MARCELO CANTELMI
Administración no profesional, corrupción y falta de inversiones se combinaron para derrumbar a la firma estatal.
El colapso de la petrolera estatal venezolana se mide con una línea inclinada con picos por momentos abruptos, que nace en 2003 cuando la empresa se desprofesionaliza a través del despido de 20.000 de sus trabajadores. Fue la consecuencia de la gran huelga lanzada contra el entonces gobierno de Hugo Chávez.
La purga de esos empleados especializados ligó con una reconfiguración del negocio de la empresa, que devino en una ubre multipropósito para las necesidades del régimen. Una parte de hasta la mitad de los dolares que ingresaba PDVSA fueron dirigidos sin arqueos al Palacio Miraflores donde se distribuían al sistema de cobertura social, las “misiones”. El otro 50% iba al Banco Central para el pago de las importaciones.
Ese mecanismo generó desvíos tanto por corrupción como por desprolijidades y desidias. El resultado fue la caída de la inversión en la compañía. Además, como el precio del petróleo estaba alto, el chavismo, en línea con los gobiernos anteriores venezolanos, apostó al crudo y no diversificó la economía. El carburante explicó el 95% de la canasta exportadora.
Esa trampa perfecta operó cuando el precio del carburante comenzó a caer, al finalizar el tirón chino y por la producción multiplicada de EE.UU. con sus campos de petróleo de esquisto o fracturación hidráulica. Sin otra alternativa de ingresos, la quiebra nacional acabó por tornarse irreversible. Así, el país apeló a la emisión sin respaldo, disparó una inflación de cuatro dígitos y se quedó sin dinero para financiar las importaciones, razón del desabastecimiento de alimentos y medicinas.
Según la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Venezuela pasó de una producción de 2.650.000 barriles diarios en 2015 a 1.955.000 b/d en octubre pasado. En 28 años jamás el bombeo había caído por debajo de los 2.000.000 de b/d.
“Entre 1998 y 2017 la producción venezolana de crudo se redujo en 1.500.000 de barriles diarios” sobre lo que podía generar, señaló el experto petrolero Luis Oliveros citado por El Nacional de Caracas. En 1998 el nivel era de 3,4 millones b/d. Según Olivares, PDVSA perdió, entre 1998 y lo que va del presente año, U$S 150 mil millones en ingresos por exportaciones.
La Federación Única de Trabajadores Petroleros de Venezuela, explicó que la falta de equipos y de dinero causó que muchos campos petroleros produzcan al mínimo o estén cerrados, mientras que las refinerías procesan 350.000 barriles/día de crudo cuando su capacidad es de 1.300.000de barriles al día. Es interesante que en su plan de inversiones de 2015 el chavismo había prometido elevar la capacidad de producción de crudo a 4.100.000, y la de refinación a 3.500.000 de barriles al día.
El petróleo venezolano, además, es viscoso, de modo que requiere ser mezclado para alcanzar calidad. Antes eso se hacia con el combustible que producía la propia PDVSA. Pero el colapso de la compañía obligó a importar naftas desde EE.UU. para esa amalgama. La sanciones contra el régimen y la propia firma por las violaciones a los DD.HH. hicieron el resto. Cayo la importación y no hay producción local. El resultado es el actual colapso.
BBC
5.000 millones de barriles de petróleo bajo tierra. Ese será el respaldo con el que inicialmente contará el petro, la "criptomoneda" del gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela para sortear las sanciones financieras a las que ha sido sometido por parte de Estados Unidos.
"Aquí tengo el documento donde voy a oficializar la entrega del campo número 1 del Bloque Ayacucho, certificado, de la Faja Petrolífera del Orinoco, para que sea la base material de sustento en riqueza de la criptomoneda el petro", anunció este miércoles durante un acto televisado.
El mandatario venezolano mostró un documento de una empresa de consultoría internacional que avalaría la existencia en ese campo de unos 5.000 millones de barriles en reservas petroleras, que servirían de garantía a la nueva moneda.
"Por cada petro, un barril de petróleo", dijo Maduro.
El presidente anunció que también prevé certificar "en su momento" campos de oro y diamantes del arco minero del Orinoco, un territorio de unos 111.843 kilómetros cuadrados rico en minerales como diamantes, oro y coltán que el gobierno de Venezuela quiere explotar.
El pasado 3 de diciembre, Maduro había anunciado la creación del petro como un mecanismo "para avanzar en el tema de la soberanía monetaria, para las transacciones financieras, para vencer el bloqueo financiero" y adelantó que estaría respaldado por la riqueza de oro, petróleo, gas y diamantes" del país.
Venezuela sufre una severa crisis económica, caracterizada por la escasez de bienes esenciales como alimentos y medicinas, pero también por registrar la inflación más alta del mundo, que superaba el 800% hasta octubre pasado y que -según pronósticos del FMI- podría ser superior al 2.300% en 2018.
Esta situación ha llevado a una muy fuerte devaluación de la moneda venezolana, el bolívar, cuyo valor de cambio frente al dólar estadounidense, en el mercado paralelo, pasó de 41.290 a 103.024, entre el 1 de noviembre y el 1 de diciembre de 2017.
Como consecuencia, en la actualidad el billete de mayor denominación (Bs.100.000) no alcanza para comprar US$1 al paralelo, de referencia para la economía de los ciudadanos.
Adicionalmente, el país se encuentra bajo un régimen de sanciones económicas por parte del gobierno de Donald Trump que le impiden acceder al sistema financiero de Estados Unidos, por lo que dificultan su acceso al mercado de deuda internacional.
El anuncio de la creación del petro por parte de Maduro coincide con un momento de auge de las llamadas criptomonedas, encabezadas por el popular bitcoin.
Sin embargo, hay expertos que ponen en duda la condición de criptomoneda del petro y que la asemejan más a una moneda tradicional, pues contaría con un respaldo material.
Tras el anuncio del uso de las reservas certificadas de petróleo del campo número 1 del Bloque Ayacucho, el economista venezolano Luis Oliveros señaló que más que una moneda virtual se trata de un nuevo título de deuda.
"Maduro lo confirma con su explicación, el "petro" no es una criptomoneda, es un simple título de deuda, con un "activo subyacente": petróleo", dijo Oliveros en un mensaje en su cuenta de Twitter.
Francisco Monaldi, experto en política energética adscrito del Instituto Baker para las Políticas Públicas de la Universidad de Rice, en Houston, dijo que Venezuela enfrenta el colapso de la producción de petróleo y advirtió que una parte sustancial del petróleo que se logra extraer ya está comprometido con Rusia y China.
"Todo el pago de deuda externa de Venezuela defacto se paga con petróleo y esa deuda está en default así que buena suerte cobrando su petro", advirtió Monaldi, quien es crítico con el chavismo, es una serie de tres tuits que publicó sobre el tema.
En una entrevista concedida a BBC Mundo poco después de que Maduro anunció la creación del petro, Jesús Palau, profesor del Departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de ESADE en España, expresó sus dudas sobre ese mecanismo al señalar que "una moneda depende de la calidad del país, no importa que sea electrónica o no, y Venezuela no está en una situación muy buena".
"La única manera de que alguien le dé dinero a Venezuela, dada su situación económica actual, sería dar un tratamiento privilegiado... Convencer a alguien de que los únicos que cobrarán en oro o petróleo serán quienes tengan esta criptomoneda", agregó.
Por su parte, el historiador económico Garrick Hileman, del Centro de Finanzas Alternativas de Cambridge, señaló que la creación del petro podía ser un paso en la dirección correcta, tomando en cuenta la situación en la que se encuentra la economía de Venezuela, con el bolívar en caída libre.
Hileman, sin embargo, advirtió que para que la nueva moneda salga adelante se requerirá de "honestidad y transparencia".
"¿Dónde se guardarán estos activos (el petróleo, el gas, el oro y los diamantes)? ¿Quién los custodiará? ¿Estarán en Nueva York? ¿En Londres?", se preguntó y apuntó que -en su opinión- el gobierno de Venezuela debería designar un custodio independiente que garantice que estas materias primas lleguen a los acreedores en caso de un impago.