DANIEL SANTORO
El proyecto del reactor holandés costará un total de 400 millones de euros. Es el quinto equipo nuclear de investigación que exporta la Argentina.
Continuidad. El éxito de los proyectos internacionales de la empresa estatal INVAP se resumen en esa palabra. Desde la dictadura hasta Macri, todos los gobiernos -excepto un freno de Menem- apoyaron el plan de ciencia aplicada de esta empresa con sede en Bariloche. El paso positivo se comprueba en el hecho de que es la primera vez en la historia que la Argentina exporta tecnología nacional de punta a un país de la Unión Europea.
Y en que es la exportación tecnológica más grande de la historia de nuestro país: se estima que todo el proyecto terminará costando unos 400 millones de euros. A fin de hacer una rápida comparación de la ventaja de exportar valor agregado basta con ver que una tonelada de soja hoy se vende por 365 dólares. El proyecto tiene dos etapas: la primera consistirá en la ingeniería, la obtención del permiso de construcción, el perfeccionamiento del plan de negocios y la obtención de la financiación; en tanto que la segunda implicará la construcción del reactor. El núcleo del reactor, la parte más sensible, se armará en las instalaciones de INVAP de Bariloche.
Para la construcción de reactor, que tendrá que estar en funcionamiento en el 2025, INVAP se asoció con la empresa holandesa TBI companies Croonwolter&dros-Mobilis y, hasta ahora, mantuvo en reserva la finalización de las negociaciones. El Gobierno se ocupó de que no hubiera filtraciones periodísticas hasta que se rubricara.
En fuentes oficiales se confirmó que Macri -un ingeniero al fin- apoyó personalmente este proyecto por su avance tecnológico y por el hecho que significará un ingreso de divisas para el país. Y que la reina Máxima jugó siempre a favor de la oferta argentina. El gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck, viajó a Holanda para la firma del contrato, aunque el año pasado apoyó una polémica ley que prohíbe la instalación de reactores nucleares en su provincia para bloquear el proyecto de ubicación Sierra Grande de una central nuclear china. Por lo menos la ley acepta los reactores construidos por INVAP en Bariloche. El contrato fue firmado por autoridades holandensas, el gerente general de INVAP Vicente Campenni y el presidente de la asamblea de accionistas de la empresa argentina Cacho Otheguy.
Así como Weretilneck debería revisar su criterio, el gobierno también debería hacer su mea culpa por retirar el año pasado el apoyo a último momento a la candidatura del embajador Rafael Grossi a la presidencia de la Organismo Internacional Mundial de Energía Atómica (OIEA) en aras de la frustrada candidatura de Susana Malcorra a la secretaría general de la ONU. Ese cargo es clave para facilitar este tipo de exportaciones de tecnologías de uso dual, es decir civil o militar.
Más allá de esos desacordes políticos, la venta del reactor nuclear a Holanda se basa en una historia de proyectos concretados. El antecedente más cercano había sido el reactor de investigación OPAL vendido a Australia -un país desarrollado de Occidente- en el 2000. Los otros reactores fabricados por INVAP habían sido exportados a Perú, Egipto y Argelia. Con la firma del contrato de ayer, INVAP se afianza en el competitivo mercado de reactores de investigaciones donde compite con monstruos como Arevata de Francia y Kaeri de Corea del sur. Hace unos años Kaeri le birló un contrato en Jordania por carecer de un plan de financiamiento blando para el cliente.
Ahora el subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, prometió a INVAP seguir apoyando la construcción del prototipo de reactor nuclear compacto CAREM que se construye en la localidad bonaerense de Atucha, junto a las centrales nucleoeléctricas. Con ese prototipo empezado por Cristina Kirchner y que el Gobierno de Macri viene financiando con 1.500 millones de pesos por año, INVAP podrá competir en este otro segmento del mercado nuclear internacional que, además, podrá ser una fuente de divisas para la Argentina. En un contexto favorable para los reactores porque, hasta que no aparezcan mejores y más baratas tecnologías de energías no convencionales, los expertos afirman que las nucleares ayudan a bajar el efecto del calentamiento global.
Esta es la tercera noticia positiva producida por INVAP en los últimos mes y que explica el entusiasmo de Macri. Primero, INVAP y la CNEA habían vendido a Brasil el diseño de base de un reactor multiprósito y luego la empresa de Bariloche acordó la venta de tres centros de medicina nuclear para Bolivia. Ahora Cambiemos le dio continuidad a un proyecto que nació en 1976 en los laboratorios del instituto Balseiro y que permitió que Bariloche dejé de ser una ciudad donde la mayoría de los empleados eran solo choferes o mozos y pase a reunir obreros calificados, técnicos e ingenieros nucleares, entre otros.