El oro ya no es lo que era. El metal precioso, que suele actuar como activo refugio en momentos de gran incertidumbre, no está jugando un papel determinante pese a que la crisis turca está sacudiendo los mercados y ya se teme un efecto contagio imparable. “Ni siquiera logra atraer la atención de los inversores en un momento en el que la aversión al riesgo es el sentir dominante”, dicen los expertos. Pero, ¿por qué?
Desde enero el oro acumula una caída del 11%, y actualmente cotiza en el entorno de los 1.200 dólares por onza, un nivel psicológico que amenaza con perder. Como dice José María Rodríguez, analista técnico de ‘Bolsamanía’, hay un “importante soporte en los 1.211 dólares”, aunque el “límite máximo de lo que se entendería como una corrección o ajuste proporcionales” son los 1.200 dólares.
“En la medida en que no tengamos un cierre semanal por debajo de los 1.200 dólares dejaremos la puerta abierta a que más pronto que tarde el oro intente reestructurarse al alza”, dice. Sin embargo, apunta, “perforar dicho soporte significaría dejar la puerta abierta a un nuevo escenario de continuidad bajista con objetivo de caída en los 1.120-1.125 dólares”.
De momento el peor escenario no se ha producido, aunque el comportamiento del oro no es nada alentador. Y es que el metal encara su quinto mes consecutivo a la baja, tras acabar el mes de enero en los 1.345 dólares por onza. Desde entonces, la caída acumulada ya alcanza el 11%, tras depreciarse cerca de 100 dólares en los últimos dos meses y medio, informó Bolsamanía.com
Hay tres razones que explican por qué el metal precioso no repunta, como muchos esperaban, pese a la crisis turca:
El oro no suele reaccionar inmediatamente cuando surge una crisis como la de Turquía. Así ocurrió con la crisis de Argentina, tal y como recuerdan los expertos de WisdomTree, que dicen que a pesar de que el 1 de diciembre de 2001 el Ministerio de Economía argentino congeló las cuentas bancarias (señal clara de que había problemas) y que el 23 de diciembre de ese año el Gobierno incumplió con sus obligaciones de deuda soberana, en el mes de diciembre el oro apenas repuntó un 1%.
De hecho, no fue hasta la primera mitad de 2002 cuando el metal precioso registró un gran repunte, concretamente del 15%, y lo hizo a medida que se fueron conociendo todas las ramificaciones de la crisis argentina. Es decir, a medida que se supo cómo era de profunda la crisis y hasta dónde llegaban sus efectos. Eso indica que incluso cuando se gesta una crisis, no es hasta que se terminan de confirmar todas sus consecuencias cuando el metal precioso empieza a actuar como activo refugio, señalan los expertos de WisdomTree, que apuntan que la crisis turca todavía no se ha extendido lo suficiente como para que los inversores sientan verdadero temor y se lancen a comprar oro.
El dólar ha experimentado una importante subida en los últimos días como consecuencia de la crisis turca. La moneda estadounidense está ganando terreno no sólo a la lira, que no deja de depreciarse, sino también frente a otros pares como el euro, y eso está afectando directamente al oro. “Ni siquiera logra atraer la atención de los inversores en un momento en el que la aversión al riesgo es el sentir dominante en el mercado”, indican los expertos de IG Markets, que apuntan que la crisis de Turquía, que ha provocado ventas masivas de acciones y divisas en todo el mundo, “no logra sin embargo empujar la demanda de oro, como sí ha hecho con el dólar estadounidense, el yen japonés o la deuda soberana en los mercados secundarios”.
Y es que, dicen estos analistas, “el mayor apetito del mercado por el ‘billete verde’, que escala hasta máximos de más de un año, penaliza también la cotización del metal precioso y al resto de materias primas, al estar los contratos de futuros normalmente nominados en esta divisa”. En esta firma no descartan que pueda registrarse un cierre del oro por debajo de los 1.200 dólares, un precio no visto desde marzo de 2017, y recuerdan que el hecho de que el oro se esté negando “obstinadamente” a repuntar pese a la crisis de los mercados emergentes no es nada nuevo y se debe a que cotiza en dólares. “Parece que las acciones de EEUU siguen siendo un refugio seguro en cualquier circunstancia, ya sean guerras comerciales o una crisis de los mercados emergentes”, comentan.
Por su parte, los analistas de TD Securitues también son tajantes al respecto al afirmar que “la fortaleza persistente del dólar estadounidense ha mantenido a los inversores pesimistas sobre las perspectivas del metal amarillo”.
Otro de los ‘culpables’ es el propio Banco Central de la República de Turquía (CBRT), que tiene grandes reservas de oro. El año pasado fue uno de los mayores acumuladores de oro, por lo que la reacción “relativamente poco abrumadora a los problemas de Turquía” puede deberse a ello, según los expertos de WisdomTree, que creen que si para defender la lira del constante goteo a la baja que sufre el CBRT intenta vender oro, eso podría ser interpretado por los inversores como algo negativo. Es decir, que la amenaza de que Turquía venda su oro pesa sobre su precio.
El año pasado el CBRT se hizo con 85,9 toneladas de oro, lo que representa la mayor compra de este metal precioso de todos los bancos centrales junto a la llevada a cabo por el Banco Central de Rusia, que compró 223,5 toneladas. Aunque sus reservas también se vieron incrementadas por el inusual sistema que existe en el país, que permite a las entidades financieras comerciales utilizar oro para cumplir los requisitos de reservas del banco central. En 2017, las entradas de oro en el Banco Central de Turquía procedentes de los bancos comerciales alcanzaron las 187,7 toneladas.
GD