ALIETO GUADAGNI
Algunas cifras son elocuentes y preocupantes cuando se presta atención a esta escasa graduación en disciplinas esenciales para nuestro progreso científico y tecnológico.
Abatir la pobreza y la exclusión que abruma a tantos compatriotas exige políticas de carácter social, pero solo estas no servirán si no crece la economía con un proceso de desarrollo. Todos sabemos que para crecer con creación de empleo productivo se requieren inversiones que expandan el capital instalado, pero esto no basta si no es acompañado al mismo tiempo por una acumulación de capital humano, es decir, profesionales educados en las carreras de este siglo XXI.
Este globalizado siglo XXI es el siglo de la ciencia y las tecnologías, por esta razón no será fácil potenciar el crecimiento económico en aquellas naciones que no aseguren una creciente graduación universitaria, particularmente en las carreras del futuro. Esta reflexión es ciertamente válida en nuestro país, que, como sabemos, se caracteriza por graduar muy pocos profesionales universitarios. Baste recordar que México, Colombia, Brasil y Chile gradúan anualmente, en proporción a su población, entre 65% y 113% más profesionales universitarios que nosotros.
Pero no solo tenemos pocos graduados universitarios, sino que además es insuficiente la graduación en las carreras científicas y tecnológicas, esenciales para nuestro crecimiento económico. Según el Ministerio de Educación, graduamos 125 mil universitarios durante el año 2015, nada menos que 55,3 mil de ellos lo hicieron en las denominadas ciencias sociales, es decir, casi la mitad de la graduación total. Pero si consideramos la graduación en carreras como ingeniería, industrias e informática, llega a 14,4 mil, es decir, apenas el 11% de la graduación total. Por su parte, los graduados en derecho llegan a 18,6 mil; esto significa que por cada 100 abogados graduamos apenas 77 ingenieros en todas las ramas más informáticos. Esta proporción es distinta en muchos países, por ejemplo, en Chile la graduación anual de ingenieros es casi el doble que la de abogados.
Algunas cifras son elocuentes y preocupantes cuando se presta atención a esta escasa graduación en disciplinas esenciales para nuestro progreso científico y tecnológico. Según el anuario del 2015 de las estadísticas universitarias, publicado por el Ministerio de Educación, como vimos, la graduación en las denominadas ciencias sociales ascendió en el año a 55,3 mil universitarios, al mismo tiempo graduamos apenas 14 ingenieros hidráulicos, 6 ingenieros nucleares y 84 ingenieros en petróleo.
Aclaremos, para evitar confusiones, que nuestro problema no es que haya muchos graduados en las ciencias sociales, sino que hoy hay muy pocos en carreras claves para nuestro crecimiento productivo con las nuevas inversiones del siglo XXI, como, por ejemplo: ingenieros, físicos, químicos, matemáticos y geólogos. Un masivo programa de becas universitarias orientadas a los estudiantes humildes que cursan las carreras técnicas y científicas, financiadas por los graduados universitarios, siguiendo el exitoso ejemplo del Fondo de Solidaridad del Uruguay, ayudaría a implementar una política de desarrollo con inclusión social.