EDUARDO ELSZTAIN *
Es una industria que no tiene por qué ser contaminante, sucia o peligrosa, dice Eduardo Elsztain, el presidente de Austral Gold.
Nuestro país está discutiendo, y sin dudas es saludable, el futuro de una actividad clave para el desarrollo: la minería. Es una industria que no tiene por qué ser contaminante, sucia o peligrosa, ni tiene por qué modificar el medio ambiente, alterar el espacio o dejar sin agua a un asentamiento urbano. De hecho, es y ha sido fuente de progreso y avance desde los albores de la humanidad.
Mucho se ha avanzado en términos de seguridad y cuidado del ambiente. Hoy las minas subterráneas, como la que posee nuestro grupo en la provincia de San Juan, no se parecen en lo absoluto a lo que eran hace un siglo (socavones inseguros, sin cuidado alguno por su gente y por el ecosistema). Hoy la mayoría de las minas son establecimientos modernos, seguros, dotados de todos los avances tecnológicos para garantizar el cuidado de sus trabajadores y minimizar los riesgos de accidentes contaminantes.
También hay que decir que es imposible imaginar siquiera el desarrollo de un proyecto minero si la comunidad donde se instala no se siente parte del mismo. Lamentablemente se han producido numerosos errores en ese sentido en la historia reciente de nuestro país.
Nuestro proyecto minero “Casposo”, en la localidad de Calingasta, provincia de San Juan, logró ese objetivo: la comunidad nos acompaña porque somos su principal fuente de trabajo, porque no contaminamos y porque generamos microemprendimientos en la propia Calingasta, que son proveedores nuestros en rubros tan variados como indumentaria o copelas para análisis químicos. Sabemos que muchos colegas actúan en la misma línea.
En 2003, siguiendo tendencias mundiales de inversión en metales, hicimos nuestra primera incursión en minería a través de la adquisición de una compañía australiana con proyectos de exploración en Chile. Así, con los años, ampliamos ese alcance con la compra de algunos proyectos en la Argentina, logrando estándares de minería responsable, como el caso de San Juan.
Es que la minería genera cadenas de valor y trabajo para miles de argentinos; creemos que es nuestra obligación como empresarios generar proyectos sustentables, que cuiden las vidas de nuestros trabajadores y de las comunidades cercanas, y amigables con el medio ambiente.
En el mismo sentido, es responsabilidad de las autoridades y los legisladores controlar estrictamente que se cumplan las normas que regulan la actividad, y permitir y alentar los emprendimientos que se ajusten a esas reglas.
Hay jurisdicciones que prohíben de manera taxativa cualquier tipo de actividad minera en sus territorios, y eso debería ser al menos repensado: la generación de recursos y puestos de trabajo que traerá la minería mejorará de manera notable la perspectiva económica para esas provincias.
El proyecto “Casposo”, una mina que compramos a punto de cerrar a un grupo australiano, y a la cual le hicimos reingeniería, recontratamos casi 300 trabajadores (en su mayoría residentes de Calingasta) y que hoy opera en forma segura y eficiente, está fuera de las denominadas zonas sensibles.
La minería no debe representar un riesgo para el ambiente ni para las personas. En eso trabajamos, a eso nos abocamos y por eso muchos de nosotros ingresamos a una actividad que, bien desarrollada, regulada y controlada, es generadora de grandes beneficios para el progreso de una Argentina pujante y renaciente.
Estamos seguros de que el Gobierno y los legisladores darán al país normas que favorezcan esta actividad, y a la vez introduzcan controles estrictos pero justos y razonables que la regulen.
La minería será entonces una gran generadora de divisas, en un momento del país en que se están produciendo cambios estructurales inéditos. Pero para llevar a cabo esos cambios, el ingreso de inversiones en diversos rubros, incluido el minero, será un elemento fundamental.
* Presidente de Austral Gold