Por primera vez en 65 años, los mandatarios de las dos Coreas se reúnen este viernes para negociar con la perspectiva real de un acuerdo de paz. Tras el armisticio de 1953, que pausó de forma provisional tres años de enfrentamiento militar, los dos países hermanos siguen técnicamente en una tregua que disfraza a una guerra extraña y anacrónica. Este es el tercer encuentro de líderes desde entonces, pero por primera vez podrían cruzar "la línea de la paz", en palabras del jefe de Estado norcoreano Kim Jong-un.
Ha sido un conflicto de traiciones, con cientos de muertos en un goteo de ataques abiertos o encubiertos, y en el que ningún oponente ha dado jamás muestras de aflojar. Hace pocos meses Pyongyang amenazaba a Occidente con "un botón nuclear" y Donald Trump aseguraba "fuego y furia" por respuesta. Inesperadamente, hace una semana, Kim Jong-un decide detener los ensayos nucleares.
Unos días después, este viernes, los líderes Kim Jong-un, por el Norte, y Moon Jae-in, por el Sur, se reúnen en esta cumbre histórica que podría ser el principio del fin de seis décadas y media de odio fraticida, a pesar de la cautela de la OTAN. Y no solo eso, Corea del Norte también hablará con Estados Unidos, aliado del Sur y su bestia negra particular. ¿Qué ha pasado para que repentinamente se haya producido esta inédita sintonía?
2017, año cero del poder nuclear norcoreano
Quizás la clave esté en algo sucedido en noviembre de 2017. Tras años de amenazas y pruebas balísticas fallidas, el país Juche -es el nombre que puso al régimen norcoreano su fundador, Kim Il-sung, abuelo del Kim Jong-un- demostró que su ejército se encontraba por fin en disposición de producir cabezas nucleares y de atacar objetivos en suelo estadounidense y en Occidente.
Lo hizo con el lanzamiento del misil Hwasong-15, con alcance intercontinental (ICBM) y capacidad de transportar ojivas nucleares miniaturizadas también fabricadas por Pyongyang. Diversas agencias internacionales y Washington confirmaron el logro. "Ya es por tanto una potencia nuclear", explica a RTVE.es Félix Arteaga, investigador del Real Instituto Elcano y experto en Defensa y Relaciones Internacionales. Y añade: "No se le puede seguir tratando como alguien que no tiene esa capacidad (...) Esto lo ha cambiado todo, obliga a cambiar la estrategia y pasar del aislamiento -las sanciones- a la negociación -la cumbre-".
El arma nuclear y la paradoja de la supervivencia
Arteaga llega a una conclusión preocupante: "Todos los regímenes autoritarios han entendido muy bien que la forma más segura que tienen de sobrevivir es alcanzar el arma nuclear (...) El reconocimiento de una capacidad nuclear da un estatus diferente a un país, y disuade a todo el mundo de cualquier intervención en asuntos internos. Así lo han hecho Irán y Corea del Norte, frente a la comunidad internacional y el 'Occidente hostil', han sobrevivido y han obligado a las grandes potencias de siempre a tenerles en cuenta. Ese es el gran valor el arma nuclear y es a lo que, desafortunadamente, estamos asistiendo en estos últimos años".
Las diferencias irreconciliables entre ambos contendientes llegaron a afinarse hasta el punto de que Corea del Sur estuvo nombrando gobernadores para las provincias del Norte, y a la vez los norcoreanos consideraron a Seúl la capital del país hasta 1972, como si no existiera la división. De hecho, Pyongyang "ha hostigado constantemente al Sur, que en réplica ha tenido que hacer demostraciones militares con EE.UU.", subraya Arteaga. Un "bloqueo" que ahora parece desactivarse, aunque sin el arma nuclear "no habríamos llegado a este momento", admite.
"Esto es lo que ha movido todo", señala el investigador, "unido a un cambio de gobierno en Corea del Sur, a la importancia que da EE.UU. a la situación en Asia y a la necesidad de evitar un segundo frente", insiste señalando a Irán: "Tenemos el frente iraní y el frente coreano, y eso obliga a Washington a desactivar por lo menos uno y centrarse en el otro".
El caso de Irán, al acuerdo por el embargo económico
El acuerdo para atajar la escalada nuclear iraní tuvo un enfoque "diferente", explica Arteaga: "En el caso de Irán se pudo llegar a un acuerdo porque existía un embargo internacional, -atenuado por países como Rusia y China-", aclara. La presión económica sobre la población iraní y la reacción de la oposición política del país de los ayatolás "obligó al gobierno a llegar a un acuerdo nuclear por el levantamiento de las sanciones", concluye.
"La cuestión coreana es distinta", compara el experto. "Pese a que las sanciones se han ido endureciendo, se trata de un régimen en el que el bienestar de la población no cuenta. Además, difícilmente se puede restringir el flujo total de colaboración con China, que no ha suprimido o no le ha interesado suprimir muchas de las transacciones que se realizan a través de las regiones chinas del sur", señala.
Esta circunstancia se ha atenuado por "el progresivo endurecimiento de las sanciones y uso de medidas sancionadoras contra entidades financieras chinas, lo que ha tenido como consecuencia una reducción del flujo", afirma Arteaga.
El futuro y la inexperiencia: De la disuasión al caos nuclear
Con suficientes recursos, parece demostrado que es posible emprender una carrera nuclear. "Compensa", dice Arteaga, a la vista de los resultados. "Es muy difícil que estos países puedan hacer frente a una gran potencia en términos convencionales", justifica, "pero una vez que traspasan el umbral nuclear, las grandes potencias son muy sensibles a provocar cualquier acto, porque estos recién llegados a la disuasión nuclear, no dominan el control de la escalada, no tienen la misma racionalidad de los actores tradicionales".
Así explica el equilibrio: "Entre actores racionales y cierta paridad, existen mecanismos para evidenciar el deseo de escalar o no escalar (...) Todo este juego de disuasión nuclear que nos ha mantenido muchas décadas al margen de un enfrentamiento nuclear total se está perdiendo y si a eso se añade la situación en Rusia y EE.UU., que comienzan a limitar esa racionalidad y van bajando el umbral de la escalada, tenemos un riesgo del que nos habíamos olvidado en los últimos años".
El apoyo de China y Rusia
"Corea del Norte se ha beneficiado de la tecnología rusa y la china", afirma el entrevistado, "así como las transferencias tecnológicas que han recibido del exterior. Han creado una red para conseguir la tecnología, los equipos, los precursores, lo necesario patra desarrollar su programa nuclear en contra de las sanciones. Han creado un mecanismo para mover el dinero para hacer esos acuerdos al margen del control internacional, muchos de ellos a través de bancos chinos. Sin ese apoyo de Rusia y de China, no se entiende la velocidad con la que han progresado".
Arteaga no deja de reconocer que "también es mérito local, porque ellos han sabido desarrollar su propia tecnología. En el ámbito espacial son punteros, han colaborado y seguirán colaborando con Teherán durante mucho tiempo. Tal y como han hecho otros países autoritarios, invertir grandes cantidades de dinero en un programa ha garantizado su éxito".
El experto admite que esta situación iba a producirse: "En la medida en que la transferencia tecnológica es inevitable, porque a la tecnología no se le pueden poner puertas. Esto explica el salto". Pero matiza la necesaria "asistencia inicial, científicos que han podido reclutar de programas cancelados en Pakistán y otros países". Un "entramado oscuro, suficiente para que un pequeño país como Corea del Norte y con pocos recursos sea una fuente de preocupación para la comunidad internacional".
La reunificación, la gestión de las élites y el caso Alemania
Pensando en una hipotética reunificación, es inevitable apuntar al caso alemán, pero hay diferencias, señala el investigador: "En la medida que Alemania occidental había tenido siempre -independientemente de los gobiernos- una política de reunificación, y conciliación, había estado recuperando población alemana no solo del Este sino de las antiguas repúblicas soviéticas para unificar sobre una base de dignidad cultural y nacional".
En caso de Corea del Sur, "algunos Gobiernos, como el actual, están más proclives a desarrollar políticas de reunificación y pacificación que los otros más conservadores", subraya, y añade: "Hay una parte de la población que no quiere la reunificación por miedo a lo que pueda pasar, hay gente que tiene este miedo". En Alemania "la integración se hizo sobre el Oeste, y la sensación que había en el Este de 'ustedes conservan el control de todo, lo importante es lo suyo, la gente tiene más oportunidades si vive en el Oeste', todo esto allí se va a dar también".
Esto no está nada claro en el caso de Corea. "En el caso de Alemania del Este, la clase política desapareció", dice Arteaga, pero es el destino de la élite norcoreana "es un "problema fundamental", señala. "¿Cuál es el puesto que se les reserva en esa potencial reunificación?. Tiene que ser una situación que en lo económico iguale los privilegios que ahora tienen, y será lo más difícil de resolver, porque no solo es el presidente o su entorno familiar".
El equilibrio que mantiene a esta élite en sus privilegios ya no sería sostenible: "Es un grupo de militares y gente del partido que viven del enfrentamiento en el que mantienen a una sociedad movilizada porque cualquier día les van a invadir los americanos. En el momento en que los ciudadanos vean que ya no existe ese miedo, que los americanos ya no están, que vienen los del Sur, su forma de liderar la sociedad sería muy difícil", argumenta Arteaga.
En cualquier caso, el experto entrevistado afirma sin dudas que "se ha cruzado un umbral" y es positivo el camino que queda por delante.