La salida a bolsa de Saudi Aramco, la petrolera estatal de Arabia Saudita, promete ser uno de los negocios bursátiles más importantes de 2018, con cifras astronómicas.
El mercado de valores podría tener a nivel global un año tan bueno como el que acaba de cerrar. Por eso, algunas de las principales empresas de tecnología del mundo hacen fila para entrar en los próximos meses a este dinámico mercado. Desde el gigante de la música online Spotify hasta la plataforma de alquileres turísticos Airbnb, pasando por el fabricante chino de teléfonos inteligentes Xiaomi, muchos tienen planes para comenzar a cotizar sus títulos.
Sin embargo, el negocio más esperado en el mundo bursátil es la salida a bolsa de Saudi Aramco, la empresa estatal de petróleo de Arabia Saudita. La expectativa es grande: Aramco podría romper todos los récords con la venta del 5 por ciento de sus acciones, pues espera obtener alrededor de 100.000 millones de dólares. Esta operación se convertiría en la oferta pública inicial (OPI) de acciones más grande de la historia, muy por encima de la que hizo en 2014 Alibaba, el gigante chino de comercio electrónico fundado por Jack Ma, que alcanzó una cifra récord de 25.000 millones de dólares.
Para entender la dimensión de la compañía, basta tener en cuenta que Saudi Aramco posee casi el 20 por ciento de las reservas mundiales de petróleo y tiene capacidad para producir 12,5 millones de barriles diarios, algo así como 15 veces lo que extrae un país como Colombia.
Si estas acciones terminan colocadas por el valor estimado por las autoridades saudíes, Aramco tendría un valor en bolsa de 2 billones de dólares (trillions en inglés), la mayor capitalización bursátil del mundo, por encima de gigantes tecnológicos como Apple (896.000 millones de dólares), Amazon (628.000 millones), Facebook (520.000 millones) y Google (467.000 millones de dólares).
Medios como The Economist han puesto en duda esa valorización esperada, pues aseguran que esta gigante no vale más de 1,1 billones de dólares. Pero las condiciones del mercado de valores y el aumento registrado en los últimos meses por el precio internacional del petróleo hacen prever que Aramco se convertirá en la empresa más grande del mundo listada en bolsa.
El debut del mayor exportador de petróleo del mundo ha generado tal expectativa que los centros bursátiles más importantes como Nueva York, Londres, Hong Kong, Singapur, Tokio y Toronto compiten para realizar esta operación, prevista para el segundo semestre de 2018. No obstante, no se descarta que parte de la misma se haga a nivel nacional o que se venda a un inversionista estratégico.
Hay tanto interés en la operación que incluso la primera ministra británica, Theresa May, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, han promovido a sus bolsas –de Londres y Nueva York–. De la misma manera, grandes bancos y asesores financieros internacionales como Goldman Sachs, Citigroup, HSBC, J. P. Morgan y Morgan Stanley se pelean para asesorar esta megaoperación.
El gobierno saudí destinará los billonarios recursos que obtenga por esta transacción a mejorar sus finanzas públicas –su déficit fiscal llegó el año pasado a 12 puntos del PIB–, así como para ejecutar el ambicioso plan de reestructuración económica promovido por el príncipe Mohamed bin Salmán, de 31 años, heredero del trono saudí. El plan, denominado Visión 2030, busca disminuir la dependencia petrolera, que hoy representa el 87 por ciento de los ingresos del gobierno, y apostar por otros sectores como nuevas tecnologías, energía renovable, minería y turismo.
Los analistas ven una oportunidad para invertir en un país hasta ahora ajeno al radar de los grandes inversionistas, pero alrededor del cual gravitan más de 1.500 millones de musulmanes sunitas. Sin embargo, algunos piensan que sería una inversión riesgosa, pues las reformas sociales y económicas implementadas por el príncipe saudí no son suficientes, y ese sigue siendo un país gobernado por una familia real con grandes tensiones geopolíticas. Invertir en Saudi Aramco será apostar por la capacidad de la principal potencia petrolera de lidiar con un entorno cambiante.
Por otro lado, la oferta pública por Aramco le da más razones a Arabia Saudita para mantener y cumplir el acuerdo de recorte de cuotas de producción pactado por los países de la Opep, pues los altos precios del petróleo favorecen la valoración del que será el gran debut bursátil del año.