El Presidente sostiene que hay una suerte de complot contra la Casa Rosada que apunta a una cosa: trabar la robusta recuperación.
Alfonso Prat-Gay, el ex ministro, es el economista que consulta Alfredo Cornejo para desplegar todos los cuestionamientos a la Casa Rosada. Prat-Gay convenció al jefe de la UCR de que Mauricio Macri está exagerando el ajuste y que la economía puede ahogarse por efecto del tarifazo. Su visión heterodoxa choca otra vez con la Jefatura de Gabinete. Eso --y sus intentos de independencia-- le costaron el cargo en la Navidad de 2016.
Todos los ministros recomendaron exactamente otra cosa: no aflojar y mantener el fuerte ajuste en las facturas. Juan José Aranguren, porque argumenta que la medida atraerá inversiones energéticas.
El ministro defiende otro aumento en primavera. Y Nicolás Dujovne desacredita a los detractores: afirma que frenar o demorar la quita de subsidios complicaría todo el programa fiscal y daría señales inquietantes al mercado internacional.
Mauricio Macri defiende a rajatabla la postura de ambos y califica -en la intimidad- como “inoportuna y demagógica” la posición de Cornejo y de Elisa Carrió.
El jefe de la UCR mantuvo este jueves una tensa reunión con el Presidente, en la Casa Rosada. Cornejo sostiene que el tarifazo va directamente sobre el votante de Cambiemos.
Macri lo recibió con Aranguren. Fue una ratificación clara del ajuste y un explícito respaldo a un ministro que el radicalismo cuestiona: dicen que por su gestión el “área energética no termina de arrancar”. Pero el aval al ministro de Energía obedece a una certeza del Presidente: es definitivamente Macri el que está convencido de que hay que elevar las tarifas.
Ayer -al final- se acordó un sistema que ratifica el aumento y deja contentos a los radicales: se prorratea el pago. Se utilizó un axioma entre político y marketinero: cambiar algo, para que nada cambie.
Pero la respuesta surgió por otra urgencia: la necesidad de enfrentar con una medida la unificación legislativa del peronismo.
Macri tuvo el martes una reunión a solas con Emilio Monzó. El presidente de la Cámara fue claro: “El peronismo se unió porque quiere que paguemos el costo político del ajuste”.
El dialoguista Peronismo Federal y el Frente Renovador volverán a intentar poner límites al aumento. Los gobernadores habilitaron la ofensiva de sus diputados por una cuestión: acusan a la Casa Rosada de no cumplir con los compromisos asumidos de enviar fondos y cumplir obras pactadas.
Macri, en privado, está enfadado con sus “socios” políticos porque cree que habilitan a los detractores de su gestión.
El Presidente sostiene que hay una suerte de complot contra la Casa Rosada apuntado hacia otra cosa: quieren trabar --dice-- la robusta recuperación económica y los índices positivos.
En Olivos afirman que los reclamos de Cornejo obedecen a una cuestión personal del gobernador: está molesto porque le rechazan su postulación para formar parte de la futura formula con Macri.
Cornejo no tiene reelección en Mendoza y aspira a la vicepresidencia. Marcos Peña afirma que se mueve por aspiraciones personales. Jaime Durán Barba es el ideólogo de excluir a dirigentes de la UCR de futuras fórmulas: “Los radicales no existen electoralmente”.
El Presidente estuvo activo todo el fin de semana. En forma personal se ocupó de darle un fuerte respaldo a Dujovne.
La filtración de supuestos datos del blanqueo provocó turbulencias. Macri se encargó de hacer trascender su apoyo. “Nico –-le dijo-– respirá hondo, no les des bola. Estos ataques pasan”. Y agregó: “Tenés todo mi apoyo político. Yo pasé 20 operaciones como estas y sé de qué se trata”.
Atribuye la filtración a un intento de afectar al Gobierno, en momentos en que aparecen índices sobre mejoras en la economía. Macri está convencido de que lo peor ya pasó --se olvida de la inflación- y que ahora la Argentina entra en un claro sendero de crecimiento.
Así lo afirma: “Solo les queda a los opositores ensuciarnos con mentiras para frenarnos”. El Presidente -igual-, está muy irritado por la difusión de datos del blanqueo.
Cree que se utilizan en su contra.
Pero la cuestión de fondo es más grave: el Estado argentino es incapaz de resguardar datos confidenciales de sus contribuyentes. El tema excede a los funcionarios y genera inquietud en todo el movimiento empresario.
Inversores de Wall Street --en la reunión del FMI-- interrogaron esta semana a Luis Caputo sobre el problema : ¿qué garantías da el gobierno sobre esa información?
En la UIA sostienen que esta fragilidad genera un serio problema: un verdadero caso de inseguridad jurídica. Macri -a través del Congreso- convocó a un blanqueo y desde la AFIP salió información que debía ser secreta.
En el sistema bancario circulan listas completas de hombres de negocios que exteriorizaron sus patrimonios ocultos. Algunas se venden -a precios siderales- al mejor postor y otras abren la posibilidad para el accionar de los extorsionadores.
Alberto Abad descubrió y desbarató una banda dentro de la AFIP. El temor es que existan otros funcionarios involucrados.
Por eso, Leandro Cuccioli tomó una decisión esta semana: ordenó una auditoría interna que involucra la sede central del organismo y a varias agencias.