El Bitcoin, que llegó a cotizar a u$s 19.000, fluctúa entre u$s 6000 y u$s 8000. La caída del valor de mercado de los nuevos activos digitales se suma a la creciente volatilidad que se observa en los principales mercados financieros
En enero, la capitalización bursátil total de las criptomonedas había superado los u$s 800.000 millones, comparado con los u$s 18.000 millones del año anterior, según el proveedor de datos CoinMarketCap.
Ahora, el mercado lleva perdido tres cuartas partes de su valor y se ubica en u$s 200.000 millones
La caída del valor de mercado de los nuevos activos digitales se suma a la creciente volatilidad en los principales mercados financieros, como las acciones, lo que ofrece a los operadores bursátiles otras oportunidades de generar ganancias a partir de la fluctuación en los precios de los activos.
"La exageradas expectativas han desaparecido. Los operadores desaparecieron", afirmó Simon Taylor, un ex vicepresidente de Barclays y cofundador de la consultora de tecnología financiera 11:FS.
Bitcoin, la primera criptomoneda y la más valiosa, se desplomó desde los u$s 19.000 que valía en diciembre y ahora oscila entre u$s 6000 y u$s 8000 desde junio. Los defensores de la criptomoneda toman al bitcoin —que, a diferencia de las monedas fiduciarias, no está controlado por una autoridad central— como una reserva de valor.
Pero su corta historia mostró rápidos rebotes y fuertes caídas. Scott Weiss, un abogado de Arizona, compró su primera bitcoin a su precio más alto en diciembre. "No soy un inversor profesional, soy abogado", comentó refiriéndose a sus pérdidas. "Éstos son los tipos de errores que cometemos. Nos dejamos llevar por el entusiasmo exagerado". Weiss no está solo, consignó El Cronista.
Los defensores de las criptomonedas en su mayoría aún emanan optimismo. La plataforma de trading eToro, conocida por sus llamativos anuncios de criptomonedas en el subte de Londres, no redujo sus esfuerzos de marketing a pesar del desplome, indicó Iqbal Gandham, el director general de eToro. Jordan Fried, el vicepresidente de desarrollo de negocios globales en la firma de tecnología Hedera Hashgraph —que recaudó u$s 100 millones de inversores institucionales—, comentó que la fiebre especulativa permitió a algunas compañías en su etapa inicial captar capital para desarrollar servicios que sustentan la naciente industria de las criptomonedas.
"Nos está ayudando a desarrollar una infraestructura", afirmó Fried. Pero muchas de las características de los días del auge están experimentando dificultades. Los intentos de abrir fondos de inversión en bitcoins —que, según los defensores de las criptomonedas, serían un paso clave hacia una adopción más amplia — hasta ahora han sido recibidos con indiferencia por parte de los reguladores estadounidenses.
Los gemelos Winklevoss, los inversores iniciales de Facebook que actualmente controlan la bolsa de criptodivisas Gemini, se encuentran entre los rechazados. En la City de Londres, la industria del trading minorista online, cuyas ganancias habían caído en los calmados mercados bursátiles del año pasado, aprovechó la volatilidad de los activos digitales más conocidos como el bitcoin y el ether, su rival más cercano.
Muchas firmas ganaron mucho dinero ofreciendo derivados basados en las criptomonedas, y cobrándoles a los especuladores elevadas comisiones para negociarlos. Plus500 reportó un incremento interanual de 418% en las ganancias del primer trimestre de 2018, citando como motivo los "altos niveles de interés" en sus productos de criptomoneda.
Tanto Plus500 como IG, una compañía de trading del FTSE 250, reconocen que el interés en la negociación de criptomonedas ha disminuido. "Colapso es la mejor palabra para describir lo que está sucediendo", comentó Peter Hetherington, CEO de IG. Con el derrumbe de los precios, los inversores en bitcoins dejaron de comprar y mantienen sus posiciones, según una investigación de Unchained Capital, una startup que presta efectivo contra criptomonedas.
El retroceso del bitcoin coincidió con la introducción de los futuros de bitcoins por parte de CME Group y de Cboe Global Markets, lo que por primera vez brindó a los criptoinversores una oportunidad de cobertura mientras permitía a los operadores apostar a la caída del precio del bitcoin.
La desaparición de las monedas digitales nuevas que llegaron a negociarse intensamente a partir de 2017 — con nombres como DentaCoin y SpankChain — también absorbió dinero del sobrecalentado mercado. Los empresarios habían creado cientos de , o vales, en las llamadas "ofertas iniciales de criptomonedas" (ICO, por sus siglas en inglés), vehículos de recaudación de fondos poco regulados que desbloqueaban fuentes de dinero mayoritariamente en manos de inversores minoristas, una propuesta atractiva tanto para los empresarios principiantes como para quienes quieren hacerse ricos rápidamente.
"¿Quién no quiere imprimir dinero gratis?", apuntó Michel Rauchs, el experto en (cadenas de bloques) y en criptomonedas del Centro de Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge. Telegram, la aplicación de mensajería, recaudó de inversores la cifra récord de u$s 1600 millones en efectivo para financiar el desarrollo de su propia criptomoneda.
Aunque los no ofrecen protección a los inversores, muchos especuladores se beneficiaron con la rápida apreciación de sus criptomonedas.
Diversos grupos de operadores coordinaban sus esfuerzos para inflar el precio de las monedas poco negociadas y se beneficiaban vendiéndolas a precios artificialmente altos.
A principios de enero, el pico de la fiebre de la criptomoneda, al menos 39 criptomonedas tenían capitalizaciones bursátiles de u$s 1000 millones o superiores. Con el menor furor especulativo, hoy sólo 15 monedas tienen una capitalización de mercado superior a u$s 1000 millones, según CoinMarketCap. La página web DeadCoins.com enumera los tokens abandonados.
"Los días de invertir en una ICO y de obtener una ganancia equivalente a 75 veces la inversión en seis meses se han acabado", señaló Ari Lewis, que abrió el fondo de cobertura de criptomonedas Grasshopper Capital en agosto de 2017.
Un inversor con tenencias personales de criptomonedas por un valor de decenas de millones de dólares declaró que, aunque sigue comprando y reteniendo bitcoins, se había deshecho de monedas populares el año pasado, incluyendo XRP, la tercera más grande.