El ministro de Ambiente colombiano, Luis Gilberto Murillo, aseguró este martes que el Gobierno no ha autorizado ni autorizará la explotación minera en los páramos, principal reserva de agua dulce del país.
"No se está haciendo ni se va a hacer minería en los páramos", sostuvo Murillo al paso de la polémica suscitada alrededor de un proyecto minero en las inmediaciones del páramo de Santurbán, en el departamento de Santander (noreste). El ministro subrayó que "en ningún momento se ha descuidado la protección del agua de los colombianos de Santander y Bucaramanga"
También cargó contra el alcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, quien rechaza el proyecto minero y ha mostrado sus criticas al Gobierno. Hernández afirmó que el presidente Juan Manuel Santos será recordado en su localidad por dejarlos "sin agua" y dijo sentirse "traicionado" al sentir que el gobierno ya ha pactado "acciones de espaldas a la comunidad".
El ministro Murillo acusó al mandatario de la capital departamental de Santander de "demagogia" y "populismo ambiental". "Las afirmaciones del señor alcalde (de Bucaramanga) no tienen ningún asidero en la realidad. Son afirmaciones irresponsables y desinformadas", opinó.
El conflicto surgió cuando el proyecto Minesa, que tiene como principal accionista al fondo Mubadala de Emiratos Árabes, pidió una licencia para desarrollar una explotación minera de extracción de oro en las inmediaciones del páramo, una región natural protegida que además provee de agua a los municipios próximos.
"El proyecto de Minesa está por fuera de ese páramo", afirmó el ministro y añadió que "no hay ninguna actividad ni proceso de licenciamiento en ningún área" de la zona protegida.
Precisamente, la Corte Constitucional derogó hace dos semanas la resolución que delimita el páramo de Santurbán, por falta de consulta con las comunidades que lo rodean, y abrió un período de un año para realizar nuevas rondas de diálogo con ellas. "Vamos a aplicar en detalle el fallo de la Corte Constitucional (...) y la vamos a revisar de acuerdo a la metodología de participación que estableció", advirtió Murillo. Además, el ministro animó a la población a tomar parte del proceso participativo para la nueva delimitación de la zona.
EL ESPECTADOR
Reinaldo Spitaletta
Santos, Santurbán, Emiratos Árabes. Páramo, agua, oro. Entrega de los recursos naturales a intereses foráneos. ¿Qué pasa en un país cuando sus riquezas lo hacen más pobre y, por tener gobiernos vendepatrias, los advenedizos con dólares arrasan con ellas? En la palestra de los intereses nacionales, de las luchas populares, vuelven a estar el presente y el futuro del páramo de Santurbán, cuyas fuentes hídricas surten de agua a más de tres millones de personas.
Las multinacionales mineras amenazan con arrasar el páramo para buscar y explotar oro. Desde hace tiempos, aumentan la voracidad y los desafueros de compañías extranjeras para arrasar, en este caso, a Santurbán. Minesa, propiedad de Mubadala Development Company, de los Emiratos Árabes Unidos, aspira a implementar allí una vasta explotación aurífera, con uso de explosivos y cianuro, construcción de túneles y socavones, maquinaria pesada para mover tierras, toda una parafernalia que, según expertos, atenta contra el ecosistema del páramo de Santurbán.
Esta explotación, a la que el Gobierno le ha abierto las puertas, afectaría los acuíferos, el suelo, las fuentes hídricas; contaminaría el medio ambiente y el agua; y, claro, pondría en riesgo la vida de miles de personas de los Santanderes. La gran minería, parte de la “locomotora” santista, entraña riesgos de alta peligrosidad para el país.
Y mientras se define dónde comienza y dónde termina el páramo (la Corte, hace poco, tumbó la delimitación que había hecho a su modo el Ministerio de Ambiente), el presidente Santos ya está feriando parte de un patrimonio ambiental intocable. En su visita diplomática a los Emiratos, como han hecho muchos mandatarios desde hace años, es decir, poner la rodilla en tierra para abrir el país a la explotación extranjera, el jefe de Estado colombiano se “abrió de patas”, como dicen en la esquina.
Y por migajas y sobras se doblegó ante el príncipe árabe. Los ricachones del turbante donarán 45 millones de dólares para el “posconflicto”, al tiempo que invertirán en Minesa, de la que son los principales accionistas, la bicoca de 1.000 millones de dólares, destinados a la extracción aurífera en las “inmediaciones del páramo de Santurbán”.
Se ha dicho que, en este negocio, con cara pierde Colombia y con sello también. No habrá ganancias para el pueblo colombiano y, de contera, a los santandereanos les iría muy mal, porque correrían el peligrosísimo riesgo de quedarse sin agua. “Se va a arriesgar nuestra fábrica de agua por excelencia”, se escuchó decir a varios ambientalistas.
Los que han subido al páramo saben que es un territorio no solo de portentosa belleza, sino de una gran biodiversidad. Hay 26 lagunas, frailejones a granel, 456 variedades de plantas, 293 especies de animales. Es una fuente de agua imprescindible. Y aunque Minesa diga que no pasará nada con la explotación, los que llevan años investigando la región sí avizoran con preocupación lo que pudiera pasar.
“Minesa piensa remover, para un proyecto a 25 años, 7.000 toneladas diarias de roca, lo que equivale a siete veces lo que recibe el relleno sanitario de Bucaramanga en basuras al día. También van a utilizar 35.000 toneladas de explosivos durante toda la fase de su proyecto”, dijo en un noticiero radial Erwing Rodríguez, del comité de defensa del páramo. Así que el ecosistema se afectará.
¿Y le importa tal situación al presidente? ¿Les importó a sus antecesores? ¿Cómo se puede vender una riqueza natural de incalculable valor por un puñado de dólares? ¿O por una miserable dádiva principesca? Así no más, los mandamases van feriando al país. Lo subastan. Lo rifan. Lo “donan en usufructo”. O, como decía el poeta de la taheña barba, lo regalan.
Menos mal que estas canalladas no pasan impunemente, gracias a la movilización popular. En los Santanderes hay una conciencia de lo que implica un atentado como el de la gran minería en las inmediaciones del páramo. La resistencia civil ha respondido a las agresiones y entregas vergonzosas de los recursos naturales.
Los científicos (a los que poco o nada tiene en cuenta el Gobierno) han dicho que la delimitación del páramo busca definir “un espacio geográfico para implementar una política de recuperación, preservación, protección y conservación de la biodiversidad”, que garantice la integración de los ecosistemas. Es que se trata de la producción y regulación del agua, clave para la vida.
Los daños que pueda producir la gran minería en la zona son irreparables. Así que, como lo han hecho los santandereanos, hay que proseguir la movilización contra las medidas oficiales de promover daños medioambientales y entregar al mejor postor la riqueza nacional. Es imperioso un pacto social por el agua y por la vida.
ANA CRISTINA URIBE
País de contradicciones. Mientras National Geographic Society (Natgeo) premió (en septiembre) al presidente Santos por su liderazgo en la lucha por el medio ambiente y la protección de la biodiversidad (informes de prensa aseguran que en 2010 había 13 millones de hectáreas de zonas protegidas y hoy hay 28 millones); esta semana vemos al mismo presidente Santos aprobando una inversión extranjera para extraer oro en la delicada zona de Santurbán.
¿Por qué es importante el páramo de Santurbán? Porque allí nace el agua de casi 3 millones de colombianos.
Los voceros del Comité de Defensores del Páramo de Santurbán dicen para El Espectador que no se está blindando el agua de la región, sino que el gobierno muestra interés por supuestos derechos adquiridos de las mineras, en este caso la multinacional Minesa. Mientras el gobierno dice que esta explotación está debajo de la línea del páramo, desde el Comité explican que “se debe pensar el ecosistema desde la zona de transición del bosque alto andino, y no sólo desde la zona de páramo o subpáramo”.
Técnicamente la línea la había trazado el Instituto Humboldt, sin participación de la comunidad; pero, esta semana la Corte Constitucional reversó esa delimitación porque, precisamente, no se tuvo en cuenta la voz de la comunidad. Ante esto y con cierta mofa, la directora del Humboldt, Brigitte Baptiste, ha dicho que si entonces “¿ahora la gente definirá la temperatura participativamente?”.
Los tiempos están cambiando y cada vez la gente levanta más su voz para ser tenida en cuenta. Es muy importante que quienes viven en algún lugar, sean quienes decidan sobre lo que pasa en ese lugar. La comunidad está defendiendo su vida: el agua.
¿Quiénes son los sensatos a quienes les parece más importante conservar el agua de los locales, a que una multinacional extraiga oro? Según la Silla Vacía (santandereana), son: el alcalde de Bucaramanga; estudiantes de la Universidad Industrial de Santander; los sindicatos de Bucaramanga; un mix entre Alianza Verde, el Polo y el Mira; un grupo de independientes; el Movimiento Cívico Conciencia Ciudadana (conformado por empresarios, académicos, ingenieros y columnistas de la ciudad); varias ONG y activistas; el padre Francisco de Roux y unos candidatos presidenciales.
Se me acabó el espacio. Iba a seguir con la falta que nos hace la organización ciudadana, aquí en Medellín.