Construir la regasificadora reducirá la dependencia actual del petróleo y abaratará costos energéticos al Estado
El vaticinio de aumento mundial de consumo de gas en detrimento del petróleo no solo acrece la importancia y conveniencia de que se concrete la construcción de la paralizada regasificadora. De esta obra parece depender que los consumidores de Montevideo y el interior sigan disponiendo del suministro de gas por cañería. La brasileña Petrobras, a cargo de ese servicio a través de dos empresas, ha adelantado que le será imposible mantenerlo por actual inviabilidad económica del negocio. Un primer paso ha sido el envío a seguro de paro de parte de su personal, lo que ha desatado un duro conflicto con el sindicato.
Petrobras argumenta las dificultades de aprovisionarse desde Argentina a precios redituables y la falta de respuesta del gobierno a sus reclamos. La salida que anticipa es que Shell confirme retomar la construcción de la planta regasificadora en la bahía de Montevideo, en una versión más modesta del paralizado proyecto original. Pero pese a los optimistas anuncios del gobierno, la multinacional holandesa retiene su decisión final a la espera de obtener de Argentina compromisos de compra del excedente de producción, lo que dista de estar asegurado. La ministra de Industria y Energía, Carolina Cosse, aseguró hace más de un mes que se estaba "a punto de firmar un memorándum de entendimiento con Shell" para retomar el proyecto, pero nada ha vuelto a saberse desde entonces.
Mantener la provisión y eventual expansión del gas por cañería es un tema de primera importancia por su incidencia en los costos de generación energética, dado el gradual aumento del precio del petróleo. Según adelantaron fuentes oficiales, ANCAP evalúa volver a subir las ya desmesuradas tarifas de los combustibles el 1º de enero.
La regasificadora se lanzó como uno de los proyectos estrella de la administración Mujica. Pero las obras se paralizaron en febrero de 2015 cuando se rescindió el contrato con un consorcio internacional después que cayera la subcontratista brasileña OAS, involucrada en los escándalos de corrupción en Petrobras. Renació la esperanza con el interés de Shell por retomar los trabajos para una planta de menores dimensiones. Su producción igualmente excedería las necesidades actuales del país, por lo que su factibilidad económica está atada a las posibilidades de exportación.
Puede incidir en la decisión final de Shell el reciente anuncio del Foro de Países Exportadores de Gas de que el consumo mundial de gas, como fuente menos contaminante que los combustibles fósiles, aumentará en el mundo del actual 22% al 26% a nivel de suministro energético mundial en los próximos años, en tanto caerá el de petróleo del 32% al 29%.
Esta perspectiva, así como la necesidad de los consumidores uruguayos y la protección del medioambiente, le impone al gobierno flexibilizar en lo posible sus negociaciones con Shell, para que se restablezca un proyecto de aguda incidencia en el futuro del marco energético. No aliviará el bolsillo de los hogares y la actividad productiva mientras el gobierno mantenga su actual voracidad fiscal a través de las tarifas de servicios públicos. Pero al menos la provisión abundante de gas, unida al auge de la generación eólica, reducirá la dependencia actual del petróleo y asegurará al país una matriz energética más limpia y con mayor seguridad de abastecimiento a menor costo para el Estado.
El gobierno firmó un contrato de negociación con la petrolera Shell para analizar la viabilidad de un nuevo proyecto de construcción de una planta regasificadora, más pequeña que la prevista instalar en Punta de Sayago.
El presidente de la República, Tabaré Vázquez, confirmó -en una entrevista del ciclo “Transformaciones” que difundió el Frente Amplio- que en su momento se pensó en una regasificadora más grande, pero en la actualidad se necesita “algo más pequeño”.
“Estamos trabajando con una compañía privada que se encargaría de hacer toda la tarea y el Estado puede ir asociado con la empresa, o comprar el gas que pueda necesitar a precios convenientes”, dijo Vázquez.
Horas antes, la ministra de Industria, Carolina Cosse, había expresado en el Parlamento que se analiza con la compañía Shell la construcción de una regasificadora más pequeña en comparación a la que se comenzó a construir durante el gobierno anterior en Punta de Sayago.
En otro pasaje de la entrevista, el mandatario expresó que Uruguay es el país que tiene el ingreso per cápita más alto de toda Latinoamérica. “Estamos en unos 17 mil dólares por año por persona. Al terminar el gobierno pretendemos llegar a 20 mil dólares”.
“Pero de la misma manera que crecimos, repartimos con políticas públicas. Uruguay es el único país de América Latina que tiene que la mejor distribución de la riqueza. Esto implica que mejoró la calidad de vida de los uruguayos”, remarcó.
Vázquez manifestó que cuando el Frente Amplio accedió al gobierno experimentó condiciones internacionales favorables. Pero recordó que Brasil y Argentina “también tuvieron viento de cola y no crecieron como Uruguay”.
“El único componente que cambió fue la llegada del Frente Amplio al gobierno, y Uruguay sufrió transformaciones revolucionarias”, remarcó.
Transformaciones revolucionarias
En tal sentido, ejemplifico con la revolución agrícola-ganadera y los “cambios inteligentes” como la trazabilidad del ganado.
También destacó la reforma sanitaria, porque “no hay país en el mundo que tenga universalidad en la atención de salud como Uruguay, la reforma fiscal, o el plan Ceibal”.
La segunda generación de reformas incluye la llegada de la “inteligencia artificial, la robótica”, dijo Vázquez, y para ello hay que “capacitar a la gente. El enorme material humano está”.
La educación no debe ser solo preparar gente para que trabaje, debe ser para desarrollar la cultura, actividades artísticas y apostar a la inteligencia, sentenció.