Las acciones de Tesla cayeron tras varios tuits del empresario. Para los expertos, el directorio tiene que ponerle freno.
No cabe duda de que Elon Musk es uno de los grandes emprendedores de esta época. Hasta podría pertenecer a “una clase de uno solo”, como describió recientemente el propio Musk a Tesla, la compañía del revolucionario auto eléctrico que fundó. Pero el tuit de Musk de hace un par de semanas —en el que expresaba su intención de que Tesla dejara de cotizar en bolsa y declaraba tener “fondos asegurados” para esa transacción multimillonaria— fue tan impulsivo, potencialmente inexacto, mal escrito y pensado, y tenía tan nefastas consecuencias potenciales, que el directorio debe ahora plantearse una pregunta delicada pero vital: ¿cuál era el estado mental de Musk?
“¿Qué dice esto de la capacidad de juicio de la persona que puso toda esta cuestión en marcha?”, preguntó Charles Elson, director del Centro Weinberg de Gestión Empresarial de la Universidad de Delaware. “Eso es lo que el directorio tiene que averiguar”. En mensajes de blog posteriores, Musk enfatizó que trataba de ser tan transparente con el público en general como pensaba serlo con unos pocos grandes inversores.
Es un objetivo plausible. Pero hay muchos métodos convencionales efectivos para lograrlo, entre los cuales figura mantener bien informado a su directorio, consultar abogados y seguir los procedimientos de la SEC (la comisión reguladora de valores de EE.UU.) antes de publicar tuits sobre lo que puede llegar a ser una adquisición corporativa transformadora e inmensamente costosa.
Muy poco de eso parece haber pasado. Si bien los directores de Tesla admitieron en términos generales que analizaron con Musk esa posibilidad, el tuit los sorprendió y desde entonces han estado intentando poner la situación bajo control.
La explicación del tuit puede ser más psicológica que estratégica. El verano pasado, en un intercambio por Twitter, Musk dijo que había experimentado momentos de “gran euforia, terrible decaimiento y estrés incesante”. Cuando le preguntaron si podía ser bipolar, contestó “sí”. Y después agregó: “Pero quizá no médicamente. No sé. Sentirse mal está relacionado con hechos negativos, así que tal vez el verdadero problema sea entusiasmarme demasiado con las cosas en las que me meto”, cuestión a la que más tarde describió como “un pasaje al infierno”.
“Los emprendedores tienen a menudo un temperamento y una constelación de características que pueden crear enorme valor pero también se asocian con riesgos significativos”, dijo Michael Freeman, profesor de psiquiatría clínica de la Universidad de California en San Francisco, un experto en emprendedores. Aunque afirmó que no podía hacer comentarios sobre Musk, Freeman dijo que en general los emprendedores “tienen perfiles de salud mental que se relacionan con niveles más altos de creatividad, de energía, de tolerancia al riesgo y de impulsividad. Otra forma de considerar la impulsividad refiere a la necesidad de rapidez, la sensación de urgencia, mayor motivación y mayor inquietud”.
Todo ello parece coincidir con la conducta habitual de Musk en Twitter. Scott Shane, profesor de estudios empresariales de la Universidad Case de la Reserva Occidental, lo expresa en términos más simples: “Esta gente tiene un cableado diferente”, dijo y concluyó: “Son más rápidos para detectar oportunidades y actuar en consecuencia, pero esa misma tendencia puede ponerlos en problemas en otras situaciones.” Tales características también pueden exacerbarse por la falta de sueño. Musk dijo que ha estado durmiendo en el piso de la fábrica, salteándose algunas duchas y trabajando durante horas extremadamente largas en tanto que Tesla acelera la producción de su Modelo 3.
“Existe toda una cantidad de factores desestabilizadores del comportamiento en el mundo de los emprendedores”, subraya Freeman. Por otro lado, el especialista ubica en un lugar destacado la falta de sueño. “Las consecuencias pueden ser alteraciones del funcionamiento, mayor irritabilidad y la capacidad de juicio puede resultar afectada adversamente”, advirtió.
Durante la más reciente convocatoria de ganancias de Tesla, Musk se disculpó ante analistas de Wall Street a quienes había insultado por hacer “preguntas aburridas y estúpidas”. “Yo no había dormido y había estado trabajando como 110 o 120 horas por semana”, dijo. También es una característica común entre los empresarios creer que las reglas no se aplican a ellos, porque “se interponen en el camino de hacer las cosas”, interpretó Freeman.
Cualesquiera hayan sido las circunstancias exactas que rodearon a su tuit, Musk se beneficiaría con lo que Freeman llama “juntas directivas personales”, algo que suele recomendar a sus clientes empresariales. “Hay algunas estrategias simples para actuar ante la impulsividad, como dormir más a la noche y pedir segundas opiniones”, dijo. “Si uno está programado para andar a toda velocidad todo el tiempo, le hace falta crear un filtro a fin de disminuir esos factores de riesgo”, añadió.
El directorio de Tesla debería adoptar un rol importante. “Equilibrar las responsabilidades corporativas y establecer limitaciones en contra de la creatividad que hizo grande a la compañía, tiene en primer lugar mucho más de arte que de ciencia”, aseguró Charles Whitehead, que dirige el programa de derecho, tecnología y empresariado en la Escuela de Leyes de la Universidad Cornell. “Los directores y los abogados deben manejar con credibilidad ese equilibrio, pero con igual nivel de importancia los fundadores de la empresa deben mantenerse dispuestos a consultarlos y admitir —aunque así se demoren las cosas— que el asesoramiento puede reflejar tan solo las realidades del día”, completó.
Freeman coincidió. La junta directiva de Tesla y otras personas cercanas a Musk “deben encontrar formas de que todos los aspectos positivos de esas fuerzas le den buenos resultados a él y a nosotros, a la vez que minimicen los inconvenientes”. Y es posible que Musk desee refrenar su uso de Twitter. “Una buena regla básica: no hacer nunca anuncios importantes ni, en el caso de Tesla, complicados, por medio de Twitter,” opinó Whitehead.
Eso puede ser más fácil de decir que de llevar a cabo. Los miembros del directorio de Tesla siguen reclamándole a Musk que deje de tuitear, hasta ahora sin éxito. “No es fácil para nadie controlar el comportamiento de un gran visionario”, dijo Shane y sentenció a modo de conclusión: “A estas personas no les gusta que los controlen”.
El fundador de Tesla, Elon Musk, aseguró que los inversores de la compañía de automóviles eléctricos le han convencido de no privatizar la empresa, por lo que la Tesla permanecerá en los mercados bursátiles públicos, a pesar de que hace dos semanas había comunicado que tenía financiación suficiente para recomprar la empresa y sacarla de Bolsa.
"Aunque la mayoría de los accionistas con los que hablé dijeron que permanecerían con Tesla si nos privatizáramos, el sentimiento, en pocas palabras, era 'por favor no hagas esto'", dijo Musk en un comunicado.
El fundador de Tesla aseguró que tomó la decisión basándose en los comentarios de los accionistas, incluidos los inversores institucionales, que argumentaron que tienen reglas internas que limitan cuánto pueden invertir en una empresa privada.
"Sabía que el proceso de privatización sería un desafío, pero está claro que consumiría más tiempo y sería una distracción de lo previsto inicialmente. Esto es un problema porque debemos mantenernos enfocados en aumentar el Modelo 3 y ser rentables. No lograremos nuestra misión de avanzar la energía sostenible a menos que también seamos financieramente sostenibles", insistió.
Musk agregó además que después de las consultas, se reunió este jueves con el consejo directivo, y les comunicó la decisión final de "mantener pública" la empresa, algo con lo que el consejo "estuvo de acuerdo", indicó El Economista.
A principios de mes, Musk planteó en las redes sociales la posibilidad de retirar a la compañía de la Bolsa, tras lo que sus acciones registraron una drástica subida y su cotización fue suspendida temporalmente. El regulador de los mercados financieros de Estados Unidos abrió una investigación contra el directivo al considerar que podría haber en un delito de manipulación de mercado.
La evaluación de esta posibilidad se abrió después de que el empresario hubiese criticado abiertamente a los vendedores a corto plazo de las acciones de Tesla (inversores que apuestan por la caída bursátil de la firma), que considera dañan el desarrollo de la compañía.
De haberse realizado, la operación habría tenido un valor de US$72.000 millones. El propio Musk llegó a comentar que tenía el respaldo del fondo soberano de Arabia Saudí para acometer la compra de acciones y la retirada de Bolsa. También explicó que había contratado al banco de inversión Goldman Sachs como asesor.
El consejero delegado y fundador de la compañía calculaba que el precio de compra sería a US$420 dólares. Sin embargo, las dudas generadas en el mercado sobre el respaldo real de la operación ha provocado que los títulos de Tesla hayan caído más de un 7% en las últimas semanas.
El magnate se enfrenta además a las preocupaciones de si la fábrica de la empresa en Fremont, California, cuenta con suficientes fondos para aumentar la producción del Modelo 3 de forma sostenida y sustentar sus planes de crecimiento con la introducción de nuevos vehículos y nuevas infraestructuras.
Después de suspenderse su cotización, Musk envió una carta formal a los empleados de Tesla en la se explicaba que la decisión de retirar de la bolsa a la compañía no era final y enumeraba las razones por las que se planteaba el cambio.
FP