El debate sobre la promoción de la minería genera divergencia de opiniones, en momentos en los que el país retoma el crecimiento económico. Al margen de la necesidad de garantizar estándares en materia ambiental, esta actividad primaria cuyos orígenes son de la Prehistoria genera un impacto relevante en la economía argentina y, en especial, en las provincias que le dan asilo.
A continuación, cuatro claves que explican el impacto económico de la minería:
La actividad minera desde la investigación, logística, los trabajos propios del proceso de extracción o la gestión administrativa es una de las que mejor remunera a sus empleados. Según el Ministerio de Trabajo, la minería paga mejor que el 96% de los otros sectores económicos y la tasa de empleo en negro es prácticamente nula. En promedio, los mineros argentinos tienen un salario que más que duplica al promedio del sector privado formal.
Las cifras del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), del primer semestre de 2017, revelan que los trabajadores que se desempeñan en la explotación de minas y canteras ganaron $ 62.500 mensuales de haber bruto, frente a los $23.300 mensuales del promedio de los sectores privados.
La cifra incluye a los petroleros, cuyos sueldos se ubican levemente por encima de los mineros. Al margen de sus sueldos, la minería genera unos 12.000 puestos de trabajo directos e indirectos.
La suba de costos para las empresas argentinas todavía no golpea a la minería. ¿La razón? Es una actividad altamente productiva. La competitividad, el karma de la industria local, se logra en el caso de las minas por factores tecnológico y topográfico; es decir, la riqueza accesible de los suelos argentinos. Si bien los últimos estudios oficiales sobre productividad del empleo datan de dos años atrás, estos ubicaban a la minería como uno de los tres sectores más productivos.
En 2014, un estudio del Instituto de Estudios Laborales y Sociales de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES) ubicó al trabajador minero como el más productivo entre sus pares de otros sectores. Según el informe, cada empleado generaba una productividad laboral de $ 1.069.895. Le seguían en productividad laboral la banca ($ 637.439), el agro ($ 553.252) y la pesca ($ 400.082)
La Inversión Extranjera Directa (IED) derivada de la actividad minera en el país fue de US$ 10.500 millones entre 2007-2015, según la Dirección de Economía Minera. El Gobierno de Mauricio Macri redujo las retenciones a las exportaciones al asumir su mandato con la intención de incrementar el nivel de inversión. La razón es que la actividad minera del mundo genera fuerte inyecciones de capital. Sin ir más lejos, en el mismo período, Chile recibió US$ 80.500 millones en inversiones, mientras que Perú contabilizó US$ 52.000 millones.
Las acciones de promoción, según la Agencia Nacional de Inversiones, ya está dando resultados. En los últimos 2 años, 17 empresas anunciaron 18 proyectos por US$ 8.258 millones. Lo cierto es que la minería es la segunda fuente de capital externo, solo superada por el sector del petróleo y las promesas de Vaca Muerta.
La eliminación de las retenciones a la actividad minera es uno de los puntos más destacados para entender el impacto económico de este sector.
Como lo explica Matías Alonso, el Decreto 349/2016 argumenta las retenciones provocaron “una situación de pérdida de competitividad frente a las restantes naciones con actividad minera”, en “que los mencionados derechos de exportación inciden sobre los márgenes de utilidad” y “generan un mayor costo operativo”, en “la reciente caída en el precio internacional de los metales y demás productos minerales” y en que “la incidencia negativa de los derechos de exportación sobre las operaciones mineras en marcha excede considerablemente los beneficios que se generan para el erario”.
El ingeniero en minas y director del Centro de Estudios para la Sustentabilidad de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), Hugo Nielson, afirma al portal TSS que “sacar las retenciones a la minería hará aumentar la producción. En los países mineros hay una ley que otorga estabilidad fiscal a los proyectos. Desde el momento en que un proyecto es inscripto no se le pueden agregar impuestos nuevos y haber puesto las retenciones a las exportaciones hizo que la Argentina fuera menos atractiva para las inversiones”.
Es decir, al haber más proyectos mineros, se recaudaría más que la retención impositiva. Lo concreto es que, según Marcelo Álvarez (presidente de la Cámara de Empresarios Mineros), en el último año y medio esta decisión impulsó inversiones por más de 1.300 millones de dólares en proyectos de exploración y con ello evitó una caída empleos directos e indirectos.
Al margen de los beneficios, la economista y doctora en Estudios de Política Científica y Tecnológica Anabel Marin, que es investigadora del CENIT, recomienda igualmente que los cambios impositivos deberían darse dentro de discusiones de “largo plazo, el cual impliquen un acuerdo con las empresas de inversión y desarrollo de proveedores locales”.
Empleo, productividad, inversiones externas e ingresos impositivos son sólo algunas de las aristas para comprender el sector Minas y Canteras. Sucede que este segmento incluye muchas otras categorías que no suelen ser las que popularmente se conoce como “minería”. En efecto, el sector netamente minero en la Argentina -es decir, la extracción de minerales metalíferos- representa solo el 19% del total del sector. Este contempla también la extracción de carbón de piedra y lignito, la extracción de petróleo crudo y gas natural y la explotación de otras minas y canteras.
Un análisis detallado de la minería propiamente dicha muestra cómo este sector es un segmento sub aprovechado. Es que la Argentina tienen una riqueza mineral comparable a la de Australia y Canadá, que se desarrollaron en parte gracias a la minería, que representa entre un 11% y un 14% del PBI, frente al 1% de Argentina
Según Mario Osvaldo Capello, subsecretario de Desarrollo Minero del Ministerio de Energía y Minería, las “declaraciones prejuiciosas y extraviadas” sobre la actividad hacen que países como Chile hayan recibido US$ 80.500 millones entre 2007 y 2015, mientras que Argentina, sólo US$ 10.000 millones. “En los diez proyectos más avanzados que tenemos existen reservas y recursos por 58 millones de toneladas de cobre fino, 38 millones de onzas de oro, 776 millones de onzas de plata y 1,3 millones de toneladas de molibdeno. El segundo productor mundial de cobre, Perú, exportó unos 2 millones de toneladas el año pasado”, advierte Capello.