Australia es el único país de la OCDE que desde 1970 no ha caído en recesión, lo que equivale a 104 trimestres consecutivos en modo expansivo. A pesar de las numerosas predicciones de una recesión inminente, la economía australiana basada en la extracción de recursos, soportó la desaparición del boom de las materias primas.
Desde la década de 1970, la economía se ha flexibilizado progresivamente gracias a varias reformas como la flotación del tipo de cambio, la fijación de metas de inflación del banco central (RBA) y la reforma microeconómica del mercado laboral. Seguimos convencidos de que el reequilibrio de la actividad económica y la mejora de la productividad, le permitirán resistir la desaceleración del ciclo expansivo del sector inmobiliario.
Aunque el crecimiento del PIB del segundo trimestre aumentó a 0.8%, la tasa anual de expansión ha sido del 1.8%, manteniéndose por debajo de su potencial (alrededor del 3%). Creemos que los efectos persistentes del ciclón tropical Debbie en la construcción y las exportaciones de carbón, han sido un obstáculo en el PIB del segundo trimestre. No obstante, es probable que esta situación temporal se revierta.
La confianza de los consumidores se ha visto afectada por los elevados niveles de deuda de los hogares y un lento crecimiento salarial. Dado que la vivienda representa más del 50% de la riqueza de los hogares, la disminución de los precios del sector inmobiliario ha reducido la riqueza de los hogares y por tanto, el consumo ha disminuido.
Bajo este contexto, es probable que el gasto del consumidor (cerca del 60% del PIB) se mantenga moderado a corto plazo. Una situación diferente se observa a nivel empresarial, cuya confianza es mayor que la de 2014. Ante este optimismo, se cree que la inversión empresarial podría compensar la brecha dejada por el gasto del consumidor.
Además, el gasto de capital del sector privado y la industria minera, está volviendo a crecer desde los bajos niveles actuales. La inversión en infraestructura pública, liderada por el Estado, ha aumentado en un 9.5% en comparación al año pasado. Las exportaciones de servicios, con el turismo y la educación a la cabeza, continúan fortaleciéndose con la ayuda de un tipo de cambio más bajo. Asimismo la economía australiana está bien posicionada para beneficiarse de la creciente clase media asiática.
Entre todos los países de la OCDE, Australia sigue siendo el más dependiente de China, ya que le representa más de un tercio de todas sus exportaciones. A pesar de los temores generalizados de una desaceleración en China, su economía se ha estabilizado. Si bien la tasa de crecimiento de China se ha desacelerado marginalmente en los últimos trimestres, se espera que el año que viene recupere su sólido crecimiento gracias a una mejora de las ventas minoristas y la producción industrial.
Además, las expectativas de una mayor demanda de materias primas vienen dadas por el crecimiento del 19.8% del gasto en infraestructura con respecto a un año atrás. Las materias primas a granel representan una cuarta parte de las exportaciones totales de Australia, lideradas por el mineral de hierro y el carbón. Seguimos viendo que se mantiene fuerte la demanda de acero (que utiliza mineral de hierro y carbón de coque) y la de electricidad (generada por el carbón térmico).
Al mismo tiempo, ha habido una caída en la producción china de mineral de hierro y carbón, debido a la menor rentabilidad y a los controles ambientales más estrictos. Esto ha incrementado la demanda de importaciones desde Australia. Para los próximos diez años, el RBA pronostica que la desaceleración en la tasa de urbanización de China, reducirá gradualmente la demanda de mineral de hierro y coque.
Los precios del sector inmobiliario australiano han continuado su ascenso meteórico desde el comienzo de la década, sobre todo en Sydney y Melbourne y en menor medida en Brisbane y Adelaida. Durante la década del 2000, la tasa de construcción de edificios fue mayor a la tasa de crecimiento demográfico, lo que generó un aumento de la oferta. Asimismo el encarecimiento de las condiciones crediticias y un menor poder adquisitivo, ha llevado al mercado inmobiliario a un extremo.
Como resultado, los permisos de construcción y las inversiones en viviendas han comenzado a disminuir. El sistema de hipotecas de Australia cuenta con sólidas normas de suscripción vigentes que operan con recursos completos. Además, los pagos de intereses sobre los ingresos disponibles trimestrales se han mantenido estables. Por estas razones, es que no esperamos ver una repetición de la crisis estadounidense subprime en Australia. En nuestra opinión creemos que el RBA mantendrá los tipos de interés en 1.5% hasta fines del año que viene, ayudando así a los hogares a continuar la cancelación de sus deudas.
Hasta ahora, los precios del sector inmobiliario residencial australiano se ha mantenido gracias a la corriente constante de inmigrantes chinos que compran propiedades a precios récord. De acuerdo a los datos recientes de la Junta de Revisión de Inversión Extranjera (FIRB, por sus siglas en inglés), las aprobaciones de inversiones inmobiliarias a los residentes chinos, registraron en mayo una caída interanual del 60%. De todos modos, creemos que estos riesgos están contenidos en gran medida, ya que el Banco Nacional de Australia (NAB, por sus siglas en inglés) estima que los inversores extranjeros representan sólo el 11% de las ventas de viviendas nuevas y el 7% de las ya establecidas.
El mercado de renta variable australiano ha tenido un desempeño mediocre en lo que va del año (+5.7%), quedado por debajo del +12% de la renta variable global y del +34% en el sector tecnológico. Este rezago pone de relieve un tema crítico en la renta variable australiana: la ausencia de un sector tecnológico y la carencia de innovación. Si bien las valoraciones actuales en 5.3x están muy por debajo de su media histórica, opinamos que a menos que Australia apueste a las inversiones en el sector tecnológico, no atraerá a los inversores extranjeros.
A pesar de los elevados niveles de endeudamiento de los hogares y una desaceleración del ciclo expansivo del mercado inmobiliario y de la inversión minera (6.8% del PIB), estamos convencidos de que la economía australiana será capaz de evitar una recesión, tal como lo ha hecho en los últimos veintiséis años.