Estos incrementos explicaron la mitad del aumento de más de US$10.000 millones que experimentaron las importaciones petroleras en el 2017, que escalaron 33% para llegar a US$42.010 millones, el nivel más alto desde el récord de US$42.704 millones del 2011.
Según el reporte del Banco de México, el año pasado el país centroamericano consumió 69% del volumen de combustibles automotrices a través de la importación. El diésel tuvo un alza de 63% mientras la gasolina registró una subida de 29%.
El desembolso por importación de combustibles automotrices: gasolinas y diesel, se incrementó 38% en un año, luego de que se importaron US$21.126 millones en el acumulado del 2017, con lo que el valor de la importación de estos productos pasó de 48% a 50% de las importaciones petroleras nacionales, reportó el Banco de México.
Lo anterior significó que en un año aumentó 5.796 el valor de las compras al exterior de estos productos. Tan sólo la importación de diesel se incrementó en 63% entre 2016 y 2017, ya que estas adquisiciones costaron US$2.557 millones más para ubicarse en US$6.604 millones el año pasado.
Estos incrementos explicaron la mitad del aumento de más de US$10.000 millones que experimentaron las importaciones petroleras en el 2017, que escalaron 33% para llegar a US$42.010 millones, el nivel más alto desde el récord de US$42.704 millones del 2011.
En el caso de las gasolinas Magna y Premium de Petróleos Mexicanos (Pemex) —que todavía le vende al mayoreo a casi todos los expendedores del país, ya que sólo Exxon importa por tren desde Texas a Guanajuato y Andeavor (antes Tesoro) trae un volumen mínimo en ductos arrendados a Pemex que ganó en la temporada abierta del noroeste del país— el valor de las importaciones del año pasado se elevó a US$14.522 millones, con un incrementó de anual 29%.
Lo anterior se deriva de que en 2017 México consumió 69% del volumen de combustibles automotrices a través de la importación. Esto contrasta con 57% de esta proporción del consumo en el 2016. En gasolinas, la fracción de la demanda que se cubrió mediante importaciones fue de 71% y en diesel las compras externas correspondieron a 65% del consumo nacional.
El valor total de las importaciones de todos los productos derivados del petróleo del año pasado ascendió a US$42.010 millones, convirtiéndose en el segundo más alto de la historia, con un incremento anual de 33%.
Y es que el volumen de importación de estos productos sumados se incrementó 17% en un año, llegando a 808.000 barriles diarios. Las gasolinas que importó Pemex presentaron un aumento anual en volumen de 13%, para ubicarse en 570.177 barriles diarios en promedio, pero las compras de diesel aumentaron 26%, llegando a 237.473 barriles por día. Cabe resaltar que la demanda nacional de gasolinas cayó 3,1% y la de diesel 5,6% en el país.
Este nivel de importaciones es consecuencia de la política de la estatal de convertirse en empresa productiva y refinar sólo el crudo que le reditúe en ganancias. Por lo tanto, llevó a cabo paros programados para mantenimientos mayores primero en la refinería de Salina Cruz, Oaxaca (que además sufrió un incendio tras una inundación y el sismo de septiembre) y después en la planta de Madero, Tamaulipas, que desde septiembre paró completamente sus actividades.
Así, el volumen de la producción de gasolinas de Pemex cayó 21%, ubicándose en 256.978 barriles por día, y el de diesel se redujo en 29%, para llegar a 153.620 barriles diarios.
La peor balanza de la historia. El valor total de las importaciones de todos los productos derivados del petróleo del año pasado ascendió a US$42.010 millones, convirtiéndose en el segundo más alto de la historia, con un incremento anual de 33%. La erogación del año pasado sólo está por debajo de la que se efectuó en 2011, que fue de US$42.704 millones, cuando el precio del petróleo y los combustibles era 82% superior a los niveles observados en 2017.
Con el tercer nivel más bajo en el valor de las exportaciones petroleras en una década (después de 2015 y 2016), el valor de las ventas mexicanas de petróleo ascendió a US$23.608 millones el año pasado, con un incremento de US$4.791 millones, impulsado por el aumento de casi US$10 por barril en el precio.
Pero esta mejora no contuvo el deterioro de la balanza comercial petrolera nacional, que por tercer año fue negativa, aunque ahora llegó a US$18.402 millones de déficit entre compras y ventas, convirtiéndose en la peor de la historia, con una caída de US$5.654 millones en el saldo en comparación con el 2016.
La reducción en la elaboración de productos de Pemex provocó incrementos relevantes en otros combustibles que tienen una proporción menor en el valor total de las compras externas. Por ejemplo, el valor de las importaciones de turbosina aumentó 59% para llegar US$1.100 millones.
Además, el volumen doméstico de la producción de combustóleo no alcanzó para satisfacer la demanda industrial y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), por lo que el valor de la importación de este producto incrementó 75% en un año, ubicándose en US$726 millones.