MARCELO BONELLI
Mauricio Macri volvió a atacar a los empresarios. Lo hizo en privado y frente a sus ministros. Esta vez los responsabilizó del problema de la inflación. El Presidente dijo que los hombres de negocios no ayudan a perforar el piso de los precios.
Según fuentes oficiales, enfatizó: “Calculan sus costos, no pelean y le incluyen al producto el alza salarial que le pide el sindicato. Ponen la ganancia que quieren y así fijan los precios. “Trasladan todo el problema al consumidor.” De esta forma, verbalizó por primera vez una acusación que repite hace meses: que los hombres de negocios no ayudan a quebrar la inercia inflacionaria. Traducido: son responsables de la inflación. Un argumento que ya había utilizado el gobierno de Cristina Kirchner.
Hasta ahora, Macri había puesto el foco en el desequilibrio fiscal, pero la falta de resultados en la lucha antinflacionaria, alentó en la Casa Rosada reflotar ideas cristinistas. Un argumento que Jaime Durán Barba fogonea allí es pelearse con los empresarios para tratar de sacarse de encima el mote de “gobierno de ricos”. Fue el martes, después de felicitar a Francisco Cabrera y de recordar a Guillermo Moreno. Se trató de un encuentro un poco más chico que la multitudinaria reunión de gabinete.
Al Presidente se le notaba claramente la furia y su malestar fue percibido con nitidez por los ministros : expuso su bronca contra los hombres de negocios por la ausencia de apoyo público y por su pasividad para defender al Gobierno.
Los reproches contra los empresarios empezaron hacia fines del 2015. Macri nunca les perdonó que hubiesen apostado a favor de Daniel Scioli. Pero vuelven en forma recurrente por dos causas concretas: el fracaso de la ilusoria política de “lluvia de dólares” y de los planes para frenar los precios.
Ahora, la bronca se reflotó después del viaje a Davos. Así lo confesó Macri en Olivos : “En el exterior los empresarios me felicitan y apoyan el rumbo que tomamos . Pero llego a la Argentina y sólo recibo críticas”. Sin mencionarlos, los dardos irían contra los dos principales empresarios argentinos, que son a la vez los dueños de Techint y de Arcor.
Cabrera expuso en público el disgusto del Presidente, cuando aludiendo a Paolo Roca habló de la “cara ojalata nacional ”, un producto de Techint.
Y al rechazar las quejas por la importación de tomates, el ministro de Producción también vinculó indirectamente a Luis Pagani. Habían sido expuestas en forma precisa por Adrián Kauffman Brea, el ex jefe de la UIA.
Ambos empresarios son líderes de las únicas y competitivas multinacionales argentinas. Sus directivos también tienen una influencia clave en la conducción de las entidades empresarias.
Roca hizo una importante apuesta por Vaca Muerta, lo cual es igual a decir una apuesta a la inversión. Y a fines de noviembre Pagani se reunió con Cabrera para advertirle sobre el problema de los tomates. El ministro habló de falta de eficiencia y el empresario le respondió tajante: “Puertas adentro somos la fábrica más eficiente del mundo”. Se refirió así a los sobrecostos que el Estado argentino le impone a la industria nacional. Daniel Funes del Rioja maneja un documento que, sin demasiadas vueltas, afirma: “Muchas provincias aumentaron el impuesto a los Ingresos en lugar de bajarlo y a pesar del Pacto Fiscal que firmaron”.
En la Unión Industrial sostienen que la ofensiva de la Casa Rosada no tiene justificación económica y refleja otra cara del enfoque que busca darle a su estrategia política. Está claro: allí pesan los problemas que enfrenta la economía y cantan las encuestas.
Intuyen, también, que varios funcionarios están queriendo cobrarse antiguas y nuevas facturas de los empresarios. No se trata de plata, conviene aclarar.
Este lunes, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y la cúpula de la UIA se verán las caras. Existen al menos dos motivos para bajarle el tono de la pelea. Por un lado, hubo informes negativos de fondos de inversión extranjeros sobre las críticas a los a los hombres de negocios. Y, por el otro, los industriales no quieren ser culpados en público de recalentar la inflación, como ya lo hizo Macri en privado.
En el medio aparece, siempre colada, la ausencia de un plan monetario y fiscal consistente, que sirva de soporte a un proceso de inversión y crecimiento sólido. Han reaparecido, además, nuevas pujas entre Federico Sturzenegger y Mario Quintana.
La puja le mete incertidumbre al mercado cambiario y nadie sabe cómo es realmente la nueva política del dólar. El jefe del Banco Central se siente fortalecido y dispara sobre Quintana, el autor de la movida para recuperar parte del atraso cambiario.
Hay otra interna fuerte, pero en el área energética. Jorge Lapeña renunció ayer al directorio de Enarsa y a la vicepresidencia de Transener: cuestiona la venta de Transener y acumula críticas contra el ministro Aranguren por la caída de las reservas y la producción de petroleo. En YPF se juega un partido adicional, entre Miguel Gutierrez y la Jefatura de Gabinete. En el mundillo del sector sospechan que, como pasó con la AFIP, Quintana quiere tomar el control directo