Alimenticias, textiles, calzado y madera, entre otros sectores, describieron una realidad preocupante.
A los que les va bien no se les escapó una palabra y los que están mal hicieron catarsis. Así transcurrió ayer una prolongada reunión de la junta directiva de la Unión Industrial en la que hubo quejas combinadas por importaciones, aumentos de tarifas, cortes de energía y nuevos impuestos.
Resultó muy llamativa, por citar un caso, la tormenta que está desatando en la producción agroindustrial la importación de conservas de tomate.
Adrián Kaufmann, ex presidente de la UIA y directivo de Arcor, contó que las latas que ingresan principalmente desde Italia, saltaron a 26 millones de latas.
Daniel Funes de Rioja, titular de Copal que agrupa a las alimenticias, hizo hincapié en el incremento de las tarifas de la energía y subas de tasas municipales e impuestos inmobiliarios, entre otros. Funes de Rioja es también quien encabeza el B-20, el brazo del G-20 para el sector privado. Y, sin embargo, no ahorró críticas a lo que definió como una realidad “preocupante”.
Otros, como Roberto Arano, dueño de dos ingenios azucareros, pusieron el grito en el cielo por la reducción en el precio del azúcar y por la “presión de las petroleras que también hizo descender el precio del bioetanol”.
Pero fue Claudio Rodríguez, directivo de Sinteplast, quien asombró al asegurar que se queda a medio camino.
Es que, pese al aumento de la demanda de pinturas en su sector, al compás del boom de la construcción; los cortes de luz le están paralizando la planta tres días.
Eso sucede mientras acaban de acordar una paritaria que prevé un aumento de 7% ahora, otro de 8% en agosto y cláusula de revisión. Muchos industriales tomaron nota ya que sospechan que ese acuerdo marcará la pauta en varios rubros.
“Estamos muertos, sólo nos queda elegir bóveda o nicho”, disparó, José de Mendiguren en nombre del sector textil. Mendiguren, diputado por Sergio Massa, aportó datos para demostrar cómo las importaciones están desbancando a los fabricantes nacionales. Señaló, incluso, que las compras de los argentinos en el exterior, superan las ventas de los casi 40 shoppings de capital y conurbano donde operan unos 2.800 locales comerciales.
Alberto Sellaro, de la cámara del Calzado, describió lo que sucedió en 2017 y parece ser tendencia este año.
Pese a que se impuso una medida antidumping a las importaciones chinas que ingresen al país por debajo de los US$ 13 el par, descubrieron que se triangulan zapatos desde Malasia. El impacto es grande: la producción cayó el año pasado en 25 millones de pares.
Pedro Reyna, directivo del sector de la Madera, dijo que el ingreso de muebles desde el exterior aumentó 33% el año pasado.
Cuando le tocó al industrial santafesino, Guillermo Moretti, que siempre se caracteriza por su tono crítico, se esperaban datos dramáticos. Esta vez sorprendió por su tono moderado. Sostuvo que en su provincia y pese a la sequía, la maquinaria agrícola sigue viento en popa. El problema es lo que pasa con las carrocerías de los ómnibus: “Fabricamos 1.000 por año, pero en 2017 se importaron 400”.
Hacia el final de la reunión, José Urtubey hizo foco en las tasas de interés y la eliminación de líneas de crédito a la producción. De paso, los convocó al encuentro que mantendrán en Salta la semana que viene de cara al G-20.
Y en el que parecía un clima dominado por el pesimismo, el presidente de la UIA, Miguel Acevedo, invitó al director ejecutivo de la entidad a compartir sus predicciones, Diego Coatz buscó llevar alivio y les aseguró que este año la industria va a crecer 3%.