La empresa generó US$ 33.800 millones en ingresos netos en los primeros seis meses de 2017, superando a titanes estadounidenses como Apple Inc., JPMorgan Chase & Co. y Exxon Mobil Corp.
Es una piedra angular de la economía global, con una producción y venta de 10 millones de barriles de petróleo por día. Sin embargo, durante cuatro décadas, el desempeño financiero de Saudi Aramco ha sido uno de los mayores secretos en los negocios globales, limitado a un pequeño círculo de ejecutivos, funcionarios de gobierno y príncipes.
Ahora, un primer vistazo a las finanzas del gigante petrolero estatal muestra que Aramco generó US$33.800 millones en ingresos netos en los primeros seis meses de 2017, superando fácilmente a titanes estadounidenses como Apple Inc., JPMorgan Chase & Co. y Exxon Mobil Corp.
Las cifras a las que tuvo acceso Bloomberg News brindan a los inversores el conjunto de datos más amplio hasta el momento para evaluar el posible valor de un acuerdo que se da una vez en una generación en los mercados financieros: la oferta pública inicial propuesta por Aramco. Y dado que genera la mayor parte de los ingresos de Arabia Saudita, las cuentas también brindan a los inversores en bonos soberanos una visión única de la salud financiera del reino.
Cuando se le pidió que comentara las cifras, Saudi Aramco dijo en un comunicado: "Esto es inexacto; Saudi Aramco no hace comentarios sobre la especulación con respecto a su desempeño financiero y régimen fiscal".
Entre los hechos más llamativos: la compañía está casi libre de deudas y disfruta de costos de producción una fracción del estándar de la industria, según muestran las cifras.
Pero la dependencia de Arabia Saudí de la compañía para financiar el gasto social y militar, así como el estilo de vida lujoso de cientos de príncipes, imponen una pesada carga sobre su flujo de caja. La factura de impuestos de Aramco aumenta abruptamente a medida que suben los precios del petróleo. Junto con el elevado gasto de capital, es probable que eso limite el alcance de los pagos de dividendos después de una venta de acciones.
Las cuentas, preparadas según las Normas Internacionales de Información Financiera (IFRS, por sus siglas en inglés), también muestran la sensibilidad de Aramco a los precios del petróleo. En el primer semestre de 2016, cuando el crudo promedió US$41, la compañía obtuvo US$7.200 millones en ingresos netos. Este año, es probable que las ganancias sean significativamente más altas que en 2017 después de la reciente recuperación del precio del petróleo a más de US$70 por barril.
El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, quien convirtió la oferta pública inicial de Aramco en una parte esencial de sus ambiciones para preparar al reino para la era posterior al petróleo, quiere recaudar un récord de US$100.000 millones con la venta de una participación del 5 %. Eso valoraría a la compañía en US$2 billones y opacaría el récord de US$25.000 millones recaudados por el minorista chino de internet Alibaba Group Holding Ltd. en 2014.
Algunos ejecutivos, consultores y analistas de la industria petrolera, incluidos Sanford C. Bernstein & Co. y Rystad Energy AS, han cuestionado el objetivo de US$2 billones, y han sugerido que una cifra entre US$1 billón y US$1,5 billones es más realista.
Los inversores aún no saben con exactitud cuándo, ni siquiera si se concretará realmente la venta de acciones, y hasta el día de hoy no tenían información sobre la posición financiera de la compañía. La venta, incluida una cotización internacional en Nueva York, Londres o Hong Kong, se programó inicialmente para 2018, pero ahora es probable que se postergue hasta 2019.
Dos métricas clave que los inversores utilizarán para medir la valoración de la empresa son la generación de flujo de caja y los pagos de dividendos. Según cálculos de Bloomberg basados en los datos, Aramco generó un flujo de efectivo ajustado de operaciones de US$52.100 millones en el primer semestre del año pasado, cuando el crudo Brent promedió casi US$53 por barril. En el mismo período, Shell generó efectivo de operaciones de casi US$21.000 millones a pesar de bombear una cuarta parte del petróleo y el gas que produce Aramco.
El dividendo, si bien es grande, no es enorme en comparación con otros líderes de la industria. Aramco pagó una distribución en efectivo al gobierno de US$13.000 millones en el primer semestre de 2017. Eso se compara con los pagos a los accionistas de US$6.400 millones de Exxon y US$7.800 millones de Royal Dutch Shell Plc, a pesar de que las dos empresas juntas producen menos petróleo que Aramco.
El motivo de la menor generación de efectivo es el impuesto: Aramco paga un impuesto sobre las ganancias del 50 % y una regalía variable adicional sobre los ingresos.
Los datos financieros que revisó Bloomberg muestran que Arabia Saudita impuso una nueva escala variable de regalías en enero de 2017, ampliando el alcance del impuesto y aumentando la tasa marginal a medida que suben los precios del petróleo.
Aramco produce en algunos de los campos más grandes y de menor costo del mundo y gastó solo US$7.900 millones en costos de producción y fabricación en el primer semestre del año pasado, según los datos.
Usando una medida aproximada de la producción total de petróleo, condensado y gas, Aramco gastó menos de US$4 por barril para extraer hidrocarburos, en comparación con los cálculos aproximados de alrededor de US$20 por barril para Exxon y Shell.
Aramco también está casi libre de deudas, y reportó préstamos totales por US$20.200 millones a fines del primer semestre de 2017, compensado por efectivo y equivalentes de efectivo de US$19.000 millones.
No importa qué valoración final logre Aramco; la primera mirada a los libros de la compañía ilustra el tremendo negocio que el reino logró en 1976 al nacionalizar completamente la compañía. Pagó a los precursores de Chevron Corp. y Exxon alrededor de US$1.500 millones por sus acciones.
E incluso después de una oferta pública inicial, Aramco seguirá siendo mucho más que una gran compañía petrolera, tanto dentro del reino como fuera de él. Sus campos gigantes, en medio del desierto de Arabia Saudita, son clave para el crecimiento económico global y la seguridad geopolítica.
En casa, el torrente de dinero continuará apuntalando el contrato social que tiene el reino de décadas de antigüedad por muchos años más: generosas donaciones estatales a cambio de la lealtad política que mantiene la estabilidad en el lugar de nacimiento del Islam.