Alieto Aldo Guadagni*
Estamos enfrentando un desafío energético, que exigirá aumentar significativamente las inversiones necesarias para recuperar las reservas perdidas de hidrocarburos y así poder incrementar nuestra producción. El agotamiento de las reservas ha sido considerable a lo largo de este siglo; las de petróleo eran en 1999 un 42 % mayores a las actuales, mientras que las de gas eran el año 2000 un 130 % mayores. En el 2016, las reservas de petróleo cayeron 9 % y las de gas 4 %.
Por eso, no debe sorprender que la producción de hidrocarburos venga cayendo desde hace ya mucho tiempo. En 1999 producíamos 65 % más petróleo que ahora, mientras que en 2004 producíamos 16 % más de gas. La alentadora noticia es el incremento en la producción de no-convencionales, que han crecido el año pasado 34 % en petróleo y 42 % en gas. Pero como su participación en el total es aun baja, estos incrementos no alcanzan para compensar la caída en la producción convencional. La inversión en exploración hace años que retrocede en petróleo, pero lo contrario ocurre con el gas con un importante aumento en el 2017.
Como hemos perdido el autoabastecimiento en petróleo y en gas, estamos hoy enfrentando un escenario caracterizado por energía escasa, importada y cara, con un ya largo retroceso productivo de más de una década. Estas caídas en la producción han obligado a nuestro país a importar cada vez más gas desde Bolivia y por barco , además de petróleo y derivados, ya que la población creció y también lo hizo el PBI, factores que impulsan el consumo energético.
Como nuestra balanza comercial total es negativa, es necesario expandir la producción de hidrocarburos, para preservar nuestro ajustado balance de divisas y hacerlo menos dependiente de los flujos especulativos financieros. Todo esto justifica incrementos de precios y tarifas, ya que precios irrealistas por más de una década y que no cubrían los costos , desalentaron la inversión y la producción, y causaron importaciones del exterior más caras.
Para avanzar hacia la recuperación energética ha sido importante el reciente Acuerdo Federal Energético, impulsado por el Gobierno nacional y convalidado por las provincias en abril del 2017. En este Acuerdo Federal se propone: . Las concesiones petroleras se adjudicarán mediante licitaciones abiertas, transparentes y competitivas. Existirán procedimientos de control de las inversiones comprometidas y para evaluar periódicamente la continuidad de la explotación o la reversión de las concesiones sub-explotadas.
. Procedimientos para auditoría de reservas , requisitos de protección ambiental y también remediación de los pasivos ambientales.
. Banco de datos federal de hidrocarburos, con datos de todos los yacimientos del país y con carácter público de esta información.
. Auditorías independientes de reservas que permitan conocer fehacientemente el nivel de las mismas, y cotejar así con la información suministrada por los concesionarios.
. Plan de desarrollo de la producción marítima por parte del Gobierno nacional, propiciando las inversiones privadas en nuevas áreas en nuestro Mar continental.
Llevar a la practica estas cinco propuestas, acordadas entre el Ministerio de Energía y las provincias, contribuirá a fortalecer las inversiones y expandir la producción de hidrocarburos pero deben ser reforzadas, si queremos lograr nuestro abastecimiento, con una actualización de la Ley de Hidrocarburos que modifique la vigente desde el 2014. La actual Ley de Hidrocarburos no contribuye a superar la decadencia productiva de hidrocarburos, ya que es insuficiente en sus normas y además permite prorrogas de las actuales concesiones a las empresas petroleras que las poseen en forma prácticamente indefinida y sin procesos licitatorios.
Esta legislación impulsada por el anterior gobierno no solo es insuficiente, sino que además promueve el capitalismo de “amigos” y lesiona intereses provinciales. No es conveniente que los actuales concesionarios tengan prórrogas de sus concesiones sin puja licitatoria y sin límite, ya que así se deja de lado la atracción de nuevas inversiones productivas, al evitarse licitaciones abiertas y transparentes que atraigan más empresas no necesariamente grandes, pero con capacidad inversora. Como la ley vigente no potencia las inversiones de largo plazo, es evidente que si no se modifica será mas difícil recuperar el perdido autoabastecimiento.
Es importante que los concesionarios cumplan sus obligaciones legales ya que las Provincias les conceden áreas no para su dominio indefinido, sino para su explotación ambientalmente sustentable, aportando las inversiones requeridas. Cuando se convoca a empresas privadas para explotar recursos naturales públicos es para que los pongan en valor como activos productivos. Así será posible recuperar el autoabastecimiento que hemos perdido, objetivo de este reciente Acuerdo Federal Energético que, sensatamente apunta a “satisfacer las necesidades del país con el producido de sus yacimientos, manteniendo reservas que aseguren esta finalidad” .
*Ex secretario de Energía.