Los países emergentes se están quedando atrás del mundo desarrollado en la producción de energías renovables, a pesar de que sus climas generalmente más soleados se prestan para desarrollar energía solar potencialmente barata y confiable.
Sin embargo, algunos países en desarrollo como Lituania y Uruguay y el estado de Tamil Nadu en India están desarrollando rápidamente sus industrias de energía eólica y solar, demostrando que las naciones de ingresos medios y bajos pueden progresar en la adopción de energías verdes.
"Hasta la fecha, las industrias de la energía eólica y solar han estado ampliamente dominadas por las economías desarrolladas", dijo Gerard Wynn, consultor de finanzas energéticas del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA, por sus siglas en inglés), un grupo de expertos, en parte debido a la directiva de energía renovable de la UE, que estableció objetivos vinculantes para sus 28 estados miembros. "Pero ciertamente no es inevitable que los países emergentes sigan rezagados. Actualmente Uruguay ocupa el segundo lugar a nivel mundial, detrás de Dinamarca", agregó.
A pesar de esto, el análisis FT de los datos del IEEFA sugiere que, a partir de 2016, la producción de energía eólica y solar sólo representaba 3,4% de la generación de electricidad, en promedio, en los 48 países emergentes de los que tiene datos.
Las cifras varían desde 30% en Lituania, 26% en Uruguay y 13,7% en Rumania, hasta cero en varios estados del Golfo y los Balcanes, así como en Rusia e Indonesia. Mientras tanto, la energía eólica y energía solar representaron 10,9% de la generación de energía en los países desarrollados en el mismo año, con Dinamarca liderando el camino con 46,7%, por delante de Portugal, España e Irlanda, todos por encima de 20%.
Cuando se toman en cuenta todas las energías renovables, incluyendo la energía hidroeléctrica, la energía geotérmica y la biomasa, los países emergentes cubiertos por el IEEFA en promedio generaron 23,2% de su electricidad a partir de esas fuentes en 2016.
La mayoría de los líderes son países montañosos de América del Sur y los Balcanes que están bien situados para producir energía hidroeléctrica, como Brasil, que generó 80,5% de su energía de fuentes renovables en 2016, Colombia (62,6%), Ecuador (59,8%), Croacia (67,3%) y Montenegro (62,1%), junto con los Estados bálticos de Lituania (70%) y de Letonia (54%), que forman parte del régimen de subvenciones de la UE.
Los rezagados son en gran parte Estados ricos en combustibles fósiles como Turkmenistán, Trinidad y Tobago y Argelia, junto con el cuarteto del Golfo: Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos, en cada uno de los cuales las energías renovables representan menos de 1% de la generación.
Los países emergentes volvieron a quedar muy por detrás de los estados desarrollados en esta medida. En promedio, los países desarrollados produjeron 45,1% de la energía eléctrica de fuentes renovables en 2016.
Islandia es el líder mundial, ya que genera toda su electricidad con energía hidroeléctrica y geotérmica, seguido por Noruega y Nueva Zelanda, que también dependen en gran medida de la energía hidráulica.
Aunque todas las formas de energía renovable son útiles para combatir el cambio climático, algunos analistas como Wynn se enfocan principalmente en la energía eólica y solar, ya que todos los países son capaces de producir estos tipos de energías verdes, tengan o no geografía o geología para construir plantas hidroeléctricas y geotérmicas a gran escala.
Como tal, él sugiere que Uruguay es un gran ejemplo que otros podrían emular. Uruguay llegó al 26% de su energía de la energía eólica y solar en 2016 y los datos del IEEFA sugieren que sigue en aumento y alcanzará el récord de 43,6% en breve, aunque es probable que esta cifra disminuya más adelante en el año dada la estacionalidad inherente de estas fuentes de energía.
Wynn atribuyó el rápido crecimiento al sistema eléctrico altamente regulado de Uruguay, que posibilitó inversiones combinadas con un objetivo político para reducir la dependencia de las importaciones de energía, como el petróleo para la generación térmica y las importaciones de electricidad de Brasil y Argentina. Este impulso tuvo tanto éxito que el país ahora es un exportador neto de electricidad.
Sin embargo, la pequeña nación de 3,4 millones de personas tiene un par de ventajas naturales con las que no cuentan todas las economías emergentes. En primer lugar, su abundante energía hidroeléctrica, que representa la mayor parte de su generación de energía, le proporciona una fuente básica de energía cuando la producción variable de las energías eólica y solar no es consistente.
En segundo lugar, cuando estas fuentes variables están trabajando al máximo, Uruguay simplemente puede exportar su exceso de electricidad a sus dos vecinos gigantes, algo que sería más difícil para un país grande rodeado por Estados más pequeños. Dinamarca, el líder del mercado, también se beneficia de este factor, gracias a sus conexiones con la red energética de Alemania.