisis actual es política y no económica. Alejandro Werner sostiene que primero hay que fortalecer la gobernabilidad argentina. También se habló del caso en el hermético seminario de Standard & Poors. La calificadora reunió a financistas de todo el mundo el miércoles, en Buenos Aires. Ahí trascendió una noticia: Gabriel Martino es el banquero que más apoya a la Casa Rosada, pero su banco --decisión de la casa matriz-- anunció que cerró por ahora todo tipo de financiación para los PPP.
La inflación en alza fue el caldo de cultivo para que también fuera insistente el comentario de un eventual anuncio de nueva convertibilidad. El dólar para esa operación sería hoy de $46,80. ¿Esa versión haría subir estos días el billete? El Tesoro de EE.UU. introdujo el tema en las conversaciones con la Casa Rosada. Pero no prosperó. En Washington hay quienes creen que esa --traumática-- experiencia podría ser una fórmula de solución para la inflación argentina.
Larry Kudlow, jefe de asesores económicos de la Casa Blanca, lo dijo: “La convertibilidad derribó la inflación y mantuvo la prosperidad”.David Malpass, el actual interlocutor en el Tesoro de Nicolás Dujovne, es un amante y defensor de los mecanismos del “patrón oro” y de los tipos de cambio fijos. Ambos encajan en un sistema de convertibilidad.
Pero las sugerencias no habrían prosperado. Se truncaron las conversaciones. Las autoridades argentinas explicaron que una convertibilidad requiere una ley que nunca será aprobada en el Congreso. Ya el jueves mismo se reunió el equipo de Sergio Massa y hubo un rechazo duro. También Roberto Lavagna reunió a su equipo y lanzó una contundente definición: volver a la convertibilidad sería una locura. El ex ministro convocó a ex funcionarios de su gestión. Fue hace diez jornadas, en sus oficinas de Carlos Pellegrini.
Les transmitió una decisión personal: “No voy a ser candidato. Les pido a todos que difundan esa decisión”. El propio Dujovne tuvo que enfrentar preguntas sobre la convertibilidad. Ocurrió en una reunión íntima de su equipo, el martes antes de la internación: “No le den bola. Olvidate de eso”. Luis Caputo dijo en el directorio del BCRA: “No hay nada, de verdad”. Ambos conocen que el FMI no comulga con el programa que llevó adelante Domingo Cavallo. Y los dos están jugados a cerrar el acuerdo con el FMI. La intención es terminar el convenio técnico el 21 de septiembre y que el Board lo apruebe una semana después.
El Gobierno le pidió al Fondo un desembolso adicional para este año de 12.900 millones de dólares y ampliar el crédito: en lugar de 50.000, que sea de 65.000 millones. Para eso es clave el acuerdo con los gobernadores. Existe un documento secreto para que se firme la semana próxima.
El texto tiene cinco carillas y es una “adenda” del pacto del 2017. Ya los peronistas le eliminaron un párrafo: decía que los gobernadores se comprometían a que se apruebe el Presupuesto. Fue sacado, después de una furiosa reunión en el CFI. Hubo de todo entre los peronistas: insultos, descalificaciones y reproches. Los duros acusaron a Juan Schiaretti de recibir “fondos” bajo cuerda de la Casa Rosada. Roxana Bertone le dijo: “Juan, no te piden tanto”. Pero lo peor ocurrió entre Carlos Verna y Juan Urtubey. Verna lo acusó de traidor: “Sos más leal a Macri que a Perón”. Y Urtubey, fuera de sí, respondió: “Este viejo está hecho un pelotudo”