El ex ministro de Jorge Sapag y el rinconense Ángel Salazar explotan desde 2016 un millonario negocio en Dolavon, Chubut. Las petroleras, sedientas de arena, gastan fortunas. El curioso descubrimiento y un nuevo padrinazgo del gremio petrolero.
Como aquellos exploradores que, casi dos siglos atrás, trajinaban las montañas californianas en busca de pepitas de oro y alucinaban ante el primer destello, Ángel Salazar y sus hijos viajaron desde Rincón de los Sauces hacia el valle inferior del río Chubut en procura del botín más preciado de la era petrolera de Vaca Muerta: las arenas para fracturación hidráulica.
Los Salazar marchaban en su camioneta con un par de botellas llenas de arena de muestra con la calidad exacta requerida para la perforación. Se les reían en la cara cuando lo contaban. Pero su intuición no estaba errada. De tanto buscar y cotejar, asistidos por geólogos cincel en mano, dieron con un yacimiento que cambió su suerte. Era la cantera de un tradicional minero -Carlos Peralta- que les vendía a constructores de casas sin imaginar el tesoro que albergaba. Está en Dolavon, un paraje a 40 kilómetros de Trelew.
Ya hemos hablado de Salazar. Se trata del principal confidente, lugarteniente político y socio comercial del intendente Marcelo Rucci. Administra casi todos los negocios imaginables del universo petrolero rinconense: hoteles, restaurantes, departamentos, tráilers, transporte, viandas, alumbrado nocturno, grúas, fábrica de muebles, comestibles, servicio de limpieza, etcétera. Es presidente del bloque emepenista del municipio. Aparece como accionista junto a Rucci en sólo una de las firmas, pero se sospecha que comparte con el jefe comunal una gran porción de los intereses comerciales. Invariablemente tiene como socio a uno de sus empleados: Eliezer Trapaglia. ¿Es Salazar es un testaferro de Rucci? Ambos lo niegan.
Pero los nichos comerciales en posesión de Salazar no tienen comparación con las millonarias utilidades que reportan las arenas de Dolavon. Eso sí: Salazar habrá sido el “descubridor” pero no podía montar ni hacer trascender esa moderna cantera si no sumaba a uno de los protagonistas del negocio petrolero de la era fracking: el ex ministro de Energía neuquino Guillermo Coco. Así lo hizo en 2016 desde la empresa Shale Kompass.
Coco cimentó su “know how”, sobre todo, tras su paso por el Estado neuquino de la mano del ex gobernador Jorge Sapag. Este ingeniero civil fue el factótum de su política hidrocarburífera. Es más, Sapag quiso hacerlo sucesor en la gobernación pero fracasó tras revelarse desde este diario maniobras de adjudicación privilegiada del área Amarga Chica. Frustrada su ambición política, Coco se convirtió en asesor rentado del gremialista Guillermo Pereyra en el Senado. Una nueva frustración política ocurrió cuando “El Caballo” buscó colocar a Coco como segundo hombre fuerte de YPF en la administración central, en el ocaso de la era Galuccio.
Hoy, Sapag y Coco son puestos al desnudo, sospechados de intentar una maniobra ilícita con 5 millones de dólares en una entidad financiera de Andorra, que podría tener origen en comisiones por prórrogas de las áreas hidrocarburíferas en la provincia entre 2008 y 2012.
A partir del fracking, la industria petrolera vive sedienta de arenas. Hay que tener en cuenta que un pozo estándar requiere de, al menos, 3.000 toneladas, inyectadas junto a miles de litros y químicos para resquebrajar las rocas del subsuelo y extraer crudo o gas a la superficie. Se estima que un buen pozo horizontal necesitaría 6.000 toneladas de arena, o más incluso. Por caso, sólo YPF estimó sus necesidades en 40 millones de toneladas para Vaca Muerta en diez años. El consumo de arenas de todas las operadoras se calcula en 100 millones de toneladas.
Tanta es la demanda que no hay yacimiento nacional que pueda proveer con satisfacción a las empresas. Las dos canteras operativas (la de Coco-Salazar en Dolavon y la mayor abastecedora del país, en Entre Ríos) no dan abasto. La otra opción es importar desde China, Estados Unidos y Brasil.
Cada tonelada de la arena silícea de Dolavon llegó a superar los 200 dólares, pero en los últimos tiempos bajó fuertemente, como se verá más adelante. Aunque de ese valor, 80/90 dólares se lo “comía” el transporte. Imagínese 940 kilómetros de recorrido en camiones desde Chubut a Vaca Muerta. En definitiva, un insumo carísimo. YPF bajó costos comprando las arenas nacionales y quiso bajarlos aún más con su proyecto muy demorado de instalar una cantera propia en Chubut, además de su planta de procesamiento en Añelo donde invirtió 150 millones de dólares. De ese modo, proyecta producir 500.000 tn para 330 pozos. Sea como fuere, su proyecto de cantera chubutense no logra salir del atolladero.
Salazar, bendecido por Rucci, vio inmediatamente el filón. Se contactó con Coco. No resultó difícil. La vía rápida fue el titular del sindicato petrolero Guillermo Pereyra, colega gremial de su amigo Rucci, patrón de Coco (por lo menos hasta octubre de 2017 en el Senado) y padrino de otra pingüe actividad que tuvo de rehenes a no pocas empresas hidrocarburíferas: las mantas oleofílicas.
Coco fue convocado para prácticamente armar el negocio y en 2016 se le asignó la mayor porción de acciones. Se contrató a geólogos para garantizar la mejor calidad y lograr tres productos de alta demanda para las petroleras: arenas de sobre-tamaño, arenas finas y arenas ultra finas. Coco y Salazar se asociaron a los dueños originales de la cantera, Carlos Peralta y su hijo Mariano y con ellos desarrollaron la estructura llamada Grupo Arenas Patagónicas.
Marca registrada de Coco :
Tal sociedad es resultado de la fusión de dos empresas: Transportes Rada Tilly, de los Peralta, responsable de extraer y manufacturar las arenas, y Shale Kompass de Salazar-Coco, encargada de la comercialización. No obstante, en la estructura directiva de Shale Kompass, el nombre de Coco no figura.
La inversión inicial en la planta de Dolavon fue de 32 millones de pesos. Pero sólo en la primera venta que le hicieron a YPF facturaron 70 millones de pesos.
“Nuestra primera dificultad fue conseguir una máquina tamizadora, que es costosísima”, recuerda un ex integrante de la firma.
Para mejor suerte, en los albores de la empresa, las inundaciones en Entre Ríos determinaron que YPF se viera obligado a reorientar sus compras en el sur. Así, el Grupo Arenas consiguió colocar sus primeras 25.000 toneladas. La última licitación adjudicada a la cantera fue de 36.000 toneladas en enero, según confiaron fuentes de YPF a este diario.
Sin embargo en estos días se encendieron luces de alarma en la firma. El mercado de Entre Ríos se recompuso de tal modo que YPF habría decidido nuevamente comprar en esa provincia, alentado por los muy bajos costos ofrecidos: ¡40 dólares la tonelada! Arenas Patagónicas la ofrecería a 138 (sin transporte). La comparación es abismal y pone al negocio en riesgo de carecer de competitividad.
Sea como fuere, el Grupo Arenas se ufana hoy de poseer “la única planta instalada en el país de procesamiento y producción de arenas, que cumple con todos los estándares exigidos por la industria”. Procesa 70 tn/hora de material bruto. Genera 12.320 toneladas mensuales en base a un turno diario de ocho horas.
Todo un enjambre de camiones con acoplado (de 40 a 60, aunque llegaron a superar los 100) recorre diariamente 80 kilómetros de la cantera a planta con la arena en bruto que cosechan las topadoras Caterpillar. Y desde la planta salen camiones semirremolques con el producto procesado hacia Neuquén, vía las rutas 3, 2, 250 y 22, a falta de trenes. Cada uno puede transportar 30 tn por carga. La empresa SGA realiza hoy la logística.
Además de YPF, son sus clientes Pan American Energy (PAE), Exxon Mobil, Chevron y Petrobras. Versiones no confirmadas originadas en la empresa señalan que le se le cedió “el 30% de la empresa a Exxon”, lo cual mejoró la performance de la firma. Incluso dos socios locales viajaron a Texas para cerrar negocios.
Se supo que otro de los invitados por Salazar para invertir en Dolavon fue el poderoso empresario petrolero Claudio Urcera, diestro en logística y transporte de cargas, quien al principio frunció el ceño pero luego demostró interés. Hasta hace pocos años era visible el acopio de las arenas de Chubut en un predio de TSB en Allen. Urcera mantiene un viejo vínculo con los Pereyra: llegó a ser socio de la ex esposa y la hija del gremialista en VDN S.A.
“Pereyra no figura en la sociedad, pero nos promociona... ¡y cómo!”, aseguran desde dentro de la empresa de arenas. Un padrinazgo análogo al de las mantas de Real Work.
En realidad, el sueño minero de Ángel Salazar, compartido por Rucci, era hacer buen pie -y negocios- en el fallido proyecto de potasio Río Colorado de la brasileña Vale. El sólo hecho de pensar que una inversión de 6.000 millones de dólares derramaría 12.000 puestos de trabajo y fuertes beneficios económicos en todo su perímetro ilusionó a la dupla. Se vincularon con Javier Otero, conocedor de la actividad, hasta que Vale abandonó la inversión y todo se derrumbó. De todos modos, la incursión les dejó unos 25 millones de pesos. Y Otero pasó a gerenciar parte del emprendimiento hotelero de Salazar “El Portal”, en el acceso a Rincón.
Con el dinero, pensaron hacer un parque eólico en Rincón (el campo ya lo tenían). Pero el floreciente desarrollo de Vaca Muerta y su apetito de arenas, les cambió el norte. Los tentáculos del poder del MPN y la batuta de Coco hicieron el resto.
Hasta hace unas semanas, Arenas Patagónicas suponía tener en sus manos un negocio de utilidades millonarias, tan inagotables como su vasta cantera. Nótese que sólo la última compra de YPF le reportó ingresos por más de 100 millones de pesos, mientras otras petroleras hacen fila por materia prima del shale tan codiciada. Aunque las últimas novedades desde la Mesopotamia y sus precios por el suelo parecen abrir un enigmático capítulo para la firma.
Casi todo lo producido en Dolavon va a Neuquén y esa realidad produjo tiempo atrás algunas rabietas en los interiores de la provincia del Chubut, sobre todo en el universo político.
“YPF va a sacar el petróleo de Neuquén, pero con la arena nuestra. No permitiré el saqueo de un recurso renovable gratuitamente”, bramó hace un tiempo el intendente de 28 de Julio, localidad vecina a Dolavon.
Poco después surgió la presión para que YPF haga el procesamiento (lavado, cribado y secado) en territorio chubutense y no en Añelo. Se creía que la compañía estatal extraía arenas de sus propios campos al norte de Dolavon y la transportaba sin procesar a Neuquén. Sin embargo, se la compraba -ya procesada- a la empresa de Coco-Salazar, la única habilitada en la zona.
Otro duro debate que envolvió a la empresa de las arenas fue el del impacto ambiental. Algunos actores pusieron el grito en el cielo por el elevado contenido de sílice y su probable daño para la salud. Plantearon que la extracción “levanta nubes de polvo de sílice muy fina” que puede provocar silicosis. Y que la arena, en el proceso de lavado, “requiere floculantes diseñados para eliminar rastros de barro y limo, que son peligrosos neurotóxicos”. La empresa respondió sin demasiada precisión técnica: “Ninguno de los potenciales impactos negativos identificados para la obra son limitantes o restrictivos para la ejecución del proyecto, por lo que resulta ambientalmente viable siempre y cuando se cumplan estrictamente todas las medidas de mitigación indicadas y se realicen las actividades de monitoreo sobre las variables ambientales afectadas” .
La última gran contrariedad con la empresa surgió de la evidencia de que Arenas Patagónicas “no contrata ningún camionero local”, según denunció la cámara transportista Catrad, que -poco tiempo atrás- hizo visible su protesta con un bloqueo a la planta, apoyado por intendentes de la región. Hoy el transporte de las arenas lo realiza la empresa SGA Servicios, asentada en Buenos Aires y propiedad de la familia Pires, de Comodoro Rivadavia.
Guillermo Coco no respondió las llamadas y mensajes de texto de “Río Negro”, en procura de su palabra sobre el emprendimiento que maneja. Este diario intentó comunicarse con Coco el martes 27 de febrero a las 16:25, 17:18 y el miércoles 28, a las 14:55. Salazar respondió pero se negó a responder preguntas, enojado por los contenidos de la investigación de este medio sobre sus empresas y su sociedad con Marcelo Rucci.