El nuevo contexto macroeconómico y el cambio estructural inducen a una reconfiguración sectorial. ¿Cuáles serán los rubros que saldrán mejor parados? Los expertos anticipan a 3Días las claves del año próximo.
Para 2018, el Gobierno proyecta un crecimiento del PBI de 3,5%, un ritmo un poco mayor que el 3% estimado para 2017. Espera que la expansión del consumo continúe (3,3%), que la inversión se acelere (12%) y que las exportaciones se expandan más (5,6%) por el mayor crecimiento de Brasil. Prevé un mayor aumento de las importaciones (6,8%), por la expansión de la economía (3,5%) y la normalización del flujo importador.
Calcula una suba muy leve del gasto público (1,3%), explicada solo por el arrastre estadístico (es decir, no habrá crecimiento genuino) y en línea con las metas fiscales de 2018. La Casa Rosada también proyecta que en 2018 continúe la reducción de la inflación. Y si bien la meta del BCRA había sido fijada de entre 8 y 12% para la medición interanual de diciembre, ayer el Gobierno la subió a 15% -pero de punta a punta, o sea, la variación de precios de enero a diciembre-, conciente de que este año fue mayor a la esperada. La proyección oficial de tipo de cambio nominal, como promedio anual, para 2018 es 19,3 pesos por dólar.
La mirada de los consultores privados no difiere mucho de la oficial en la mayoría de las variables, a excepción de la inflación, que la prevén en torno a 17%, dependiendo del cierre de las paritarias. En el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que realizó el Banco Central a fines de noviembre, los 56 participantes (consultoras, centros de investigación, bancos) proyectaron, en promedio, un crecimiento del PBI muy similar para 2017 y 2018 (2,9% y 3,1% interanual, respectivamente). Los pronósticos de inflación anual para 2017 se situaron en 23,5% y para 2018, en 16,6% (aunque Estudio Go la proyecta en 17,5%).
Pablo Dragun, coordinador del Centro de Estudios de la UIA (CEU-UIA)
En 2017 la industria logró recuperar parte de la caída de 2016 y cerrará con un crecimiento de 1,5%, aunque muy heterogéneo e incluso divergente por bloques. Los sectores más dinámicos fueron los vinculados a la obra pública, como la construcción y la industria del acero, que se expandieron más de 10% en enero-noviembre. Acompañó el crecimiento aunque a menor ritmo el sector automotor, que aumentó fuertemente sus exportaciones a América del Sur y Centroamérica. Pero sectores más mercado internistas aún experimentan una situación más dificultosa por la contracción de su demanda y la presión importadora.
Para 2018, esperamos una dinámica positiva en línea con cómo finalizará 2017. Así habría dos años consecutivos de aumento del PBI industrial, algo que no sucede desde 2010-2011. Para ello, es necesario que sigan el dinamismo del mercado interno y la obra pública y la recuperación brasileña, principal destino de las exportaciones y origen de las importaciones. La suba de la tasa de interés dificulta el acceso al financiamiento. Se requieren más líneas de crédito para financiar el capital de trabajo e invertir. Además, faltan políticas para reducir los costos logísticos, de energía y tributarios, y una Ley de Compre Trabajo Argentino.
Dante Sica, director de Abeceb, ex secretario de Industria, Comercio y Minería
El nuevo contexto macroeconómico y el cambio estructural inducen a una reconfiguración sectorial. Las perspectivas para 2018 son heterogéneas por las oportunidades y desafíos que imponen las nuevas reglas de juego.
Entre los sectores con ventajas se destaca el agro que, con cosechas récord, exigirá una mayor inversión en tecnología. La ganadería bovina tendrá su oportunidad de crecimiento si trabaja en la agregación de valor y en la inserción externa. A la minería se le abren enormes perspectivas si despeja el horizonte regulatorio. Alimentos y bebidas espera un mejor año, aunque con mucha heterogeneidad por rubro.
La construcción continuará siendo protagonista apuntalada por el crédito hipotecario y la obra pública. Automotriz, siderurgia, sustancias químicas y maquinarias agrícolas avanzan proactivamente en especialización e innovación.
La fabricación de electrodomésticos de línea marrón se ve amenazada, por lo que deberá aprovechar el tiempo que le otorgan los acuerdos sectoriales para repensar sus estrategias productivas. Textil, confección y calzado deberán trabajar en sus costos y en la búsqueda de oportunidades de nicho. Las economías regionales requieren enfocarse en los planteos técnicos y en la organización para una mayor eficiencia y mejorar la oferta.
Marcelo Elizondo, director general de Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI), investigador y profesor del ITBA
Después de un 2017 con un alza de apenas 1,8% de exportaciones en dólares ingresados, pero de menos de 1% en volúmenes y una relevante recuperación de importaciones (casi 20%), el Gobierno prevé para 2018 un alza de 6,5% tanto para exportaciones como para importaciones.
Ante un comercio mundial que creció alrededor de 3,5% en 2017 y que se elevará en niveles similares en 2018, esta suba permitiría recuperar cierto terreno después de seis años de resultados mediocres o negativos. Las exportaciones continuarán impulsadas por productos de origen agropecuario. Pero la recuperación de Brasil (cuya economía crecerá 2,5%) mejorará las posibilidades de los bienes industriales. Los principales mercados para las exportaciones argentinas continuarán siendo Brasil, EEUU, China, Chile y España, pero también otros no tradicionales: India, Vietnam, Canadá, Argelia y Egipto.
En materia de importaciones es altamente probable que el pronóstico oficial sea rebasado por la realidad. Si la economía argentina continúa creciendo, las importaciones tendrían un alza de dos dígitos (especialmente en insumos, máquinas, y piezas y partes).
Ariel Barraud, presidente del IARAF
Las reformas con impacto fiscal desde 2018 se caracterizan por el gradualismo dado el reducido margen fiscal. La reforma tributaria luce modesta en reducción de presión tributaria efectiva global: su costo fiscal se estimó en 1,5% del PBI para 2022, cuando esté completa.
Ha primado la prudencia fiscal. La reducción gradual del déficit fiscal primario actual (1% del PBI por año) es una meta muy exigente dado el reducido espacio fiscal que puede brindar la baja del peso del gasto público nacional primario. Esto explica por qué el Gobierno nacional busca contener su principal gasto: el previsional.
Los avances más ambiciosos cuantitativamente son los del consenso fiscal: todo queda bajo el paraguas de la responsabilidad fiscal para los distintos niveles de gobierno. Si bien la reforma tributaria consolidaría un impacto recaudatorio directo estimado en 1,5% del PBI, por la vía de la coparticipación, casi la mitad de ese costo lo financiarán provincias y municipios. Por lo tanto, cualquier esfuerzo adicional que se requiera, como bajar Ingresos Brutos o tasas municipales, debe sumarse a lo que ya afrontan por un menor envío automático de impuestos nacionales.
Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de OJF
A mayor inversión, mayor expansión de la economía. Se suele pensar a la inversión como un factor externo, se hace hincapié en la confianza para atraerla en vez de en los recursos que la economía necesita generar para poder destinarlos a la inversión.
Argentina genera confianza por su política económica y eso se refleja en las inversiones financieras. Pero todavía no genera confianza para atraer Inversión Extranjera Directa está más cerca de la reputación que de la perspectiva. La inversión crece hoy al 13% anual. El nivel aún es bajo: 20% del PBI. Para un crecimiento económico de largo plazo de 3% a 5%, debería llegar a 23% del PBI como mínimo.
La inversión en Argentina proviene hoy principalmente de empresas locales o extranjeras que ya operan en el país. Del 20% del PBI que representa, el Estado invierte unos tres puntos, la IED es medio punto (sin reinversión de utilidades) y el resto es inversión local.
El Estado gasta el 46% del PBI y le deja al sector privado local pocos recursos para invertir. Es un problema económico argentino y no una cuestión externa que se puede resolver solo con confianza. Dado el gradualismo fiscal, la inversión y la economía también crecerán paulatinamente.
Federico Furiase, director de ECo Go Consultores
Con tarifas subiendo bien por arriba del nivel general de precios, las paritarias definirán la inflación en 2018. En un proceso de corrección tarifaria, inercia en las paritarias, gradualismo fiscal y expansión del crédito, la meta de inflación será un marco de referencia para coordinar y desinflar la inercia de las expectativas. Que el BCRA no la cumpla no es preocupante siempre y cuando la inflación siga bajando gradualmente y las expectativas se mantengan a la baja.
Hay señales en este sentido: el anclaje de las expectativas en el que viene trabajando el BCRA empezó a tener efectos: el Tesoro se puede financiar a diez años en pesos a una tasa más baja que las Lebacs; las paritarias se estacionaron por debajo de la inflación de 2017 (24%); la flexibilidad cambiaria permitió acotar el traslado a precios de las devaluaciones y el crédito hipotecario UVA tiene una demanda agresiva. La reciente postergación de las metas de inflación refuerza esta coordinación que planteo.
Para 2018, proyectamos una inflación en torno a 17,5% anual a diciembre, con paritarias en 18%; tarifas aportando 3,4 puntos; una suba del tipo de cambio en torno a 13%/14% y la tasa de interés en 24% a fin de año. Pero por algún shock adverso, puede haber cierta corrección cambiaria transitoria que licúe el rendimiento en dólares del carry trade con Lebacs.
María Laura Calí, directora ejecutiva de SEL Consultores
Las dotaciones de personal de las empresas vienen sufriendo fuertes recortes desde hace años. En 2017 se comenzó a ver un cambio de tendencia, pero aún focalizada en algunos sectores. En 2018 este cambio se consolidaría y potenciaría. En el último relevamiento de SEL, las expectativas de contratación para 2018 arrojan un resultado positivo. En microempresas, un 29% espera aumentos en sus dotaciones, en pymes, un 30% y en grandes compañías, un 28%. En contraposición, las expectativas de disminución se reducen a 13% en las primeras, 15% en las segundas y 10% en las terceras.
En los últimos años las empresas, para reducir sus costos laborales, redujeron el ingreso de nuevo personal. Esto generó una gran cantidad de vacantes sin cubrir dentro de las compañías: en microempresas, un 68% menciona tener actualmente vacantes sin cubrir, la incidencia asciende al 70% en pymes y llega al 79% en grandes compañías. Hay espacios de oportunidad para el empleo.
En 2018 la recuperación del empleo comenzará a materializarse si la reactivación económica se fortalece: para dos de cada tres empresarios, la generación de nuevos puestos de trabajo dentro de la compañía depende de mejoras en los indicadores económicos.
Rodrigo Álvarez, CEO de Analytica
El Gobierno finalmente entendió que el consumo es un ingrediente clave. El desafío sigue siendo una transición no traumática entre un modelo agotado, que dependía exclusivamente del consumo a otro impulsado por la inversión. El consumo es una variable que reacciona rápido a los estímulos y la inversión es esquiva: sus efectos sobre el empleo y los ingresos tardan en llegar. Mientras tanto, el consumo es interpelado por restricciones.
Tras la devaluación de 2015 y el recorte de los subsidios, el consumo, que en 2016 se contrajo, ahora se recupera lentamente con el lastre de más reducciones de subsidios. Tres factores favorecieron su recuperación: la gradualidad de los ajustes de tarifas; el crecimiento del crédito y la apreciación cambiaria. El crédito amplió el acceso de las familias a autos, motos, electrodomésticos y turismo. El tipo de cambio, que aumentó menos que los ingresos, permitió más compras de importados.
El consumo crecerá en 2018 menos que la actividad económica en su conjunto (2,8%). Como lastre operarán la quita de subsidios que deriva en una inflación todavía alta; tasas de interés muy elevadas; y un mercado laboral que todavía no empuja. Pero el crédito será un gran motor.
Eric Ritondale, economista senior de Econviews
Si la economía sigue creciendo a este ritmo y el Gobierno nacional cumpliendo con sus metas fiscales, hacia 2020 la deuda pública nacional con acreedores privados y multilaterales y el stock de Lebacs del BCRA se estabilizarán en 33% y 12% del PBI, respectivamente. Son niveles relativamente bajos, comparados con la historia argentina y muchas experiencias regionales recientes de consolidación fiscal y desinflación. Más que preocuparse por la evolución del endeudamiento, hay que ocuparse. Cumpliendo con las metas fiscales y creciendo.
Por supuesto, el gradualismo fiscal tiene riesgos. Aunque hoy parezca improbable, siempre puede haber algún shock externo que dificulte esta estrategia y termine forzando un ajuste fiscal más severo. En tal caso, el endeudamiento se detendría pero por las malas. Es mejor seguir creciendo y detener el endeudamiento por las buenas en unos pocos años.
Cumplir con las metas fiscales ayudará mucho a reducir el déficit externo, que actualmente ronda el 4% del PBI, al igual que el déficit fiscal primario. Pero la verdadera garantía de sustentabilidad de largo plazo debe venir del crecimiento de las exportaciones y de financiar el déficit externo con más Inversión Extranjera Directa (IED) y menos endeudamiento público.
Jorge A. Day, investigador jefe del IERAL Mendoza de la Fundación Mediterránea
La tendencia nacional de crecimiento moderado marcará el ritmo de las economías provinciales. La región pampeana (Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba), beneficiada hace dos años por la reducción de retenciones y restricciones en exportaciones, ahora se encarece en dólares. Igualmente está mejor posicionada que las economías regionales, especialmente las más dependientes de mano de obra: frutas y vinos. En este último caso, las malas cosechas en Europa favorecen la demanda de vinos argentinos. Con excepciones como Formosa, las provincias norteñas muestran mejores indicadores de recuperación, ya que el mayor volumen de fondos nacionales impacta más allí. Para 2018 esos fondos seguirán incrementándose por el nuevo acuerdo con la Nación, aunque Buenos Aires es la más beneficiada.
Hay provincias que cuentan con un producto que mueve toda su economía, como el petróleo (Patagonia) o la minería (San Juan, Catamarca, Jujuy). Para 2018 se espera una leve recuperación en el precio internacional del crudo, pero todavía no impactaría fuerte. Habría más movimiento en Neuquén, principalmente por el gas. No se espera un boom en esas regiones en buena parte por los altos costos argentinos.