Desde su descubrimiento, esta formación de la Cuenca Neuquina aparece frecuentemente en el debate público argentino. En este análisis, Chequeado y el Diario Río Negro aportan datos sobre producción, inversiones y empleo, para entender de qué hablamos cuando hablamos de Vaca Muerta.
Desde 2010, cuando comenzaron los descubrimientos sobre recursos no convencionales de petróleo y gas en la Cuenca Neuquina, las referencias a Vaca Muerta se encuentran muy presentes en el debate público argentino.
Hace un año, en enero de 2017 el presidente de la Nación, Mauricio Macri, anunció un acuerdo para aumentar la inversión y el trabajo en Vaca Muerta entre el Gobierno nacional, la provincia de Neuquén, los sindicatos y las empresas del sector. “El anuncio es positivo porque reconoce la importancia que tiene para el país”, afirmó el director del Instituto del Gas y Petróleo de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Víctor Bronstein. Igualmente, los especialistas coinciden en que todavía pasó poco tiempo para evaluar su resultado y aún no hay datos oficiales para poder evaluar el impacto de esta medida.
Pero, más allá del plan anunciado por Macri, ¿de qué hablamos cuando hablamos de Vaca Muerta y cómo impactó en la economía argentina desde su descubrimiento?
Vaca Muerta es la principal formación de petróleo y gas shale (o sea, no convencional) de la Argentina y una de las principales del mundo. Se encuentra dentro de la Cuenca Neuquina (que abarca gran parte de la provincia de Neuquén, así como zonas de La Pampa, Mendoza y Río Negro). Existen dos tipos de hidrocarburos no convencional, el tight -más barato de extraer- y el shale. La principal característica del shale es que no tiene suficiente permeabilidad como para que el petróleo y el gas puedan ser extraídos con los métodos convencionales, lo cual hace necesario la aplicación de agua a alta presión junto con otros elementos que permiten que los hidrocarburos atrapados en la formación fluyan hacia la superficie.
Para tener una dimensión de lo que hablamos, la formación Vaca Muerta tiene una superficie de 30 mil km² (es decir, es más grande que toda la provincia de Tucumán y similar al tamaño de Misiones) y ocupa un cuarto de la superficie total de la Cuenca Neuquina (124 mil km²). Del total de Vaca Muerta, actualmente el 20% del territorio está destinado a proyectos no convencionales.
La Argentina en su conjunto cuenta con recursos por 23 billones de metros cúbicos de gas shale y 27 mil millones de barriles de petróleo shale no convencional “técnicamente recuperables”, según los últimos datos de 2013 de la Administración de Información Energética de los Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés). Sólo China posee mayores recursos de este gas, mientras que los Estados Unidos, Rusia y China superan a nuestro país en el ránking de petróleo shale.
Los recursos señalados abarcan todas las cuencas del territorio nacional. De las formaciones, Vaca Muerta es la más importante, con casi 9 billones de metros cúbicos de gas shale (casi 40% del total) y 16 mil millones de barriles de petróleo shale (aproximadamente un 60%). Si sólo se toman los recursos de Vaca Muerta y se los compara con los demás países, esta formación tiene una cantidad de este tipo de gas no convencional similar a la que tiene Rusia en su conjunto y en petróleo no convencional se parece a los recursos con los que cuenta Venezuela.
Por esto mismo, Vaca Muerta podría abastecer de gas al país, de mantenerse el nivel de consumo actual, por aproximadamente 400 años. Este dato surge de cálculos que realizó Daniel Poneman, secretario de Energía de Estados Unidos durante la Presidencia de Barack Obama.
Roberto Carnicer, ingeniero civil y director de la Diplomatura en la Industria de Petróleo y Gas de la Universidad Austral, dijo que uno de los principales indicadores para dimensionar la importancia del hallazgo de esta formación es la producción de gas. Según los datos del Ministerio de Energía de Neuquén, en 2012 el gas no convencional representaba cerca del 10% de la producción total de gas de la provincia, mientras que actualmente ese porcentaje subió aproximadamente al 50 por ciento. Además, la producción de gas en Neuquén representa la mitad del total del país.
En la misma línea, Bronstein destacó la importancia del gas porque “Vaca Muerta tiene más gas que petróleo” y porque “la Argentina importa más gas que petróleo”. De allí la importancia del gas: su desarrollo podría bajar el déficit comercial energético.
Según los últimos datos oficiales disponibles del Ministerio de Energía de la Nación, en 2016 las importaciones representaron cerca del 20% de la oferta de gas natural en Argentina. El gas natural es importado desde Bolivia y Chile, pero también ingresa Gas Natural Licuado en barcos provenientes de Trinidad y Tobago, Qatar y Nigeria, principalmente.
En cuanto al petróleo, el aumento de la producción no convencional es similar, aunque el panorama es distinto en cuanto al rol de Neuquén y a la cantidad importada por el país. Los datos de producción de petróleo del Ministerio de Energía neuquino muestran que en 2012 la participación del petróleo no convencional era casi nula, mientras que ahora representa cerca del 40 por ciento. En este punto, la producción neuquina de petróleo es un quinto del total del país. En el caso del petróleo las importaciones en 2016 fueron apenas el 3% de la oferta nacional.
Según información entregada a Chequeado y al Diario Río Negro desde la Subsecretaría de Energía, Minería e Hidrocarburos de Neuquén, en la formación de Vaca Muerta se desarrollan actualmente 26 proyectos operados por grandes empresas, como YPF (siete proyectos), Pan American Energy (cuatro), Exxon (tres), Total (tres) y Tecpetrol (dos), entre otros.
“Desde 1994, con la reforma constitucional, los dueños de los recursos son las provincias, que entregan las concesiones”, explicó a este medio Bronstein, quien añadió que “las empresas que invirtieron en Vaca Muerta son grandes porque se necesitan fuertes inversiones para llegar a los recursos no convencionales”.
En este sentido, la Subsecretaría de Energía, Minería e Hidrocarburos neuquina diferencia dos tipos de inversiones que realizan estas empresas. Primero están las inversiones “piloto”, las que las concesionarias se comprometen a concretar en los primeros cinco años del proyecto. Luego, está la estimación de la inversión total que demandaría cada proyecto, pero como las concesiones son por muchos años (hasta 35), estas pueden variar según distintos factores, como el avance de la tecnología para poder extraer este tipo de recursos.
“En general las inversiones piloto se cumplen, aunque siempre son un factor de negociación entre las empresas y las provincias”, señaló Bronstein. En este sentido, en los 26 proyectos mencionados las empresas se comprometieron a desembolsar US$7 mil millones en este tipo de inversiones iniciales, mientras que el Gobierno neuquino informa que esos proyectos podrían significar una inversión total de US$150 mil millones en lo próximos 35 años.
Para tener una dimensión de cuánto representarían estos US$ 7 mil millones, en los primeros seis meses de 2017 ingresaron al país inversiones extranjeras directas por una cifra cercana: US$ 5 mil millones. Además, estos US$ 7 mil millones representan cerca de 12 mil kilómetros de rutas y aproximadamente 13 mil jardines de infantes, si se utilizan los datos del sitio que permite comparar cifras públicas La Balanza, de Chequeado.
Según datos del Ministerio de Energía de la Nación, basados en las declaraciones juradas de las empresas, en 2017 las inversiones en Neuquén en no convencionales totalizaron US$3,1 mil millones, mientras que si se agregan los convencionales las inversiones totalizaron en el último año los 3,7 mil millones de dólares.
Además, los datos del portal de datos abiertos del Ministerio de Energía de la Nación, analizados por el periodista especializado en energía David Mottura, muestran que YPF y las empresas privadas, como Pan American Energy y Tecpetrol, están disminuyendo sus inversiones en la Cuenca San Jorge (Chubut y Santa Cruz) y la aumentan en Vaca Muerta. La caída de los precios internacionales del crudo y los planes de subsidios al gas en boca de pozo ayudaron a la migración de las inversiones hacia los no convencionales de la Cuenca Neuquina, la principal zona gasífera del país.
En este sentido, la evolución de los pozos de producción no convencional en Neuquén muestran un aumento muy fuerte desde 2011. Sin embargo, luego del pico marcado en 2015, en 2016 -últimos datos anuales disponibles- bajó por primera vez desde 2009 y hubo un 25% menos de pozos.
Si se ven los datos oficiales del Ministerio de Energía de la Nación, 2015 también fue un año récord si se analizan los metros perforados. Si bien en 2016 hubo una caída del 22%, en 2017 hubo un repunte debido a la puesta en marcha de nuevos proyectos vinculados fundamentalmente al gas y se proyecta un crecimiento cercano al 15 por ciento.
Bronstein sostuvo que la baja del precio internacional del petróleo desde 2014 “fue un problema que frenó las inversiones en Vaca Muerta”. El precio del barril de petróleo bajó de más de US$140 en 2008 a un piso de US$30 a comienzos de 2016 y actualmente se ubica cerca de los US$60 por barril.
¿Por qué es tan importante el precio mundial del petróleo para Vaca Muerta? “Al ser más caro el petróleo no convencional que el convencional, por ser más difícil de extraer, para que sea rentable invertir en Vaca Muerta se necesita que el precio internacional del petróleo sea alto, porque si no el precio mundial termina siendo menor al precio que necesitan las empresas que operan en el país para recuperar sus inversiones”, explicó.
Según un informe del Consejo Federal de Inversiones (CFI), el rango de sostenibilidad para el petróleo shale de Vaca Muerta es de US$80/90 el barril. Actualmente, con un precio cercano a los US$65, se están reactivando varios proyectos de shale.
En términos de empleo, si bien no hay información oficial específica sobre la variación de la cantidad de trabajadores en Vaca Muerta o en la Cuenca Neuquina, sí se advierte que la participación del empleo en el sector de extracción de petróleo y gas sobre el total de Neuquén aumentó fuertemente desde el descubrimiento de Vaca Muerta.
Así, según los datos oficiales el Ministerio de Trabajo de la Nación, el empleo en este sector pasó de representar el 14% del empleo registrado de Neuquén entre 2007 y 2012 hasta llegar al 18% en 2015. En 2016 (último año completo con datos) este porcentaje cayó por primera vez desde 2011 producto de la caída económica y se ubicó en 17%, todavía superior al registrado antes del descubrimiento de Vaca Muerta.
Según informaron al Diario Río Negro y a Chequeado los gremios de Petroleros Jerárquicos y Petroleros Privados, ellos estiman alrededor de siete mil trabajadores jerárquicos (profesionales) y 23 mil operarios de base en lo que es la Cuenca Neuquina. Si bien hay equipos que trabajan tanto para explotaciones convencionales como para las no convencionales, si se tienen en cuenta los empleados que tienen tareas específicas en el no convencional (Vaca Muerta y otras formaciones no convencionales) estos sindicatos calculan entre 4 mil y 5.500 trabajadores.
Un estudio publicado a fines de 2015 por organismos de planificación de la Nación, de Neuquén y de Río Negro calcula que en ese entonces el desarrollo de Vaca Muerta generaba cerca de 35 mil puestos de trabajo directos e indirectos.
Sobre los volúmenes de inversión y trabajo, Carnicer sostuvo que “todavía no tienen el tamaño que deberían tener” y destacó que el principal desafío es “aumentar la escala”. Lo mismo destacó sobre la producción de gas: “Está creciendo, pero debería crecer a un ritmo más alto”.
Un estudio del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG) destaca la importancia de acompañar este aumento de la producción con otro tipos de obras de infraestructura y sostiene que por cada tres dólares invertidos en el upstream (exploración y desarrollo) se requerirá la inversión de un dólar en el downstream (gasoductos y redes) del gas.
En este sentido, el informe calcula que en el período 2015-2035 se deberían invertir cerca de US$22 mil millones en obras para aumentar las redes, modernizar los sistemas de distribución, mejorar los gasoductos y demás infraestructura.
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