En sus inicios estaba el petróleo. De ahí que fuera creado en 1990 con el nombre de Fondo Petrolero de Noruega. Su evolución lo ha convertido en el fondo soberano más grande del mundo, con un portafolio de más de US$1 billón.
Detrás del origen de toda esa fortuna están las ganancias que la explotación de hidrocarburos le generó a Noruega desde inicios de la década de 1990 y que deliberadamente fueron colocados en un fondo de inversiones aparte.
La jugada tenía un doble objetivo: ahorrar para los tiempos de las vacas flacas (o para cuando el maná petrolero dejara de fluir) y evitar que la economía del país sufriera la llamada enfermedad holandesa, la dolencia que ha afectado las finanzas de muchos países exportadores de crudo alrededor del mundo y que se manifiesta en problemas como una alta inflación y una baja producción industrial.
Sin embargo, el Fondo de Pensiones del Gobierno - Global (FPGG), como fue rebautizado en 2006, ahora se plantea la idea de desinvertir todo el capital que tiene en acciones de empresas de gas y petróleo, lo que en la actualidad alcanza a unos US$35.000 millones, un 6% de su portafolio.
La medida fue propuesta por el Banco Central de Noruega, responsable de la gestión del fondo soberano de ese país, y su eventual aplicación podría afectar a varias empresas petroleras reconocidas.
El FPGG tiene inversiones en casi 9.000 compañías en 77 países del mundo, incluyendo algunas de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México, Panamá y Perú.
Su crecimiento ha sido tal que en la actualidad sus ganancias anuales superan los ingresos que recibe Noruega por exportación de petróleo, según datos de la revista The Economist.
US$1 billón en valor total.
Más allá de cómo la posible desinversión podría afectar a unas empresas en concretas, la propuesta ha abierto nuevas dudas sobre el futuro del sector de los combustibles fósiles.
La propuesta para que el FPGG desinvierta en compañías de gas y petróleo fue formulada por el Banco Central de Noruega en una carta al ministerio de Finanzas, pues considera que de esa forma se reduciría la exposición de los fondos del Estado a una caída permanente en los precios del petróleo y el gas.
"Las inversiones en el FPGG y la participación en Statoil (la compañía petrolera de Noruega en la que el Estado tiene mayoría accionaria) resultan en una exposición del gobierno a acciones de gas y petróleo que es el doble de lo que sería en dentro de un índice de acciones diverso y global. Esta exposición aumenta cuando se toman en cuenta los futuros ingresos por gas y petróleo del gobierno", señala la carta.
Agrega que aunque en periodos de precios estables las ganancias derivadas de las acciones en gas y petróleo suelen moverse en concordancia con el mercado en general, en periodos de cambios sustanciales y prolongados de los precios de los hidrocarburos las diferencias entre ambos mercados es importante.
"Durante lapsos de caída de precios, el retorno de las acciones de gas y petróleo ha sido significativamente más bajo que el del mercado general de acciones", apunta.
El Banco Central de Noruega asegura que la recomendación se basa exclusivamente en argumentos financieros y en el análisis de la exposición del gobierno al sector de los hidrocarburos, por lo que no refleja ninguna visión particular sobre los movimientos futuros del precio del gas y el petróleo o la sostenibilidad del sector.
Sin embargo, algunos analistas ven en la propuesta la indicación de un cambio de tendencias.
Entre quienes vieron en la recomendación del Banco Central de Noruega una señal de los tiempos por venir se encuentra Paul Fisher, exdirectivo del Banco de Inglaterra e investigador asociado del Instituto para Liderazgo Sostenible de la Universidad de Cambridge.
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"No es sorprendente que veamos que los administradores del mayor fondo soberano del mundo no sigan dispuestos a tomar los crecientes riesgos asociados con los activos de gas y petróleo, los cuales no tienen futuro en el largo plazo", dijo Fisher al diario británico The Guardian.
Sasja Beslik, miembro de una unidad de gestión de activos en el Nordea Bank AB, señaló que la recomendación del Banco Central de Noruega marca un cambio.
"Esto indica claramente que este es un juego completamente distinto. Este es un momento trascendental y no ha tenido suficiente atención por parte de los medios", comentó a la agencia Bloomberg.
Por su parte, Jason Kenney, analista petrolero del Banco Santander, destacó a la BBC el posible impacto de la decisión noruega. "El riesgo para el sector petrolero reside en cuántos fondos de inversión reducirán su exposición a las industrias extractivas".
Otros analistas, sin embargo, no creen que se producirá ningún cambio inminente.
Liz Dhillon, analista de la consultora Quilt Cheviot, considera que los posibles cambios que estudia el gobierno de Noruega no son causa de preocupación.
"Nada es inminente e incluso si la recomendación es aplicada en su totalidad creemos que tendrá un impacto limitado en los productores de gas y petróleo, dado que los activos del Banco de Noruega son relativamente pequeños y que sin duda serán reducidos a lo largo de un periodo extendido", indicó Dhillon a la BBC.
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Rohan Murphy, analista sobre temas de energía de Allianz -una empresa que tiene acciones en varias petroleras grandes-, tampoco cree que habrá cambios rápidos.
"No veo esto como el inicio de una tendencia más amplia entre los principales inversores", dijo a la agencia Reuters.
Agregó que la venta de inversiones en carbón es una jugada más evidente comparada con el petróleo y el gas.
"El gas, que es una parte importante de todos los grandes negocios en la actualidad, es la respuesta en el medio plazo para la transición en la generación de energía desde el carbón al gas", señaló.
Pese a las visiones precavidas, los activistas ambientales ya han celebrado la recomendación del Banco Central de Noruega como un paso en la dirección adecuada.
"Una jugada correcta", escribió tras conocer la noticia el líder de Greenpeace Noruega, Truls Gulowsen, señalando que la misma reducirá el riesgo financiero relacionado con las emisiones de carbono para Noruega.
Pese al entusiasmo de Gulowsen, la propuesta aún tiene un largo recorrido para