El máximo ejecutivo regional del grupo minero confía en lograr un acuerdo con el gremio de trabajadores, pero alerta que “cualquier cambio en las condiciones laborales tiene que estar sustentado en incrementos de productividad”. Sostiene que se debe hacer un cambio en la evaluación ambiental sin bajar los estándares y que la ventaja geológica que tuvo el país “ya no existe”.
Está a cargo de la mayor mina de cobre del mundo, Escondida, la misma que hace más de un año protagonizó la huelga más larga de la historia reciente, que duró 44 días y terminó sin acuerdo entre la empresa y el sindicato. Daniel Malchuk, presidente de BHP Minerals Americas, tiene a su cargo activos desde Canadá hasta el desierto de Atacama. Pero, sin duda, los ojos del mercado están puestos en la negociación colectiva del emblemático yacimiento ubicado en Chile, conocido a nivel mundial por su envergadura y la alta ley del mineral que de allí se extrae, debido a que hace pocos días el sindicato aceptó la negociación anticipada propuesta por la empresa.
Malchuk es cauteloso sobre este proceso, porque repercute a escala mundial en el precio del cobre, y a escala nacional, en la economía del país y en la propia compañía. La extensa huelga hizo bajar las ganancias de la empresa, pero también la producción minera, las exportaciones y el PIB.
-Están cambiando los fundamentos del cobre, y los sindicatos en general están pidiendo reajustes y bonos más altos. En Los Pelambres, el bono de término de conflicto (más créditos y otros) llegó a $18,5 millones. ¿Es una presión extra para Escondida?
“No me corresponde comentar lo que pasa en otras compañías, cada empresa tiene su propia realidad. Un ejemplo: Los Pelambres tiene un porcentaje de empleados propios respecto de la dotación total, que es menos de la mitad de lo que tenemos en Escondida. Eso ya lo hace distinto. Además, hay que mirar ese ejemplo en su conjunto, la compensación total y no solo el bono. Nosotros tenemos una distinta realidad y la enfrentamos de acuerdo a las necesidades de nuestros negocios y respetando las necesidades de nuestros trabajadores”.
-¿Cómo recibieron la decisión del Sindicato N° 1 de Escondida de aceptar una negociación anticipada, como propuso la compañía?
“La recibimos con mucha esperanza y convicción de que podemos llegar a un acuerdo. Partimos las conversaciones y nos da mucha esperanza que, de acuerdo a la ley, formalizamos esto mediante una carta que fue sometida a las bases, que la aprobaron de forma mayoritaria. Eso nos da la tranquilidad de que existe la voluntad, tanto de parte nuestra como de las bases y el sindicato, de poder sentarnos a conversar, y tenemos que esperar a ver cómo se desarrollan esas conversaciones”.
-¿Qué van a proponer?
“No puedo comentar cuáles son los elementos específicos de la negociación. Lo importante es tener claro que cualquier cambio en las condiciones laborales tiene que estar sustentado en incrementos de productividad, de lo contrario no es sustentable. La minería de la abundancia ya quedó atrás y hay que ajustarse a esta nueva realidad. Hay espacio para llegar a acuerdo, hay espacio para ver soluciones, pero todo esto tiene que estar sustentado con incrementos de productividad”.
“El Escondida de hoy no es el Escondida del pasado. Se inauguró hace casi 27 años y si comparamos la ley de esa época con la actual, vemos que las leyes son 70% más bajas y a todos nos ha resultado difícil ajustarnos a eso. Pero es algo que es necesario”.
-Pero es una de las minas de cobre de más alta ley en el mundo…
“Escondida es un fantástico negocio, pero no es lo que era hace 25 años. Los resultados de Escondida impactan en los ingresos fiscales del país y, por ende, cuando a Escondida le va bien, a Chile le va bien”.
-¿Ve al sindicato más abierto al diálogo? ¿Les pasó la cuenta la huelga?
“Después de la huelga de Escondida, a fines de abril del año pasado, llegamos a acuerdo con el sindicato en las jornadas extraordinarias, todo ello en condiciones de respeto muy constructivas. Después llegamos a un acuerdo con el Sindicato N° 2, de supervisores y staff de Escondida; también llegamos, hace un par de semanas atrás, a acuerdo con el Sindicato N° 2 de Spence, con los supervisores. Yo no quiero comentar situaciones pasadas, sino abocar nuestra energía en buscar un acuerdo”.
-¿Hace algún mea culpa sobre cómo manejó la negociación anterior?
“Hoy uno tiene que mirar dónde puede encontrar un espacio común, y nuestra gente trabaja en detectar cómo podemos encontrar una manera de responder a las necesidades de nuestros trabajadores y, además, mover el carro para adelante. La huelga no es buena para nadie, nadie debe haber quedado contento con eso, ni nosotros, ni los trabajadores, ni el país”.
“Estamos en la búsqueda de ese espacio de negociación. Tenemos que considerar que, en los últimos 25 años, como país hemos construido nuestra minería con base en una ventaja geológica que ya no existe. De ahora en adelante debemos construir una minería con base en otras ventajas, de productividad, tecnología, y empujar el desempeño de las operaciones más allá de las condiciones geológicas”.
“En BHP hemos trabajado con todos los gobiernos”
BHP es líder mundial en recursos naturales, opera en cinco continentes y extrae distintos minerales. En Chile es el mayor inversionista extranjero, con tres yacimientos: Escondida, Spence y Cerro Colorado, esta última, en un proceso de venta que se definirá en este semestre. Por su tamaño, el grupo es activo en desarrollar proyectos. Este viernes la compañía inauguró una desaladora para Escondida, la más grande de A. Latina, que supuso una inversión de US$ 3.400 millones. Y este año parte el proyecto que alarga en 50 años la vida útil de Spence, que implica otros US$ 2.500 millones.
-¿Ven un cambio en el nuevo gobierno, de Sebastián Piñera, respecto de lo que fue el anterior, de Michelle Bachelet, de cara a los inversionistas?
“En BHP hemos trabajado con todos los gobiernos y siempre hemos sentido que estamos hablando el mismo lenguaje”.
“Aprobamos Spence en agosto de 2017 y aprobamos otros durante el anterior gobierno de Piñera, y si va para más atrás, probablemente aprobamos muchos en el primer gobierno de la señora Bachelet. Lo que sí es importante es saber que la cosa para adelante se ve más difícil, por un tema geológico, y hay que ser más sofisticado y creativo”.
-¿Y su meta explícita de reactivar las inversiones?
“Vemos con buenos ojos la voluntad del Gobierno de destrabar inversiones. Aquí hay una posibilidad de hacer algo en esta materia”.
“BHP opera con los estándares mundiales y creo, honestamente, como chileno, que es importante que mantengamos esos altos estándares, pero hay cosas que mejorar. Por ejemplo, hoy una RCA la obtienes después de un proceso largo, a veces de dos años, y después tener que sacar 100 o 200 permisos, o hasta 700 permisos, no es razonable”.
-¿Cuántos permisos les piden en otros países donde operan?
“No sé el dato, pero, por ejemplo, tenemos un proyecto grande en Estados Unidos, y en permisos son órdenes de magnitud menor y con mayor certeza de cómo va a ser el proceso. El proceso aquí es extraño: te dan un permiso (RCA) que en realidad no es el final, sino que hay cientos de permisos que tienes que sacar después. Estamos hablando de miles de millones de dólares, con proyectos que los lleva a un directorio y hay que explicarles por qué se van a gastar US$ 2.500 millones, como en el caso de Spence, que después de la RCA tuvo que obtener más de 400 permisos. Cuando te toca fácil son 100 o 200 permisos adicionales. Eso no puede ser, hay que resolverlo de alguna manera, definiendo qué permisos valen la pena, cuáles se pueden autorregular, porque también tienes que tener la capacidad de fiscalizar y no la hay. Al final del día nos engañamos; tenemos un sistema aparentemente muy completo, pero no está ni bien regulado, ni bien fiscalizado”.
“Si queremos convertirnos en un país maduro y compararnos con la OCDE, tenemos que movernos todos, las compañías, pero también la autoridad y algunos stakeholders “.
-¿Qué le parece la idea de crear una oficina de grandes proyectos?
“Es una excelente idea, apunta a entender que cuando traigo un proyecto de US$ 2.000 millones o US$ 4.000 millones, no puedo lidiar con 55 instituciones distintas, y necesito tener a alguien que entienda la magnitud de lo que se va a hacer para el país. No pedimos que se bajen los estándares ni que se pasen los proyectos por debajo de la puerta, no queremos fast track tampoco, que sería una pésima idea. Pero las cosas hay que hacerlas bien y queremos tener certezas: saber que vas de A a B y de ahí a C, y cuáles son las condiciones. Hoy, en la calificación ambiental hay muchas instituciones involucradas que comentan de temas que ni siquiera son de su competencia. Esas son cuestiones que, independiente del color político del gobierno, se tienen que abordar”.